Diario de Valladolid

FRAN SARDÓN

¿Nos da tiempo a pensar?

Fran Sardón es presidente de PREDIF (Plataforma Representativa Estatal de personas con Discpacidad)

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En un mundo hiperconectado en el que la información vuela de un lado a otro del planeta a una velocidad nunca vista, en un mundo en el que nos enteramos al minuto de todo lo que está ocurriendo en cualquier lugar y en cualquier rincón por muy lejano que este se encuentre, en un mundo en el que sabemos muchas cosas de muchas personas y muchas personas conocen muchas cosas de nuestra vida, en un mundo en el que nos vemos empujados a tener que opinar raudos y veloces sobre cualquier asunto como si estuviéramos participando en un concurso de preguntas y respuestas resulta que es un mundo en el que no nos da tiempo a pensar.

Parece algo paradójico y sorprendente. Estamos más informados que nunca sobre todo tipo de cuestiones, escuchamos opiniones de un lado y del otro, incluso del más allá, y sin embargo parece que es ahora, en este preciso momento de la historia, en el que nos cuesta más pensar y construir nuestra propia forma de ver lo que acontece a nuestro alrededor. Nuestra singularidad se está difuminando y perdiendo su forma única e inigualable.

Sobre una cuestión que se cuela por alguna de las miles de rendijas por las que nos aparece información un día cualquiera, como bien podría ser hoy mismo, si sospechamos que puede generar algún tipo de disputa o conflicto nuestra primera reacción no es dedicarle cinco minutos, sí, tan solo cinco minutos, para profundizar más sobre esa cuestión y formarnos una opinión derivada de un acto de reflexión. Nuestra primera reacción es averiguar de forma rápida qué están opinando los demás y no me refiero con los demás a las personas que se encuentran cerca de nosotros, físicamente, en ese momento, no, me estoy refiriendo a los demás, a los que pueblan las redes sociales con nombre o apellidos u ocultos tras un pseudónimo, nos da igual. A esos demás me refiero, a los que rápidamente ya han escrito un breve y jocoso comentario con la intención de generar una corriente de opinión a la que los demás, o sea, nosotros, nos sumaremos en función de que veamos que una mayoría elocuente también se suma y se convierte en la corriente a seguir. En un mundo hiperconectado puede dejarnos en mal lugar que no estemos al tanto de todo lo que ocurre o de cualquier cosa que ocurre y puede llegar a sonrojarnos el que no tengamos una opinión formada sobre tal o cualquier cosa.

El problema es que no tenemos tiempo para pensar o no le dedicamos el tiempo necesario, cinco minutos al menos, para pensarnos cómo reaccionar hacia tal o cual cuestión. Nos vemos empujados a posicionarnos y como si tal cosa lo hacemos a riesgo de equivocarnos y de errar, sin estar muy seguros de las consecuencias de nuestra precipitación, consecuencias que pueden pasar por estar traicionando a nuestra propia conciencia o a nuestros propios principios. Los seres humanos somos contradictorios por naturaleza, pero puestos a adjurar al menos que sepamos que lo estamos haciendo y que también tengamos claro el por qué lo estamos haciendo y que no lo hagamos por falta de tiempo o por no dedicarnos el tiempo suficiente para saber lo que estamos haciendo y, simplemente, nos dejemos llevar. 

En un mundo hiperconectado en el que todos vemos lo que estamos haciendo al minuto hemos aceptado como una obligación dedicarnos tiempo para cultivar nuestra imagen exterior y eso está muy bien, pero sin embargo no nos dedicamos mucho tiempo para pensar, porque pensar, entendiendo pensar como un acto de reflexión que nos ha de llevar por senderos en los que estemos dispuestos a cuestionarnos lo que hemos leído, lo que hemos oído o lo que nos han contado para poder construir nuestra propia opinión y nuestra propia razón, nos lleva mucho tiempo y podemos correr el riesgo de no llegar a opinar de una forma rápida y automática sobre la cuestión que nos ha abordado de forma inesperada. 

La pregunta que me asalta después de escribir estas líneas es que si de verdad estamos obligados a opinar sobre todo y la primera respuesta que me viene golpeando mi cabeza con insistencia es que para opinar minimizando riesgos y opinar respetando nuestro propio yo necesitamos al menos cinco minutos y sobre las cuestiones que nos generen dudas en lugar de opinar a la ligera sin medir las consecuencias mi opinión es que escuchemos y leamos más y, si puede ser, durante más de cinco minutos al día.

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