Diario de Valladolid

El olvido de un trámite exigido por Europa obliga a reiniciar la compra del bus turístico

La Concejalía de Turismo tiene que volver a licitar la adquisición del nuevo vehículo, eléctrico y con un coste estimado de 760.000 € y dilata un mes el proceso al no publicado en el Diario de Oficial de la UE

El bus turístico, con varios pasajeros a bordo, a la altura de la Plaza Mayor en una imagen de archivo. -PHOTOGENIC

El bus turístico, con varios pasajeros a bordo, a la altura de la Plaza Mayor en una imagen de archivo. -PHOTOGENIC

Publicado por
Laura G. Estrada
Valladolid

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Al Ayuntamiento de Valladolid se le ha calado la compra del bus turístico y ha tenido que arrancar de nuevo el procedimiento. La razón es que la Concejalía de Turismo, Eventos y Marca Turística se ‘saltó’ un trámite, y eso le ha obligado a volver a la casilla de salida, a pesar de que ya se había oficiado incluso la primera reunión para empezar a analizar las ofertas de las compañías interesadas en dotar a la ciudad de un vehículo, cien por cien eléctrico, que recorra los puntos singulares de la capital en sustitución del actual.     

El plazo oficial del primer intento frustrado terminó el 30 de enero y, al día siguiente, la mesa de contratación se reunió para conocer las proposiciones de las mercantiles. En esa junta sólo abrió el primero de los tres sobres presentados por las empresas, pero no continuaron con los otros dos (relativos a la oferta técnica y a la económica), porque comprobaron que una de ellas debía subsanar la documentación relacionada con sus datos administrativos. Hasta aquí, nada fuera de lo normal. 

El problema es que al día siguiente, 1 de febrero, se percataron de que el anuncio de licitación para la adquisición del nuevo bus turístico no se había publicado en el Diario Oficial de la Unión Europea (DOUE), «como es preceptivo», según reconoce el propio Consistorio, así que han tenido que echar el freno. «La falta de cumplimiento de este requisito obliga a retrotraer el procedimiento de licitación al momento en el que se produjo el mismo, es decir, al de publicación del anuncio y la apertura del plazo de presentación de proposiciones», recoge la documentación municipal. 

En la práctica, implica que la ciudad tendrá que esperar un mes más de lo previsto, porque la concejalía que dirige Blanca Jiménez Cuadrillero se olvidó de un trámite. Así que la adquisición del vehículo ha vuelto a sacarse a licitación, si bien aquellas compañías que ya habían presentado sus ofertas no tienen que volver a realizar todo el ‘papeleo’ porque el Ayuntamiento tiene guardadas sus proposiciones. 

«No se publicó el anuncio por un error técnico que ha sido subsanado, pero estamos dentro de los plazos previstos, ya que hicimos con tiempo el anuncio previo de licitación, que nos permite tener un plazo de presentación de ofertas más ajustado. De hecho, esto no afecta en ningún caso al proyecto. Tenemos un margen de tiempo suficiente para ejecutarlo sin problema, de acuerdo con el proyecto financiado con fondos europeos», argumentó la propia concejala antes de añadir que se trata de un «mero trámite». 

Después de este tropiezo, ahora habrá que esperar hasta el 26 de febrero para que se cierre el procedimiento. Entonces se conocerá el número definitivo de compañías interesadas en dotar a la ciudad de un renovado autobús turístico, y se elegirá a la adjudicataria en función de los requisitos exigidos. En ese momento se activará la cuenta atrás de un año para ‘jubilar’ al vehículo actual, con motor diésel y una antigüedad de casi dos décadas.

Con el objetivo de renovarlo y de «posicionar a Valladolid como un destino turístico sostenible», destacó el Ayuntamiento cuando anunció su adquisición, reservaron una partida de 760.000 euros (IVA incluido) dentro del proyecto ‘Ciudad Creativa’, que cuenta con una financiación global de 3,7 millones procedentes del Fondo de Resiliencia de la Unión Europea. 

Con su compra, insistieron, también darán respuesta a «uno de los objetivos prioritarios de la Concejalía de Turismo, Eventos y Marca Ciudad», en referencia al reto de «trabajar por un turismo más accesible en la ciudad». En este sentido, destacaron que servirá también para mejorar el acceso a personas con movilidad reducida, puesto que «reunirá los requisitos de adaptación exigidos». 

Para la entrada de pasajeros, el vehículo contará con una puerta eléctrica «sencilla», mientras que la de la salida será doble, con rampa para personas en silla de ruedas y sin peldaños. Además, contará con un sistema de inclinación lateral que podrá accionar el conductor. Las únicas escaleras serán las de acceso al piso superior, con dos opciones de subida y bajada. 

Dentro del vehículo los pasajeros tendrán la posibilidad de cargar sus dispositivos móviles, puesto que habrá, por lo menos, seis puntos de conexión doble con entrada USB. 

En cuanto al sistema de megafonía interior, el nuevo autobús turístico dispondrá de seis altavoces en el piso inferior y ocho en el piso superior, además de estar dotado con micrófono y amplificadores. En el exterior tendrá una pantalla con luces led con espacio para un mínimo de 16 caracteres (los que ocupan las palabras ‘autobús’ y ‘turístico’ sin espacios).

Sus dimensiones oscilarán entre los 10,5 y los 12,5 metros de largo; los 2,5 y 2,55 de ancho; y su altura máxima será de cuatro metros. 

¿CÓMO SERÁ EL BUS?

Con ‘capota’.  El autobús será de doble piso (como es habitual en este tipo de recursos turísticos) pero, como novedad, habrá una cubierta desmontable, es decir, una especie de capota. El accionamiento de sistema abatible de cerramiento en el piso superior será manual o eléctrico.

CAPACIDAD

En el piso inferior se dispondrán 17 asientos, incluyendo uno o dos para sillas de ruedas, mientras que el superior tendrá, como mínimo, 42 plazas. Todas las butacas estarán colocadas preferentemente en sentido de la marcha, y no se permite la instalación de asientos plegables. 

AUTONOMÍA

El nuevo autobús, de propulsión cien por cien eléctrica, no necesitará enchufarse para ‘repostar’ hasta haber recorrido 200 kilómetros diarios. Esa es la autonomía mínima exigida por el Ayuntamiento, «con un porcentaje de carga estimado al final de la jornada no inferior al 20%». El contrato exige, además, que el tiempo máximo para la carga completa de las baterías será de cinco horas. 

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