"Soberbia infantil"
Extraordinario. Hablan algunos políticos, y se agotan las entradas del teatro. Una constancia comprobadísima en Castilla y León: a la borrasca de «Gérad» le sigue el temporal de «Fien». Si malo el uno, peor el otro. Ya le decía Sancho al «hermano murmurador» –en el Capítulo 55 de la segunda parte del Quijote– que «cual el tiempo, tal el tiento; y nadie diga ‘desta agua no beberé’; que donde se piensa que hay tocinos, no hay estacas; y Dios me entiende, y basta». Lo mismo digo aquí: que en todas partes cuecen habas. Cuando la Ley del sólo sí es sí ha saltado por los aires, porque en ella todo es tocino barriguero en hebras y ninguna estaca –con 200 violadores que se van de rositas unos a casa y otros con reducción de penas–, el tiempo canta como un loro. Y lo que refiere ese tiempo es elocuente: o que sobra la ley en su totalidad porque es un coladero para delincuentes, o que hay que reformarla de arriba abajo. Lo contrario es ponerle al tiempo parches, tientos, o arreglos musicales para ver si cuela. La ex jueza Manuela Carmena –quien sabe muy bien que en una ley que se parchea, la justicia se resiente por corrupta y tendenciosa–, lo ha resumido en una reflexión hiriente y lacónica, referida a sus propios compañeros legisladores: estamos ante un caso sonoro de «soberbia infantil».
En el otro extremo del mantenerla y no enmendarla –o la actitud del mal asador de carne que se cree el gran gourmet en el bar del Congreso de los Diputados–, se ha situado Pablo Fernández, portavoz de Unidas Podemos y diputado en las Cortes de Castilla y León. Como experto en servir tientos de gato por liebre, ha dicho sin titubear que toda mujer «está protegida por el Gobierno de España» y por «la Ley del sólo sí es sí» con todos los «instrumentos y herramientas». O sea, el cuento Juan Pimiento que se puso a obrar y se lo llevó el viento.