Diario de Valladolid

Editorial

Las paguitas y el desatino político

El gerente del Ecyl, Álvaro Ramos Catalina.

El gerente del Ecyl, Álvaro Ramos Catalina.ICAL

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Lo malo de ir de pretendido gracioso en política sin serlo es la cara de imbécil que se te debe quedar cuando tus superiores no sólo no te ríen las gracias, sino que, con un gesto agrio, evidencian que el asunto carece de gracia alguna. Y todo empeora cuando la gracia se perpetra en sede parlamentaria frivolizando con un asunto tan sensible como es el del desempleo y las ayudas de emergencia social que recibe la gente acosada por la ansiedad de no encontrar trabajo. Y eso mismo es lo que le pasó al gerente del Ecyl, del cual no conocíamos ni el nombre ni el oficio hasta ayer. Un tal Álvaro Ramos-Catalina Ysasi, cuya trayectoria laboral se limita a enganchar durante 13 años distintos puestos a dedo en la CEOE, ese organismo que, a decir de VOX, su partido, recibe suculentas subvenciones públicas para repartir lo que él llama «paguitas». Pero «paguitas» de muchos miles de billetes. No paguitas de unos puñados de euros para «subsistir», que es lo que Ramos-Catalina Ysasi llama al Ingreso Mínimo Vital o a la Renta de Ciudadanía. Alguien debería explicarle al director del Ecyl, por si todavía no ha entendido el mensaje que le envió con más sutileza de la necesaria el vicepresiente de la Junta, Juan García Gallardo, que eso que él llama «paguitas» forma parte de la estructura y pilar del Estado de Bienestar que nos hemos dado todos los ciudadanos para proteger a los más vulnerables de una sociedad solidaria.

Es una verdadera lástima que Ramos-Catalina Ysasi, un completo desconocido, haya adquirido relevancia justo el día en el que los datos de empleo en Castilla y León, como en el conjunto de España, nos hayan ofrecido otra buena noticia. Menos paro, más afiliaciones, y por tanto, afortunadamente para muchos angustiados con la búsqueda de trabajo, menos «paguitas», a decir de Ramos-Catalina Ysasi.

No todo sirve en política. Y cada vez sirve menos convertirse en un miserable frivolizando con las penurias ajenas a costa de intentar ser resultón en las Cortes de Castilla y León a falta de otras virtudes retóricas. Su jefe inmediato, el consejero del ramo, tuvo a mal jalearle la pretendida gracia en Twitter hasta que las declaraciones de Gallardo ofrecieron cordura al asunto. No le va a resultar fácil a VOX, que rige la Consejería de Empleo, abrir el debate, necesario, sobre el uso y abuso de las distintas percepciones por desempleo si lo limita a simplezas como la del tal Ramos-Catalina Ysasi, quien, por cierto, sí goza de un estado de bienestar, aderezado con una paguita política de 70.000 eurazos anuales más seguridad social por no acertar ni siquiera a ser gracioso en el desempeño de sus funciones. Gallardo ayer fue el que puso cordura institucional en semejante desatino y escasa gracia. Es de suponer que el mensaje del número uno de VOX en Castilla y León haya sido lo suficientemente claro como para que la tragedia del desempleo no vuelva a ser objeto de chanza por parte de ningún otro inquilino de la Consejería de Industria, Comercio y Empleo. Lo siguiente sería ponerlos a desfilar a la puñetera calle.

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