Juan Diego: «Me preocupa más la pobreza que el nacionalismo»

Un resfriado no impidió a Juan Diego recoger su espiga. Asiduo a la Seminci, fue el encargado de entregar el mismo premio a Antonio Banderas en 2010 y ahora el sevillano recibe la distinción.

Pregunta.– Nunca hay excusa para no subir al escenario... Menos por una fiebre.

Respuesta.– Si eres capaz de llegar hasta la bambalina, te empujan y ya está. Recuerdo que estrené Ricardo III con una cánula. Tuve una especie de cistitis que me moría, pero tenía que salir al escenario. Le dije a los compañeros que tenía una cánula pero que allá iba.

P.– ¿Por qué dice que es le mejor actor de teatro?

R.– En el teatro no me veo y me vengo arriba. No me gusta el cine porque no soy el mejor ni siquiera como a mí me gustaría. En la forma de construir las escenas entra otro personaje y yo y para mí nunca estoy bien. Siempre dices «joder que pena lo que se me ha escapado».

P.– Cuando se recibe una Espiga de Honor, ¿es momento de hacer balance?

R.– No hago balance porque es cansado. Mi andadura es hacia adelante, para allá, para allá, hasta que me diluya en ese allá.

P.– ¿Cómo ve a las nuevas generaciones de actores?

R.– Este país ha cambiado mucho afortunadamente en el terreno de la enseñanza y del conocimiento. Después del golpe de Estado de Franco el país quedó desasistido porque mucha gente tuvo que huir, científicos y profesores. En los años 60 era muy bajo el porcentaje de gente que estudiaba y en el campo del teatro apenas había formación posible. Ahora los jóvenes llegan muy preparados, saben que se la tienen que jugar y que hay competencia.

P.– Aunque su reconocimiento profesional se encuentra sin duda en el teatro y en el cine ¿Qué siente cuando los jóvenes le reconocen por la calle por su personaje en Los hombres de Paco?

R.– Durante muchos años la gente me paraba por la calle y me pedía que dijera lo de «por mis santos cojones». Es muy gratificante el poder contactar de nuevo con gente que ahora es adolescente. Hay que recuperar a los espectadores que mueren, engancharlos al teatro o al cine.

P.– Después del revuelo con las declaraciones de Trueba, ¿considera que en este país se utiliza el fútbol, el idioma o incluso el cine para el enfrentamiento político?

R.– Todo acto del ser humano es político, de la polis, de la ciudad. Está muy bien que podamos decir lo que queramos, siempre sin ofender. Es un derecho que hemos adquirido y que tiene un gran valor. Pero debe haber calma y tranquilidad. Me preocupa más la pobreza que el nacionalismo. Hay 13 millones de personas en el umbral de la pobreza, vamos a fijarnos en eso y no en polémicas. El discurso esencial de conseguir que la ciudadanía viva mejor siempre queda encubierto. ¿Hay algo más importante en España que dar de comer al que tiene hambre?