Diario de Valladolid
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De Lola a Lola y tiro porque me toca. De Dolores a Herrera. No las llaméis Dolores, llamadlas Lola, aunque cierto quebranto es ineludible sentir bajo su nombre. Delgado ocupó la cartera de Justicia y fue Fiscal General del Estado. Herrera es actriz. Dos mundos lejanos en otro tiempo, pero que en la actualidad podrían ser intercambiables. La política y las tablas, la escenificación, llegan a una confusión tan sublimada que es muy difícil deslindar una cosa de la otra; es que, en realidad, han pasado a ser lo mismo, por lo que buscar las diferencias carece de sentido.

En Valladolid, el Consejo de la Mujer del Ayuntamiento, ha decidido –entendemos que en un correcto estado cognitivo de sus miembros/as- otorgar una distinción a la pucelana Lola Herrera. Si quienes han tomado la decisión de distinguirla son mujeres que votan a la izquierda o, en todo caso, que no votan a la derecha, el galardón resulta válido. De no ser así, cabe impugnar el veredicto por falta de capacidad de obrar de quien se haya inclinado a favor de Herrera. La razón la ofrece la propia actriz, para quien las mujeres que votan a la derecha son unas trastornadas.

Junto con la correcta valoración de la teniente de alcalde, Irene Carvajal, que conceptúa como de actitud machista, no es necesaria afinidad alguna con Vox para opinar que esta izquierda española está, cada vez más, de modo impúdico y desinhibido, mostrándonos sus engranajes ideológicos, esos que, pese a sus múltiples disfraces y actitudes camaleónicas, indican que su movimiento obedece a impulsos, cual instintos, totalitarios y sectarios.

Las decisiones, y omisiones, de Delgado, en sus tiempos de usufructuaria de algunos sillones de las más altas instituciones del Estado, dejaron bien claro que la libertad y la igualdad no eran los principios rectores de sus decisiones. Herrera, desde otra óptica, sigue los mismos pasos y se mueve por idénticos intereses. Eliminar al diferente. Así, un modo de matar al diferente, por el mero hecho de serlo, es descalificarlo. Se imaginan ustedes las reacciones progres ante quien hubiera dicho, siquiera de modo coloquial y desenfadado, que las mujeres que votan a la izquierda son unas trastornadas. Cordón sanitario, línea roja, muro de contención, señalamiento mediático… Y concentraciones de repulsa.

Y lo más llamativo es que contrariamente a lo que Herrera y las suyas harían, muchas mujeres que votan a la derecha saben diferenciar la ideología, por muy fascista que sea la de la actriz, de su obra y talla como profesional. En el caso de Delgado era imposible hacerlo, claro.

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