Las tascas de mala muerte
En las Cortes Generales, día sí y día también se organiza un guirigay que se convierte en una auténtica vergüenza cuando se traspasan los más elementales límites de la educación y se llega al insulto más infame. El nacionalista vasco Aitor Esteban ha definido el Congreso de los Diputados de los últimos días como «tasca de mala muerte». El del PNV no yerra en la definición si se atiende a intervenciones que hemos visto en los últimos tiempos. Que quienes nos representan conviertan el templo de la palabra en un lugar de trifulca tabernaria es triste, pero más aún si pensamos en la representatividad. ¿Son esos circos representativos de la sociedad? Uno tiende a responder que no, pero si empieza a descender del parlamento nacional al autonómico es imposible no reconocer que pasan cosas similares con intervenciones y discusiones que son cualquier cosa menos edificantes. ¿Esa polarización es real en la ciudadanía? También la tendencia es a la negación, porque cuando se pasea o se toma café en un bar no es común ver escenas como las protagonizadas por los parlamentarios. Pero si descendemos aún más en los órganos de representación y llegamos a los municipios también nos encontramos casos sorprendentes. En El Burgo de Osma, importante ayuntamiento soriano, en el pleno del jueves un concejal le llamó a otro sinvergüenza. No sé si fueron amigos algún día, pero sí compañeros de partido y de gobierno en el ayuntamiento. Compartieron incluso la decisión de convertirse en no adscritos tras dejar el PP. Hoy se enfrentan en los juzgados. Uno es ex alcalde, Miguel Cobo, y está en la oposición, y otro es teniente de alcalde, Luis Cuesta, en un equipo de gobierno junto a la formación a la que al principio de la legislatura optó por dejar fuera del gobierno pese a su victoria electoral para votar junto al PSOE y compartir con ellos junta de gobierno. Casi acudieron juntos a denunciar la falsificación de sus firmas y hoy uno, el ex alcalde, se ha convertido en imputado y sospechoso de falsificar la firma del otro, el teniente de alcalde. Por sacar a colación eso en el pleno, Cobo llamó «sin vergüenza» a Cuesta en un pleno que no se convirtió en la tasca de la que habla Aitor Esteban porque el alcalde, Antonio Pardo, ejerció con firmeza su cargo para evitarlo. En El Burgo de Osma, la legislatura ha transitado demasiadas veces por la senda tabernaria hasta que se hizo imposible seguir ese camino. Lo normal es que la gente huya de las tascas de mala muerte, a menos uno sigue con tendencia a creerlo, y hay que confiar en que los políticos tabernarios no se impongan.