Diario de Valladolid

El informe del accidente mortal de la aeronave de Matilla concluye que «volaba a muy baja altura»

La Comisión de Investigación de Accidentes de Aviación determina que el ultraligero en el que perecieron dos pilotos colisionó con un cable a «8 metros de la lámina de agua» pese a que la altura mínima de vuelo son 150

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Publicado por
Íñigo Arrúe
Valladolid

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« La causa más probable del accidente fue la realización de un vuelo a muy baja altura siguiendo el curso del río Duero que llevó a la aeronave a impactar con un cable que atravesaba la cuenca del río». Esta es la conclusión del informe final de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (Ciaiac) sobre el siniestro que sufrió el ultraligero de la marca Tecnam el 17 de diciembre de 2022, en el que viajaban Beatriz Cantos, de 40 años y Guillermo Álvarez, 53 . Ambos fallecieron en el acto tras caer la aeronave al río y quedar destruida. No pudieron rescatarse ni el plano del aeronave (zona que acoge los depósitos de combustible) ni parte del fuselaje superior.

La altura del vuelo es una conclusión empírica, ya que es la misma a la que sobrevolaba el cable, unos ocho metros, sobre la lámina de agua, cuando la altura mínima es de 150 metros , como establece la normativa Sera 5055, Reglas de vuelo visual. 

Lo  que arroja luz el informe que es la pérdida de altitud, como observaron varios testigos de Villamarciel que vieron ‘perderse’ al  aparato tras la línea de árboles , no se produjo por problemas de motor de la areonave.

Los restos recuperados de la aeronave indicaron que ésta impactó con el cable con elevada energía cinética (y por tanto con una elevada velocidad) y cierto alabeo (balanceo) negativo. «De la elevada energía cinética y, por tanto, velocidad que debía llevar la aeronave antes  del impacto con el cable, parece descartable que hubiese una situación previa de emergencia relacionada con el motor», indica el estudio técnico. La velocidad máxima de la Tecnam es 220 km/h y la mínima, 63 km/h.

Lo que también apunta el informe, y esto es ya un apunte no contrastado al cien por cien, es que los dos ocupantes pudieron actuar con «premura» y que decidieron la trayectoria a seguir «una vez en vuelo» , ya que se les echó encima la hora de volar después de una comida de confraternización en el aeródromo de Matilla. Era diciembre y se acercaba la hora del ocaso.  Salieron a las 16.45 horas.

El instructor de vuelo de Guillermo y de Beatriz relató a los investigadores de la Ciaiac, que el primero de ellos habitualmente volaba los domingos a media  mañana, sobre las 13.00 h. El día del accidente cambió su rutina y, en lugar de volar al  día siguiente, sacó rápidamente el avión del hangar y, en la plataforma, efectuó la  inspección pre-vuelo ya que el ocaso estaba próximo tras la celebración de la comida .

A él se unió en el último momento Beatriz . Se conocían, habían volado juntos en raras ocasiones «y debieron  decidir, una vez en vuelo, la trayectoria que realizarían esa tarde. Con lo cual, no es descartable que la premura con la que se preparó el vuelo y, en  particular, la trayectoria a seguir pudiese haber contribuido al accidente», recoge el informe.

CABLE "DESCONOCIDO"

El instructor prosiguió narrando sus conclusiones sobre el vuelo a los peritos. Así, informó que ya  había sobrevolado junto a Guillermo el cauce del río Duero en otras  ocasiones, siempre desde el Este al Oeste (es decir, en el sentido de la corriente del río), utilizando como punto de partida un tendido eléctrico con tres cables, situado a unos 85 metros  aguas abajo del cable de acero trenzado con el que colisionó la aeronave,, hasta  San Miguel del Pino.

En este tramo del río Duero no existen más tendidos eléctricos que  atraviesen su cauce. Añadió que nunca habían sobrevolado el cauce del río Duero a una altura «tan baja» como la que llevaba la aeronave cuando impactó con el cable de acero  trenzado. Además, tampoco habían sobrevolado la zona en la cual estaba ubicado este cable, de hecho, desconocían su existencia.

