Diario de Valladolid
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LOS DATOS conocidos (siempre a la espera de la decisión judicial, y con la premisa de la presunción de inocencia) evidenciaban un episodio, contundente y claro, de violencia machista. Convenientemente aliñada con algunos toques de aromática soberbia, cuando a los agentes les espetaba que no sabían quién era, y que se iban a enterar. Ya saben (es algo recurrente…), una de esas personas con poca fe en sí mismo, sabedores que solo el cargo y el sueldo público les permiten mostrarse ante sí mismos como alguien medianamente valioso. Que no digno.

El macho que se pavoneaba ante la autoridad policial en Soria, al poco de protagonizar unos hechos presuntamente delictivos contra su novia o ex novia, es Ángel Hernández, número tres del grupo parlamentario socialista en las Cortes de Castilla y León, al que usted y yo le hemos estado pagando el sueldo, y del que nos ha tocado escuchar de vez en cuando no sé qué proclamas panfletarias sobre… violencia machista. Cuando no se buscan votos ni adhesiones de menesterosos intelectuales, el asunto es así de sencillo: igualdad de derechos para mujeres y hombres. Si el discurso es sobreabundante es que hay gato encerrado. O procurador cínico.

Si lo de Hernández es grave, lo de su jefe, en el momento de los hechos, es aún peor. Mucho peor. Tudanca, sin pensárselo dos veces, acudió en auxilio… del verdugo. Para agradecerle sus múltiples desvelos por Castilla y León, por el grupo socialista, para decir que le aprecia y le respeta. ‘I love you, Hernández’, se tatuó Tudanca en su pensamiento hecho expresión verbal.

Tudanca, además, nos muestra el camino: habrá alguna explicación. Que es la versión progre del ‘algo habrá hecho’ la víctima para merecer tal dolor. Es difícil encontrar una actitud más indigna en un político de nuestra Comunidad. Y cabe decir que no sólo indigna en lo político, pues nadie se olvida de la víctima, e incluso insinúa su culpabilidad, cuando suceden este tipo de hechos. Qué bajeza. Y la palabra ‘machismo’, autocensurada. Qué pillín… (¿zorro?).

Así, el grito de ¡Abre, zorra! de Hernández en la puerta de la vivienda de su pareja cuenta ahora con el coro de gallinas políticas del grupo socialista que, en su cobardía por ver deteriorado su hipócrita y rentista discurso ideológico en relación con las mujeres, dejan abandonada a la víctima en una actitud de connivencia y complicidad política con el agresor.

Tudanca prefiere amnistiar a Hernández para intentar que su puesto, que no liderazgo, no sufra una erosión aún mayor de la ya existente. Una palmaria malversación de la confianza de los ciudadanos. ¡Zorra política!

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