Diario de Valladolid

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MIS VACACIONES no destacan por nada. Absolutamente por nada. Ni muy lejos, ni muy caras, ni muy largas. Pero... pensándolo bien, ojo, que quizá sí. O eso creo yo. Me gusta alejarme de la rutina. No tanto de la mía, que en lo cotidiano no me apetece incluirla en el menú del día, sino en relación con lo socialmente habitual.

No cabe duda de que las obligaciones laborales imponen un ritmo, un horario, unas responsabilidades. Indudable e incorregible. Es así. Pero tampoco resulta de lo más entusiasmante permitir que ese eje sea el único sobre el que gire nuestro día a día. Siempre hay motivos, muchos y muy diversos, para salirse de la carretera principal y abandonar las grandes rutas, para descubir vías secundarias, e incluso caminos abruptos (siempre que se cuente con un espíritu 4x4), y de ese modo descubrir nuevos paisajes existenciales.

No siempre es fácil diseñar la propia vida, aunque me da la impresión, por ejemplo, de que cuantas más horas se coloca uno delante de la televisión más nos convertimos en ciudadanos autómatas y grises en nuestra propia historia personal, familiar y social. Siempre estamos poniendo excusas para no hacer esas cosas que juramos que nos harían muy felices, que son un anhelo que lleva mucho tiempo esperando para convertirse en realidad. Siempre aparece la indecisión, la falta de empuje...

Sé que no es fácil, sobre todo para quienes tienen una reata de minúsculas personas a su cargo, dejarse llevar por la improvisación (y menos si quieres ver torear a Morante sus 6 toros en El Puerto, pues o has reservado las entradas o no hay tu tía), pero qué duda cabe que el verano debe, o debería, aportar un toque refrescante a la vida.

Y, por qué no, permitir que salga de nosotros un espíritu entre aventurero y explorador, para con nosotros mismos, que siempre hay teclas olvidadas o desconocidas de nuestra propia caja de herramientas, con los demás, y con aquellos lugares que nos reconfortan y nos animan a avanzar hacia un horizonte más amplio, más pleno. Allí donde la rutina duerme.

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