Urgen acciones inmediatas ante la tragedia del incendio
EL TERRIBLE INCENDIO de la Sierra de la Culebra, en la Zamora orillada y vaciada, es una tragedia sin paliativos. Una de las zonas más olvidadas y pobres de España, cuya principal riqueza residía en su intemperie. Y ahora sus habitantes han visto como su intemperie, sus recursos, sus raíces han quedado carbonizados por un incendio devastador que llegó en el peor momento posible y con las peores condiciones posibles. Heroicos han sido los cientos de brigadistas que han combatido una llamas como dragones, con el riesgo de su propias vidas y, en ocasiones, con la frustración de unas condiciones climatológicas que convertían su esfuerzo y sacrificio en una acción baldía. Patriotas. Esos son los verdaderos patriotas.
Con las llamas apagadas, queda un panorama de cenizas y desolación. Tanta riqueza paisajística, faunística, micológica, ganadera, arbórea, tanta riqueza consumida por el fuego. Y una de las zonas más olvidadas y empobrecidas de España, todavía más empobrecida y castigada.
Abandonar a los pueblos y las gentes de la Sierra de la Culebra a su suerte ahora no sería de buenos compatriotas. Las administraciones tienen que ponerse hombro con hombro primero a dar soluciones al drama social y humano ocasionado por el incendio. Con generosidad. Pero también con agilidad y determinación.
Nada de planes eternos, que la gente tiene por costumbre comer a diario. Hace falta un plan de acción en materia social, en materia medio ambiental y en materia ganadera y agrícola. Hay que acudir al rescate con más decisión y determinación de la que se acudió al fuego. Y, por su puesto, tratándose del mayor y más dañino incendio de las historia de Castilla y León y uno de los peores de España, hay que explicar y aclarar las actuaciones y decisiones de los responsables políticos. Para que no queden dudas, más allá de la comprensible ira que pueda ocasionar una tragedia de esta magnitud. De momento, rige, y no debe dejar de hacerlo, la presunción de inocencia, incluso para la política.
Hay que explicar qué ocurrió y cómo se actuó. Hay que escuchar a los dirigentes, pero también a quienes se jugaron la vida cara a cara contra las llamaradas. Y hay que escuchar a los habitantes y a sus alcaldes, los representantes más apegados al territorio y su realidad. Hay que escucharles para saber cuál es la ayuda más inmediata que necesitan. Y hay que procurársela con inmediatez. Es lo que urge, atender, entender y ocuparse de la gente. El incendio de la Sierra de la Culebra, nos merma a todos, que nadie lo dude. Por eso la solidaridad y el Estado de Bienestar tiene que ponerse al frente de lo esencial. Y los políticos, los primeros, dando la cara, aunque no les resulte agradable, ante los ciudadanos. Para conocer de primera mano el problema. Algún consejero implicado en asuntos ganaderos y de Desarrollo Rural debería empezar a aparecer, aunque sólo sea para justificar el salario. Pero no sólo ese. Acción política es acudir a dar trigo, no predicar desde púlpitos lejanos.