El informe concluye que tanto si volaba siguiendo la corriente del río como si volaba a contracorriente, algo que no se ha aclarado, « los pilotos no deberían haber volado tan bajo sobre  el río Duero . Ambos debían desconocer la existencia del cable en desuso de la Confederación Hidrográfica del Duero, el cual no se observaba fácilmente al presentar un  color similar al agua del río. No es descartable que la premura con la que se  preparó el vuelo y, en particular, la trayectoria a seguir pudiese haber contribuido al accidente», apunta el estudio.

Sobre el cable de acero, el informe se extiende con profusión, gracias a la información que solicitaron los peritos del estudio  a la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD). Se trata de un cable de acero trenzado ,  en desuso desde 1993, que parte una instalación auxiliar aérea de la estación de aforos de Villamarciel construida en 1974 y que ‘muere’ en  la otra orilla con el cable anclado a un dado de hormigón directamente cimentado en el terreno. Formaba parte del ‘torno de orilla’ de la estación de aforos del caudal de Duero gestionada por la CHD.

El cable consiguió retener a la aeronave, la cual quedó sumergida hasta su localización y posterior rescate . Doce meses ha invertido la Ciaiac, comisión dependiente del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, en concluir su informe final de 30 páginas al que ha tenido acceso este diario.

Un estudio en el que ha analizado con lupa, como es costumbre en este organismo, todo lo que rodeó a este vuelo de ocio que despegó a las 16.45 horas del aeródromo de Matilla (Valladolid) y concluyó de forma trágica media hora después, a las 5 y cuarto de la tarde.

Cuando se dice todo, es todo, ya que repasa hasta la hora del ocaso de ese día (17.50 horas), el año de fabricación del aparato (2005), el combustible que aún conservaba el depósito, las horas de vuelo del ultraligero P92 Echo Super, matrícula EC EJ9, su última revisión (se había realizado cinco meses antes y acumulaba 1.497 horas de vuelo), el estado del motor, la capacidad giratoria de la hélice y hasta la carbonilla de los pistones. Todo estaba en orden .

La investigación también se completó con la comprobación de las licencias, habilitaciones y certificados médicos de los dos pilotos y los últimos vuelos (con sus duraciones) que realizaron antes del siniestro de Villamarciel. Guillermo tenía licencia de piloto de ultraligeros emitida por primera vez el 2017. Ella contaba con este permiso desde 2008.

En este apartado, dentro del capítulo de constataciones de las conclusione s, el dossier refleja que uno de los dos ocupantes tenía su habilitación caducada, que no la licencia . El estudio añade también que el ultraligero en cuestión es de doble mando, es decir, que se puede pilotar desde ambos asientos, aunque el informe no ha podido aclarar quien de los dos pilotaba. Sí dice que el piloto con la licencia en vigor «no estaba sentado en el sítio idóneo para un vuelo privado» . También cumplían los ocupantes con  los sistemas de sujeción. Ambos hacían uso de los atalajes y sistemas de retención.

Tres días después del accidente, cuando el ultraligero acababa de ser retirado del río, la entonces delegada del Gobierno, Virginia Bascones manifestó, que «algo que parece claro» es que un cable, que se quedó enganchado en el ultraligero hallado en el río Duero, «tuvo mucho que ver con el accidente» de la aeronave .

Efectivamente, el cable metálico aportó una pista crucial, ya que si fue el causante de parar en seco el planeo del ultraligero, también fue un aliado de oro para detectar en qué punto cayó la aeronave, ya que se quedó prendada de él, sumergida en un 90%, dejando solo visible parte de la cola. El trágico accidente tuvo un componente de dolor extra para los allegados de los tripulantes. Si desaparecieron el sábado 17 de diciembre, el ultraligero fue localizado el día 18 de diciembre y el cuerpo de Beatriz, dentro de la cabina, un día más tarde. Pero el cuerpo de Guillermo Álvarez no pudo ser localizado hasta el 2 de enero, diecisiete días después, a cuatro kilómetros aguas abajo del lugar del accidente, en San Miguel del Pino.

GERENTE DEL AERÓDROMO

Los dos fallecidos eran unos apasionados de la aviación. Guillermo Álvarez era teniente de alcalde y concejal de Urbanismo en Geria, lo calidad que decretó dos día de luto cuando el 2 de enero se hizo oficial su muerte. Era padre de una hija y contaba con años de experiencia como piloto. Se incorporó a la corporación municipal en el mandato que concluyó el pasado 28-M. Beatriz Cantos era gerente del aeródromo de Matilla de los Caños. 

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