Diario de Valladolid

Fiestas de Valladolid 2023

El Juli se despide de Valladolid aclamado por la afición tras su triunfo ante los victorinos

El madrileño, con un oficio desbordante, cuajó una tarde completa y cortó una oreja al primer y al quinto toro, mientras que Emilio de Justo, desacertado con la espada, solo obtuvo un apéndice

. -JOSÉ SALVADOR

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César Mata

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La maestría de El Juli se impuso con rotundidad en el coso vallisoletano en la tarde en la que, mano a mano con Emilio de Justo , se enfrentó a unos victorinos de diversa presentación y juego. Una tarde embutida en un ambiente emocional de nostalgia y reconocimiento hacia el diestro madrileño, en la que brindó su último toro, quinto de la tarde, a Roberto Domínguez , que ocupaba una localidad alta de tendido, con discreción. Por su amistad, le dijo.

La tarde pudo ser apoteósica, desbordada por trofeos, pero los fallos a espadas, el irregular juego de los albaserrada y el pulso firme, y justo, del palco, supusieron que tan solo El Juli abandonara en hombros el coso del paseo de Zorrilla, entre las aclamaciones de los 10.000 aficionados que colmaron las localidades del circo taurino.

La tarde comenzó con una faena medida a un soso y blando Victorino, con el que midió alturas y distancias a la perfección El Juli. Proverbial con el capote . Suavidad, cadencia de frecuencia lenta, despaciosa. Algún natural ralentizado… Con deleite. Tras un estoconazo, algo trasero, logró una oreja. La leve petición de la segunda fue, acertadamente, desoída por el palco.

Con el tercero de la tarde el madrileño ejecutó una tarea de oficio y técnica depurada. Pinchó y no hubo nada. Con el quinto, el toro de su despedida, logró imponerse a las dificultades del toro más incierto. Faena de entrega y porfía, mientras los tendidos le cantaban “¡adiós con el corazón!” . Estocada casi entera y oreja por la entrega, por la melancolía presentida… Logró, así, El Juli una despedida desbordada y desbordante, una nueva Puerta Grande , en una de sus plazas talismán, ante una afición que ha vivido su apego al madrileño como una devoción.

No pudo acompañar Emilio de Justo a su veterano compañero de cartel por el irregular uso del acero . Y por su diversa disposición en cada toro, que, es cierto, fueron diferentes. Con el indefenso, por pobre de cara, segundo, mostró un toreo mecánico, y un reiterado desacierto con el estoque. Ante el cuarto, tras un vibrante recibo capotero, puso mando con la muleta. Una tanda de naturales, encajado, firme y con pulso suave, pusieron los tendidos en ebullición. Ante el sexto, un victorino en tipo y típico, De Justo mostró sus virtudes de lidiador . Faena de intensidad y emoción que emborronó con la espada

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