Diario de Valladolid

«El secreto es haber tenido conciencia»

Las zonas básicas de salud de Mota del Marqués y de Alaejos son las únicas de la provincia que no han registrado ninguna muerte por coronavirus y los vecinos lo achacan al escrupuloso cumplimiento de las medidas de restricción

Emilio y Chelo, sentados con sus nietos David e Irene en su casa de Benafarces, junto a su hija Susana y su yerno Toño. E.M.

Emilio y Chelo, sentados con sus nietos David e Irene en su casa de Benafarces, junto a su hija Susana y su yerno Toño. E.M.

Publicado por
Laura G. Estrada
Valladolid

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No hay ninguna ‘ fórmula mágica ’ que explique por qué dos zonas básicas de salud de la provincia, la que engloba a los quince pueblos del área de Mota del Marqués y los seis vinculados a Alaejos, se han convertido en los únicos reductos donde el coronavirus ha pasado de largo , sin apenas contagios y con el contador de fallecidos a cero. Vecinos, alcaldes o comerciantes coinciden en señalar, sin un ápice de duda, que el mayor secreto es haber acatado el confinamiento sin fisuras. 

Responsabilidad, seriedad, precaución, respeto o solidaridad son algunos de los términos que más repiten los habitantes de estas áreas cuando tratan de encontrar respuesta a la pregunta de por qué se han convertido en una especie de oasis donde el Covid no se ha colado.

«Lo que más influye es lo bien que nos hemos portado», valora convencida María Galván (70 años) desde Castronuño. 

A ella y a su marido la declaración del estado de alarma les pilló en esta localidad bañada por el Duero donde acuden a temporadas desde Gijón. «Vinimos el 5 de marzo y que estuviéramos aquí es lo mejor que nos pudo haber pasado; somos unos privilegiados», destaca antes de ensalzar la labor del Ayuntamiento, de los trabajadores de los comercios, del personal médico y, en general, de la población, «que no ha salido a lo tonto». 

Como Castronuño, hay otros 20 enclaves de Valladolid sin decesos a causa de la pandemia –habrá más, pero la Junta los contabiliza según los pertenecientes a un mismo centro de salud y no por término municipal– y esa positiva realidad adquiere mayor singularidad si se tiene en cuenta que las dos zonas a las que pertenecen están separadas por la de Tordesillas, con significativa incidencia y trece defunciones por Covid-19, y que lindan o están próximas a otras regiones como la de Toro (Zamora), donde se contabiliza una veintena de muertes por esta causa. 

«Aquí nos lo hemos tomado en serio; hemos tenido suerte y no nos ha tocado», destaca Amparo Calvo, de 47 años, desde la casa de Benafarces en la que reside con su marido y sus hijas, de 20 y 7 años de edad, y de la que apenas sale a pesar de que se hayan aliviado las medidas de confinamiento. «Me dicen que no sea tan cagona, pero reconozco que he cogido miedo», confiesa tras recordar que lo peor en estas últimas semanas es no haber podido ver a sus padres, que están a apenas cinco kilómetros, en Tiedra. 

Su vecina Chelo Domínguez, de 64 años, también tiene claro que el cumplimiento «a rajatabla» de las normas por parte de «todo el pueblo» ha sido la clave para sortear el virus. «La gente ha tenido muchísima prudencia de no salir. El secreto es haber tenido conciencia, haber tenido claro desde el principio lo malo de la pandemia», incide. 

Para su hija Susana, que decidió quedarse a pasar el confinamiento en casa de sus padres, donde había acudido con su marido y sus hijos a disfrutar del fin de semana cuando el Gobierno anunció el estado de alarma, la «responsabilidad» ha sido fundamental: «Aquí no se ha confiado nadie, todos han sido muy respetuosos». 

En un pueblo pequeño como éste, donde no hay establecimientos, las familias están acostumbradas a realizar compras grandes en las cabeceras, reflexiona, y no les ha costado acostumbrarse a hacer compras semanales o cada quince días porque lo normal es «tener reservas». Además, ensalza, el panadero va casa por casa en vez de hacer parada en la plaza, las calles se desinfectan tres veces a la semana y el Ayuntamiento ha repartido mascarillas ffp2 a todos los vecinos del pueblos. Puede que no haya una ‘fórmula mágica’, pero sí una aleación de los elementos correctos. 

Haberse adelantado a lo que se venía encima parece que también ha dado resultado en Urueña, donde varios días antes de que saltaran las alarmas el Ayuntamiento y los sectores vinculados al turismo decidieron echar el cierre de todos los espacios, tras constatar la llegada de madrileños, a los que recordaron mediante un bando municipal que se les había pedido quedarse en casa pero no estaban de vacaciones. «Si no fuimos los primeros en tomar medidas, sí estuvimos entre ellos», recuerda el alcalde Francisco Rodríguez.

En la Villa del Libro también destaca el «buen comportamiento de la gente», dice el edil. En las primeras semanas sólo han salido a comprar lo imprescindible y ahora que ya pueden dar paseos, optan por adentrarse en los caminos para intentar no cruzarse con los vecinos. Parece que eso también ha hecho efecto. 

Pero aunque no haya habido muertos por coronavirus en Adalia, Benafarces, Casasola de Arión, Castromembibre, Gallegos de Hornija, Marzales, Mota del Marqués, San Cebrián de Mazote, San Pedro de Latarce, Tiedra, Urueña, Vega de Valdetronco, Villalbarba, Villardefrades, Villavellid, Alaejos, Castrejón de Trabancos, Castronuño, Siete Iglesias, Torrecilla de la Orden y Villafranca de Duero, no significa que no se hayan producido enterramientos, y en un ambiente marcado por las restricciones.

David Vázquez, el joven párroco de Alaejos (35 años) y de otras tres localidades del entorno, ha tenido que celebrar un puñado de sepelios en estas últimas semanas y «el dolor y la tristeza» en este «duro momento» se intensifica. «En uno de ellos me pidieron que hiciera alguna foto, porque sólo podían estar presentes tres miembros de la familia», recordó el cura tras hacer hincapié en la ayuda que han prestado los vecinos a quienes lo necesitaban para que no tuvieran que salir de casa. La solidaridad, por tanto, ha sido otro de los ‘ingredientes’. 

Ahora el problema, después de haber resistido al primer envite del virus, es que hay gente que se está relajando, reflexionan varios de los consultados. Se han confiado y eso juega en su contra. «Como las noticias en la zona son buenas, la sensación de miedo se ha perdido», lamenta el gerente de la tienda ‘Alimentación Matesanz’ de Castronuño, Ignacio Matesanz. «Hay gente que se está confiando demasiado», añadió su vecina, María Galván, quien añade risueña que no se había sentido mayor hasta ahora, cuando han dicho que los mayores de 70 son población de riesgo. 

También en Urueña temen que los buenos datos se puedan torcer, pues hay mucha gente mayor residiendo en este pueblo donde el turismo se ha convertido en un referente. En su caso, tendrán algo más de margen para pensar cómo conjugan estas dos realidades, pues la zona de Mota a la que pertenecen no ha pasado a la siguiente fase del desconfinamiento. Por el momento, en Valladolid sólo las áreas de salud de Mayorga, Alaejos y Esguevilla han avanzado un paso desde la casilla de salida. 

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