Diario de Valladolid

UN HOMBRE | UN OFICIO -ÁNGEL MARTÍN

«Hay artesonados en peligro; las autoridades deberían estar pendientes»

Ángel Martín, con dos taujeles -piezas decorativas de un artesonado- y una maqueta de una armadura, en el Centro de Interpretación de la Carpintería Mudéjar de Narros del Castillo (Ávila), donde imparte clases prácticas sobre esta especialidad.-ARGICOMUNICACIÓN

Ángel Martín, con dos taujeles -piezas decorativas de un artesonado- y una maqueta de una armadura, en el Centro de Interpretación de la Carpintería Mudéjar de Narros del Castillo (Ávila), donde imparte clases prácticas sobre esta especialidad.-ARGICOMUNICACIÓN

Publicado por
Javier Pérez Andrés

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Ángel Martín es uno de esos tipos que ha encontrado su hueco en la vida mirando al cielo. Las armaduras, las cubiertas de madera y la carpintería mudéjar le han llevado a dedicar buena parte de su tiempo a la construcción de estos entramados de madera de bellísimas geometrías. A pesar de su espectacularidad, a veces pasan desapercibidos al competir con pórticos, retablos y claustros. Sin embargo, el artesonado es omnipresente en el patrimonio de Castilla y León. En la localidad morañega de Narros del Castillo, Ángel puso en marcha el Centro de Interpretación de la Carpintería Mudéjar. Aquí imparte cursos sobre carpintería de lo blanco a un perfil de alumnos que va desde el carpintero, al constructor local, el escultor o alumnos de arquitectura.

Pregunta.- ¿Era de los que se quedaba mirando al techo, de pequeño, cuando estaba en misa?

Respuesta.- Sí (ríe), me fascinaban las bóvedas de crucería de la iglesia de Santiago, en Ávila.

P.- ¿Qué es la carpintería de lo blanco?

R.- La de los carpinteros medievales, los que realizaban armaduras y carpintería de tienda. Se caracterizaba por la madera escuadrada y cepillada. De ahí viene lo de blanquear la madera.

P.- ¿Y la carpintería de lo prieto?

R.- La que no tenía intención artística y utilizaba madera sin escuadrar, prácticamente descortezada, según salía del monte.

P.- ¿A quiénes debemos el oficio y la filigrana?

R.- Se mantuvo desde los siglos XIV al XVIII y fueron carpinteros hispanos los que crearon esta técnica. Inspirados por la fascinante geometría musulmana, la incorporaron a sus armaduras.

P.- ¿De dónde viene la palabra artesonado?

R.- Hace referencia a la forma que toman los casetones en los techos de madera, como si fuera una artesa invertida. Ahora se llama artesonado cualquier elemento de cubrición con cierto grado de elaboración.

P.- ¿Hay datos que demuestren que Ávila lidera en este tipo de armaduras mudéjares?

R.- Sí, y otras provincias, como Salamanca y Valladolid. Casi cada pueblo tiene una cubierta mudéjar. Ávila tiene 500 ejemplos de carpintería histórica en 248 pueblos. Y 90 de ellos son de lacería.

P.- ¿Qué le llevó a recuperar un oficio tan antiguo?

R.- Quería comprender cómo estaba concebida y construida una cubierta mudéjar de lacería. Las circunstancias de la vida me llevaron luego a la restauración, la nueva construcción y la formación.

P.- ¿Qué hace para no perderse entre tantas piezas?

R.- La traza geométrica tiene un sentido estructural muy lógico y obedece a leyes geométricas que tienen mucho sentido. Todo encaja siempre.

P.- ¿Se siente más alarife, arquitecto, geometrista o miniaturista?

R.- El alarife aúna todos los conceptos, pero me quedo con el oficio de carpintero, tal y como se entendía en el siglo XV, que diseñaba, construía, cepillaba, subía a los tejados para montar las cubiertas…

P.- Vamos, lo que le pasó a usted cuando le encargaron la cubierta del Centro Cultural La Cilla, en Narros del Castillo. ¡Lo hizo todo!

R.- (Ríe). Sí, allí hice una especie de ‘revival’ de un artesonado mudéjar, teniendo en cuenta que tenía un espacio libre y las dimensiones eran ideales, con 25x5 metros.

P.- ¿Cuánto se tarda hoy en hacer un artesonado de madera?

R.- Acabo de llevar a Granada un encargo pequeñito que he tardado dos meses en hacer. Pero lo de La Cilla me llevó un año.

P.- Un particular decide incluir un artesonado en su casa, ¿pretencioso o signo de buen gusto?

R.- No me parece presuntuoso. Hay mucha gente que aprecia esto, habida cuenta de que estas cubiertas también son estructurales, por lo que hay un componente de utilidad nada despreciable.

P.- ¿Arte bello o funcional?

R.- Ambas cosas van de la mano.

P.- Como docente, ¿hay interés, a pesar de ser una artesanía minoritaria?

R.- Desde luego. Apenas hay lugares en España que permitan aprender esta técnica, así que el Centro de Narros casi es único. Aquí llegan arquitectos, aparejadores, carpinteros, restauradores… también gente que quiere aprender por gusto personal.

P.- ¿Sois muchos los que defendéis la carpintería de lo blanco en Castilla y León?

R.- Conozco el Centro de los Oficios de León, con Agustín Castellanos y Ricardo Cambas, que están haciendo una labor fantástica de promoción y formación. En Zamora tengo la referencia de José Alonso y su hijo.

P.- ¿Qué artesonados no debemos dejar de visitar en Castilla y León?

R.- En Burgos, el Palacio de Avellaneda, en Peñaranda de Duero, o el alfarje de Santo Domingo de Silos; en León, Santa Colomba de la Vega; en Palencia está San Facundo, en Cisneros; en Valladolid, Santa Clara, en Tordesillas; en Salamanca, Macotera; en Ávila, la iglesia de Narros del Castillo; en Zamora, Otero de Sanabria, Villalonso y Castroverde de Campos; en Segovia, el Monasterio de San Antonio el Real…

P.- ¿Peligran muchos artesonados?

R.- El de Castromocho de Campos (Palencia); el de Rágama (Salamanca); y el de San Pedro del Arroyo (Ávila) son tres ejemplos en peligro inminente. Sería conveniente que las autoridades estuvieran pendientes, para que no pase lo que ya ha sucedido en muchos pueblos, como Carbajales de la Encomienda (Zamora) y Honquilana, (Valladolid): ya no podemos admirarlos porque no existen.

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