Diario de Valladolid

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LA enseñanza está que echa humo con los currículos y los libros de texto que impone la LOMLOE oe oe oe. La ministra Alegría, que tiene apellido de juerga y bacarrá, quiere imponerla en septiembre cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Quien ha caído es el secretario de estado de Educación, Alejandro Tiana que, al parecer, no estaría de acuerdo con los currículos y sus contenidos. 

Un buen ejemplo para profesores hipnotizados, que se limitan con indiferencia sostenida a recibir su nómina mensual, y a tragar sapos y culebras. Ni siquiera han reaccionado ante la desvergüenza de esos adelantos ideológicos y sectarios que las editoriales del régimen, a modo de aperitivo, suministrarán en sus libros de aprendizaje para el alumnado. Unos textos tergiversadores, de una mangonería política infecta que adoctrina hasta el corvejón, y que se pasa por el arco de triunfo la historia, la ciencia, y el pensamiento.

Su aplicación simplista y chabacana llegaría incluso a las matemáticas con planteamientos tan obscenos y llenos de miseria política como este supuesto problema general y básico a resolver por alumnos de primaria y secundaria. A ver, chicos, había tres del PP en una canasta y de repente se cuela uno de Vox. Pregunta: ¿cuántos de extrema derecha hay? Respuesta correcta: cuatro. Tiene huevos la huevera. 

Pero ojo al parche porque la Universidad tampoco se libra. Un hecho real que me contó ayer mismo un compañero, catedrático de una célebre facultad de Traducción. En la evaluación que hacen los alumnos a la asignatura, una alumna aventajada, con faltas de ortografía, lo acusó de no hablar sobre mujeres traductoras en la historia. Respondió que hablaba de las pocas que la historia recogía, y añadió el investigador alucinado: echo de menos en esa historia  a los/las traductores/as trans. La imbecilidad al cubo, señores.

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