Diario de Valladolid
Pista de pádel en la plaza Mayor de Valladolid.

Pista de pádel en la plaza Mayor de Valladolid.EM

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En política una cosa es pregonar y otra dar trigo. Pregoneros a tres cuartos sobran a mansalva. Ejecutar en la acción pública es harina de otro costal. Ocho años estuvo pregonando y sermoneando el concejal de Valladolid Toma La Palabra (Y Corre), Alberto Bustos, discípulo aventajado de Saravia, la parálisis por análisis, con la convicción de desalojar al pádel de elite de la Plaza Mayor pucelana, y acabar con la icónica imagen que cada junio daba la vuelta al mundo. Eran sus convicciones, que un espacio público no podía estar ocupado por un evento privado. Sus convicciones esquizofrénicas. El evento lo financiaba cuantiosamente el consistorio del equipo de gobierno al que Bustos pertenecía, y era el evento deportivo anual más importante del consistorio del que Bustos era edil de Deportes. No eran convicciones Pisuerga, con determinación. Eran convicciones Guadiana. Ocho años con la monserga los socios de gobierno de Puente de que el pádel tenía que desaparecer de la Plaza Mayor. Y cada año que lo decían más grande era estadio que se montaba. Dos años años de Bustos y habría que haber ensanchado la magna plaza, carajo. La determinación es un activo en política. Un activo que se valora y se paga. Ha sido llegar el PP y en menos de un año el equipo de Carnero ha sacado el pádel de la Plaza Mayor. Como dice Mañueco, las cosas no se dicen, se hacen. Ahora falta saber si los del PP de Carnero son de Toma La Palabra y no lo saben todavía o los desaparecidos, para la política, Bustos y Saravia, eran del PP y sólo se enteraron hace un año cuando las urnas ejecutaron con ellos la limitación de mandatos con la que no pudieron los cambiantes estatutos. El pádel se va a una cancha, como ansiaban Saravia y Bustos de boquilla. Vaya cara de póker se les habrá quedado con el éxito cosechado por la muchachada de Carnero.

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