El doble de jóvenes en prevención de drogas
Sólo los seis programas que existían en la Comunidad en 2007 han pasado de trabajar con 118 muchachos a hacerlo con 241 en 10 años / Se registraron 322 nuevos casos en 2017; 98 de ellos, en Valladolid / Un mayor conocimiento, clave del aumento
El número de jóvenes, en su mayoría menores de edad, que han requerido atención especializada ambulatoria por «consumo abusivo de drogas» ha crecido de forma notable en la Comunidad, en la última década.
Es lo que se desprende de los informes sobre los Programas de Prevención Indicada, impulsados en 2004 como parte del modelo escalonado de prevención familiar del Comisionado Regional para la Droga, dependiente de la Junta de Castilla y León, desde «un abordaje psico-educativo a nivel individual y grupal» con las familias. Están dirigidos a jóvenes y adolescentes de entre 12 y 20 años.
Entre sus objetivos figuran reducir la frecuencia del consumo de drogas y promover la abstinencia; acompañar a los jóvenes en su desarrollo evolutivo, potenciando los factores de protección que faciliten un estilo de vida saludable;o asesorar a las familias para afrontar los problemas.
En 2007, existían seis programas en Burgos (proyecto ‘Identidad’), León (con dos, pues el programa ‘Indícale’ se desarrolla tanto en la capital como en la provincia), Salamanca (programa ‘Lazarillo’), Segovia (programa ‘Tira del Hilo’) y Valladolid (programa ‘Joven’), en los que se atendieron a 118 jóvenes.
En 2013, sus técnicos trabajaron con 128 muchachos que, por primera vez, participaban en los Programas de Prevención Indicada;ese año, además, se contaba ya con otros dos, en Palencia (‘Educan-2’) y Zamora (‘Fénix’), a los que acudieron 20 y 24 jóvenes, con sus familias, respectivamente.
Una década después, tomando como referencia los seis proyectos iniciales, el número de chicos y chicas que fueron asesorados por primera vez por sus profesionales creció hasta los 241, duplicándose, por lo tanto, la cifra inicial; solo el proyecto ‘Joven’ tuvo que asistir a 88 nuevos jóvenes, frente a los 15 de 2007.
Conviene recordar que a través de distintas entidades –como Fundación Candeal, Fundación Aldaba, Proyecto Hombre, Cáritas, Fundación Cals, Aclad o Cruz Roja– son ya once los programas existentes, con presencia en las nueve provincias, al sumarse Ávila (‘Frena’), Soria (‘Triskelión’) y el Centro Regional de Menores Zambrana, en Valladolid. En total, el pasado año, 322 jóvenes recibieron por primera vez ayuda de sus técnicos.
«Colegios, servicios sociales, centros de salud... Todos esos agentes sociales han hecho, a lo largo de estos años, una gran labor de difusión de estos programas, que ya son muy conocidos», advierte en declaraciones a este diario Ana Macías, directora del área terapéutica de Proyecto Hombre en Valladolid.
Más conocimiento
Ese mayor conocimiento de los recursos de atención disponibles explicaría, a su juicio, la mayor demanda de ayuda por parte de las familias. «Hay una estrategia, lenta pero segura, que tiene que ver con el modelo de prevención en Castilla y León. Se intenta llegar a las familias cuando aún no sufren el problema, con el objetivo de que puedan frenar las situaciones si se están empezando a dar, de poder dotarlas de herramientas para manejarlas, y de poder ayudar con nuestros recursos a las familias», matiza Macías.
Respecto a la forma de acceder a estos programas, el 32,4% de los casos registrados en 2017 en Castilla y León fue por libre adhesión, mientras que el 67,6% restante llegó derivado de servicios sociales (26,4%), unidades de intervención educativa (14,1%), departamentos de orientación de centros educativos (12,8%) o servicios sanitarios públicos (7,7% de los equipos de salud mental y un 4,3% desde Primaria).
A la hora de dibujar el perfil de los casos atendidos se observa que en este último lustro se ha rebajado la edad media, al pasar de 17,2 en el caso de los chicos y de 16,7 en el de las chicas a un 16,3 en ambos casos el pasado año. Si en 2013 la mayoría de los jóvenes atendidos eran varones, un 74,6%, y menores de 18 años, un 61,2%, en 2017 los porcentajes crecieron hasta situarse en un 80,4% en el caso de los chicos que acuden a los programas, siendo menores de edad el 80,5% de ellos. «Hay un tema educativo: los chicos suelen mostrar comportamientos asociados al consumo, como un cierto nivel de violencia, y eso hace su conducta más visible, creando más preocupación en las familias», apunta Macías.
La droga que motivó, en la mayoría de los casos, la inclusión en los programas y la intervención con las familias y los adolescentes fue el cannabis (38,9% de los casos) y el alcohol (el 6,7%).
El 82,3% de los participantes el año pasado en los programas estudiaba: el 47,6% había concluido ya la Educación Primaria; el 25,4% había superado 1º y 2º de ESO; y el 19,1%, 3º y 4º de Secundaria. Solo el 24,1% relataba una adaptación adecuada a las aulas, mientras que el fracaso escolar y el absentismo definían las experiencias del 32,8% y del 24,3%. Además, el 30,3% refirió conflictos familiares y un 22,5%, problemas de disciplina en el seno del hogar. Conviene subrayar también que en el 41,8% de los casos existían antecedentes familiares.
¿El consumo, es causa o consecuencia de la inadaptación? «Cada chaval es diferente. Por eso empezamos a trabajar con niños desde los nueve años: sabemos que el fracaso escolar y el absentismo son indicadores que aumentan la probabilidad de que en la adolescencia se acerquen a las drogas. Trabajamos con modelos probabilísticos. Hay perfiles en los que el riesgo se incrementa», advierte Macías, que lamenta que en algunas familias el consumo de alcohol o de tabaco se haya ‘normalizado’. «Existe la creencia, equivocada, de que no pasa nada porque consuman, que en la adolescencia hay que transgredir. Pues quizá sí pase, sobre todo si tenemos en cuenta esos factores de riesgo que pueden influir», subraya.
«El programa, de carácter esencialmente educativo, es integral», destaca la directora terapéutica de Proyecto Hombre en Valladolid. «No solo trabajamos sobre el consumo de drogas, sino sobre las relaciones familiares, el área escolar, el plano social. El consumo, a veces, no es ni siquiera lo primero que abordamos. No se trata de hacer terapia, sino de trabajar con una personalidad que está en proceso de formación, próxima a dar el paso a la vida adulta...», explica Macías.
A las familias de los jóvenes, los Programas de Prevención Indicada buscan empoderarlas, dotarlas de herramientas que puedan utilizar para abordar los problemas y rodearlas de redes de apoyo que les acompañen.
Según el último informe, la edad media de inicio al consumo de alcohol fue de 14,5 años, y de 14,1 respecto al cannabis. En relación a la frecuencia de consumo, el 46,3% de los consumidores manifestó hacerlo todos los días; el 22,0%, entre dos y tres días a la semana; el 13,2%, entre cuatro y días; el 9,4%, un día a la semana; y el 7,6%, menos de 1 día a la semana. El consumo diario fue más frecuente entre los consumidores de cannabis (49,1%) y en los policonsumidores (49,3%); en cambio para los consumidores de alcohol, la frecuencia de menos de un día a la semana fue el mayor (37,8%); estando este patrón relacionado con el consumo en fin de semana.