Diario de Valladolid

UN VIOLADOR REINCIDENTE

El asesino de Leticia Lebrato y Marta Obregón vuelve a violar

Pedro Gallego, al que la vergonzosa derogación de la doctrina Parot dejó en libertad hace más de tres años, es detenido en Segovia acusado de dos violaciones, dos agresiones sexuales y secuestro

Momento de la detención del violador del ascensor.-GUARDIA CIVIL

Momento de la detención del violador del ascensor.-GUARDIA CIVIL

Publicado por
TERESA SANZ / SEGOVIA
Valladolid

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Pedro Luis Gallego, el asesino de las jóvenes castellanoleonesas Leticia Lebrato y Marta Obregón, y conocido como ‘el violador del ascensor’, fue detenido este pasado miércoles en su vivienda de Segovia, tres años y medio después de ser puesto en libertad tras la vergonzosa decisión del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo de anular la doctrina Parot.

Fuentes policiales confirmaron a este periódico que en el momento de su detención y registro domiciliario, el asesino se encontraba armado y se hallaba solo en el piso que venía siendo su domicilio habitual desde hace «casi cuatro años», según declararon varios de los vecinos del edificio, que le veían con frecuencia.

El conocido delincuente y asesino, fue detenido, tras un registro que se prolongó por espacio de doce horas, acusado de ser el presunto responsable del secuestro de cuatro mujeres a punta de pistola, cerca del hospital madrileño de la Paz.

La Policía le imputa cuatro nuevas agresiones, dos de ellas consumadas, lo que había generado una elevada alarma social en el entorno del complejo sanitario madrileño, donde ya se le conocía como ‘el violador de La Paz’.

Los informes ya se mostraban negativos a dar luz verde a su liberación hace tres años y medio, y estas nuevas agresiones pueden ser una muestra de su negativa a la hora de participar en los programas de rehabilitación de violadores promovidos en la cárcel, tal y como dejó claro la Asociación Clara Campoamor.

Tras su liberación, estas actuaciones hacen que el abogado de las víctimas y el entorno familiar de las mismas se pregunte ¿quién va a hacerse responsable de las nuevas agresiones?

La estrategia de su detención, este pasado miércoles, fue llevada a cabo con extremada cautela y, según reconocen fuentes policiales, fue posible «tras arduos meses de minuciosa investigación».

En la detención participaron más de veinte agentes de la policía científica y miembros del Cuerpo nacional de Policía de Madrid y Segovia.

Agentes de paisano de la Jefatura Superior de Policía de Madrid se trasladaron hasta la ciudad de Segovia y con el apoyo de efectivos de la Comisaría segoviana, procedieron, a partir de las siete de la mañana, al registro exhaustivo de la vivienda que Pedro Luis Gallego ocupaba, posiblemente, desde que salió de prisión, en 2013.

Era el único vecino del piso ‘B’ de la planta baja, del número 16 de la calle Dámaso Alonso, situada en un eje neurálgico del barrio populoso de Nueva Segovia.

El asesino, ahora detenido, vivía frente al Centro Integrado de Formación Profesional Felipe VI, a escasos metros de un parque infantil y del polideportivo ‘Perico Delgado’, de los campos de juego y de los cines, muy frecuentados.

Mantenía un trato «normal» y «educado» con los más de cuarenta vecinos de su bloque de viviendas, que ayer se mostraban consternados, tras conocer la noticia.

El registro policial pilló por sorpresa a los vecinos, la mayor parte de los cuales no supo interpretar durante la jornada de registro, la gravedad de las acusaciones que pesaban sobre el vecino «amable».

Pedro Luis Gallego fue condenado a 273 años de prisión por el asesinato en enero de 1992 de la joven burgalesa Marta Obregón, de 19 años, y la muerte de una menor vallisoletana, Leticia Lebrato, de 17 años, en julio de ese mismo año. Además se le reconocieron 18 agresiones sexuales y violaciones.

Su historial delictivo venía de muchos años atrás. Cuando tenía 19 años, en 1976, cometió su primera agresión, pero no llegó a ingresar en prisión hasta 1979. Hasta que en 1990 fue condenado y encarcelado por última vez, su paso por instalaciones penitenciarias fue intermitente, habiendo recorrido todos los centros de internamiento psiquiátrico del país.

Aprovechaba su profesión como mecánico de ascensores –de ahí el sobrenombre del ‘violador del ascensor’- para acceder a los portales de sus víctimas. Su ‘modus operandi’ para consumar su agresión era el de esperar a que entraran en el portal de su vivienda para, al llegar al ascensor, sujetarlas amenazándolas con arma blanca, e introducirlas en el habitáculo para forzarlas de modo muy cruel, según testificaron sus víctimas.

En 2012 la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo acordó que no saliera de la cárcel hasta el año 2022, apoyándose en la doctrina Parot, por la que al reo no se le aplican los beneficios penitenciarios sobre el máximo de 30 años de cumplimiento de condena, sino sobre el conjunto de la pena global. La derogación por parte de instancias judiciales europeas de la mencionada Doctrina Parot forzó su excarcelación.

Nada en su comportamiento como inquilino del piso del barrio de Nueva Segovia hizo sospechar a la vecindad sobre el historial delictivo y la posible peligrosidad. La detención y registro no quiso llamar la atención del resto de vecinos del barrio, ni de los segovianos que, de paso, pudieran discurrir en coche por esta vía. Únicamente se sorprendieron los habitantes del bloque de viviendas.

A las siete de la mañana, varios agentes de paisano vigilaban el piso bajo en el que Gallego vivía solo, aunque algunos días, le acompañaba su pareja habitual. El registro se prolongó hasta casi las siete de la tarde, hora en la que el detenido salió del edificio esposado y con la cabeza tapada con una manta y fue conducido en un vehículo policial, acompañado de varias unidades camufladas.

Los agentes de la policía, registraron la vivienda en profundidad, con la presencia del detenido, que permaneció esposado en todo momento. Mientras los agentes se incautaron de alrededor de catorce cajas, el interior del portal permaneció acotado.

Los agentes de la policía pidieron a los vecinos que accedieran a sus pisos a través del garaje y ascensor en lugar de entrar por el portal, lo que no podían hacer los vecinos del bajo. Estos tuvieron que pedir permiso para entrar y salir de sus viviendas y, en esos momentos, el detenido, sentado y esposado, era cubierto con una manta. Según pudo saber este periódico, el propietario del piso fue informado del registro policial para comunicarle que se habían levantado varias losas del pavimento del suelo.

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