EL RUBICÓN
A cada cual, peor
HACE ahora casi cinco años el mundo se paraba. Y el miedo se nos metía en el cuerpo ante un virus letal, llegado de China, que obligaba a confinar a la gente en sus casas, a no poder verse ni tocarse y, lo que es peor, a no poder despedirse de sus seres más queridos. Ese último adiós de los suyos sin el que se fueron los más de 10.000 fallecidos que dejaba tras de sí la pandemia del Covid, además de miles y miles de contagiados, muchos de los cuales todavía hoy sufren las secuelas de este virus letal.
Ese el rastro de la tragedia del Covid. Un rastro que ni se puede, ni se debe olvidar. Lo exigen la memoria de esas más de 10.000 víctimas, sus familias y los miles y miles de castellanos y leoneses que sufrieron en sus carnes los estragos del Covid y que alguno aún los sigue padeciendo, en forma de secuelas.
Una memoria y unas familias que pisoteaba la hasta ayer directora general de Salud Pública de la Junta de Castilla y León. Sonia Tamames se llama la sujeta. Una ínclita que se atrevía a afirmar con total desvergüenza que «la pandemia del Covid-19 no tuvo tanta gravedad». El cese, como no podía ser de otra manera, tenía que ser fulminante, como así ha sido. Pero es que, en su desvergüenza, esta sujeta aún no ha pedido perdón. Ni siquiera ha dado la cara para disculparse ante todos los castellanos y leoneses. Porque todos ellos sufrían los estragos que iba dejando tras de sí la tragedia del Covid. Todos menos ella, por lo que se ve. Sonia Tamames, pese a ser médica, demuestra con sus afirmaciones que ni asomaba por un hospital de la Comunidad durante la pandemia. Claro que ni falta que hacía para darse cuenta de la magnitud de lo que estaba sucediendo.
La inmoralidad de sus declaraciones es de tal magnitud que merecen no sólo el reproche, sino también la reprobación. Como también la merecen otras aseveraciones. Las de aquella que durante algo más de dos años era la consejera de Sanidad de Castilla y León. Verónica Casado, otra que tal. En una demostración más de su arrogancia se atrevía a decir, en otra entrevista, que con PP y VOX en el Gobierno de la Junta «hubieran muerto muchas más personas». Semejante salvajada demuestra la ruindad de la soberbia. La misma soberbia que le llevaba a afirmar, a apenas 24 horas del primer estado de alarma y del primer confinamiento, que el coronavirus era «una gripe de baja letalidad». O cuando, subida en su soberbia, aseguraba que el uso de las mascarillas estaba desaconsejado para la población y que había suficiente material de protección para los sanitarios. Sin olvidar como, en su soberbia máxima, Verónica Casado no dudaba en calificar de «normal» la mortalidad de la residencia Los Royales en Soria, con 24 muertes en apenas unos días, «para un centro de estas características». Desvergüenzas e ignominias de dos sujetas, la Tamames y la Casado, que son a cada cual peor.