De Dieguitos y Mafaldas

Valladolid 26/02/2025. Diego Moreno, procurador de Las Cortes por el grupo parlamentario socialista. Photogenic/Miguel Ángel Santos
Es asombroso comprobar cómo la gentecilla de la política remunerada es capaz de transformarse de la noche a la mañana en autonomista y de la JONS por un no me quites ese sueldo de 103.000 euros al año por parasitar en las Mesa de las Cortes de palmero de Tudanca. Ese es el único móvil que motiva a Diego Moreno a tentar su segundo fracaso en el asalto al PSOE leonés contra Cendón. Ya lo intentó, alentado por Tudanca, al que Cendón se le ha atragantado como una espina de lenguado, en 2017. Fracasó y como recompensa el de Burgos lo subió a Mesa de Cortes, donde además de los billetes, disfruta de un BMW oficial que no le corresponde, con el que pasear alcaldes. Ese el móvil y el motivo. Lo demás, cuentos de cuentistas del Reino. Maniobra que, de fondo, es contra Ferraz y contra el propio Pedro Sánchez, incluido el mismísimo Zapatero. A ver si creen que Cedón está en la selecta dirección de grupo socialista en el Congreso y, recientemente, en la ejecutiva federal porque le tocó en un rasca de la ONCE. En esos asuntos el único que rasca es Sánchez. Hace y deshace. Pone y quita. A Cendón lo puso, de la misma forma que quitó a Tudanca. Nuevo desafío contra Sánchez. A ver si al final al que descabalgan de la plaza autonómica del Senado, que espera Tudanca, es a Tudanca. Fran Díaz todavía tiene esperanzas de que las torpezas le indulten. Lo que está claro es que el congreso regional que aupó a Carlos Martínez se cerró en falso, seguramente por la ingenuidad y confianza del nuevo secretario general en eso que llamó «liderazgo compartido» se iba a sustanciar en la lealtad de los derrotados. Moreno no tiene esperanza alguna en sí mismo. Lo suyo es un elemento de amenaza, mal medido en los tiempos, con el que intentar trajinar su supervivencia en la Mesa, al estilo Tudanca. Pero al contrario que con Tudanca, esta vez al otro lado del teléfono no habrá nadie. Dibujando Dieguitos y Mafaldas, en la trastienda de la Bombonera de los sueños rotos.