Diario de Valladolid

Corell aboga por revisar los criterios de contacto y de síntomas por la variante delta

El inmunólogo vallisoletano advierte de que los síntomas más frecuentes en las personas que se contagian después de haber sido vacunadas ya no son «fiebre o pérdida de gusto y olfato, sino moqueo, tos y dolor de cabeza y garganta»

El inmunólogo vallisoletano Alfredo Corell en las instalaciones de la Facultad de Medicina. PHOTOGENIC  / MIGUEL ÁNGEL SANTOS

El inmunólogo vallisoletano Alfredo Corell en las instalaciones de la Facultad de Medicina. PHOTOGENIC / MIGUEL ÁNGEL SANTOS

Publicado por
Estibaliz Lera

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El inmunólogo vallisoletano Alfredo Corell aboga por la revisión de los criterios para contactos estrechos de un positivo con la COVID-19 debido a la variante delta, ya que, tal y como explica, puede haber mayor contagiosidad porque la carga viral de los infectados es mayor. 

Por esta razón, sostiene que «ya no es necesario estar 15 minutos sentado con una persona infecciosa para contagiarse». De hecho,  añade que se pueden dar situaciones en las que haya un contacto estrecho «de poca distancia y sin mascarilla en el aire libre» que hasta ahora tampoco se habían considerado. Criterios que hay que tener en cuenta, a su juicio, a la hora de transmitir cuáles son las medidas de precaución a la población para protegerse de la infección. 

Corell indica que se están disparando los contagios porque convergen tres situaciones al mismo tiempo que producen «la tormenta perfecta». La primera cuestión es que ha finalizado el Estado de Alarma y, por tanto, se han acabado las restricciones, el toque de queda... El segundo factor es, expone, la liberación del uso de la mascarilla al aire libre. Y la tercera situación es la aparición de variantes con mayor grado de contagio. «Si a esto unimos el verano y el fin del curso académico, pues tenemos el cóctel en el que se están produciendo los contagios en este momento». 

En su opinión, siempre hemos ido «muy por detrás de los acontecimientos» y tampoco se ha hecho bien a la hora del rastreo de los brotes activos. «En la situación actual que estamos de incidencia acumulada no se puede plantear un rastreo de todos los casos porque el sistema sanitario de Atención Primaria está totalmente colapsado y sobrepasado», lamenta para, a continuación, solicitar la responsabilidad de los ciudadanos para que se confinen si están con la enfermedad o han sido contactos estrechos de un positivo. 

En este panorama asegura que la aparición de las pruebas en farmacias puede ayudar a que se puedan controlar mejor los brotes, «siempre y cuando los ciudadanos que obtengan un resultado positivo, lo comuniquen a las autoridades sanitarias y se confinen para que no se produzcan contagios innecesarios», apostilla el inmunólogo vallisoletano. 

En cuanto a los síntomas, deja claro que los más frecuentes en las personas que se contagian después de haber sido vacunadas ya no son «fiebre o pérdida de olfato y gusto, sino moqueo, tos y dolor de cabeza y garganta, incluso estornudos». Un cuadro clínico, según señala, que puede confundirse con otras patologías como puede ser un resfriado, incluso, en algunos casos dependiendo de la intensidad de estos síntomas, con una reacción alérgica. 

Vacunas

Alfredo Corell incide en que «las vacunas no son en ningún caso cien por cien efectivas, aunque tienen una alta tasa de protección de enfermedad grave y de ingreso en el hospital». Sin embargo, recuerda que esto no las excluye de que en algún caso la persona pueda acabar con enfermedad grave o ingresada. 

En este sentido, pone encima de la mesa tres situaciones. En primer lugar, cita aquellas en las que la vacuna no haya producido defensas en el individuo inmunizado o no responda a una vacuna en concreto; en segundo, que, aunque genere defensas, estas se han ido perdiendo con el paso del tiempo. «Esto sería esperable en personas con el sistema inmune muy deteriorado porque a lo mejor están inmunodeprimidas por alguna patología o porque son mayores y tienen las defensas muy bajas». Corell dice que la tercera causa por la que las personas vacunadas pueden terminar ingresadas en UCI es porque tengan otra enfermedad que agrave la sintomatología, como obesidad, dolencias cardiorrespiratorias, asma, diabetes...

En cuanto a la efectividad de las vacunas, incide en que todas están dando «un rango de protección altísimo para la enfermedad grave e ingreso». Eso sí, reconoce que en este rango hay vacunas con más eficacia, que son las de ARN mensajero –las primeras en llegar al mercado–, y luego están «las que tienen una eficacia un poco menor», que son las de adenovirus. 

Mascarillas en exterior

El inmunólogo vallisoletano considera que la eliminación de mascarillas en exteriores ha sido una decisión «un poco prematura para intentar salvar la temporada de verano». Además, agrega, ha adolecido de haber ido acompañada de «una buena campaña de información al ciudadano». Por ello, aboga porque en este momento «todo el mundo vaya con la mascarilla en el cien por cien de las situaciones» y solo, de modo excepcional, se la quite cuando las distancias de seguridad con otras personas lo permitan. «Solo deberíamos quitárnosla en casos puntuales, de modo que en reuniones sociales para tomar algo, comer, religiosas, manifestaciones, musicales, deporte... donde se concentra gente y va a estar durante bastante tiempo junta, por mucho que sean al aire libre, no se deberían hacer sin el uso de la mascarilla».

Otoño

Alfredo Corell subraya que la recuperación de espacios culturales, sociales, económicos... habrá que planteársela cuando ya haya un porcentaje de población vacunada alto. También, apunta, puede realizarse mostrando el certificado vacunal o pruebas negativas. Esta última cuestión llevaría a un acceso universal a estos test, informa el inmunólogo vallisoletano. 

A su parecer, en otoño las olas irán siendo menores, puesto que habrá más porcentaje de población inmunizada y la COVID-19 se podrá incorporar como un virus estacional. Ahora mismo reclama que se vacunen «a lo más vulnerables» que son las personas de entre 60 y 69 años que recibieron la primera dosis de AstraZeneca y están a la espera de la segunda para culminar la pauta completa. 

Espera que llegue un momento en que la gripe y el coronavirus sean enfermedades estacionales. «Tenemos que buscar la convivencia con ellas, una convivencia más sosegada y pacífica que la que estamos teniendo ahora con el coronavirus, con el que no hemos sabido convivir». Por este motivo, destaca que habrá que cambiar la cultura en cuanto a higiene y la comunicación de enfermedad respiratoria. «Muchas veces las personas iban a trabajar con un catarro y una gripe, y no solo iban, es que se jactaban de ello. Creo que tenemos que aprender a que este tipo de actitudes no son positivas. Hay que proteger a los compañeros del entorno laboral. No sé si volveremos a la normalidad como la conocíamos», concluye. 

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