La migración ayuda a paliar en parte la pérdida de población
HABLAR DE POBLACIÓN en Castilla y León es hablar de pérdida de habitantes. Si se habla del padrón municipal, la Comunidad ve cómo pierde una y otra vez castellanos y leoneses; si es de saldo vegetativo, es decir la diferencia entre el número de nacimientos y las muertes, de lo que se realiza el análisis, la sangría es aún mayor; y, hasta ahora, si el análisis tenía que ver con el saldo migratorio, tanto el que llega de fuera, de otros países, como el interior, venidos de otras comunidades autónomas, la cuenta de población también salía en negativo.
Una tendencia en números rojos, en lo que a saldo migratorio se refiere, que los últimos años se rompía y deja a la Comunidad con un saldo positivo, ya que vienen más de los que se van. Y así vuelve a suceder en el último, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en los de nuevo se refleja que la migración, la extranjera y de otros territorios del país, está amortiguando la pérdida de población de la Comunidad, que sigue siendo muy importante, pese al buen saldo migratorio.
Miles de personas deciden asentar su vida en esta tierra, lo que está ayudando a paliar esa pérdida de población que es uno de los males endémicos, por no decir el gran mal endémico de Castilla y León. Un fenómeno, el del saldo migratorio positivo, que alcanza además a las nueve provincias de la Comunidad, se contrapone el saldo vegetativo, negativo en todas ellas. Eso sí, una vez efectuados los cálculos solamente Ávila obtiene un crecimiento de población, en concreto de 215 habitantes. El resto, aunque atenuados, siguen en números rojos. Pero eso no es óbice para que quede claro y sea reseñable que la migración se evidencia como esencial para ese asentamiento de población en la Comunidad y no sólo en el mundo rural, que también y sobre todo porque es sin ningún género de dudas el que más sufre la lacra de la pérdida de población.
Las buenas cifras del saldo migratorio, que además se mantiene constante durante los últimos años son la evidencia palpable que lo que la migración se está convirtiendo para, al menos en un primer momento, ir frenando y amortiguando la tendencia alcista, en lo que a pérdida de población se refiere, cuando comenzando a revertirla; y el mejor ejemplo es el caso de Ávila.
Es necesario articular políticas desde las administraciones para que siga consolidándose esta tendencia y para lograr frenar la sangría poblacional. Políticas que tienen que llegar del trabajo conjunto de todas las administraciones, pero principalmente de la autonómica y la central.