Diario de Valladolid

REGALADO

Cagancho en Almagro o Edmundo en Vallecas

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Y a todas estas, en plena deriva autodestructiva en la que se ha instalado Ciudadanos, Edmundo Bal, hombre serio donde los haiga , se ha ungido con vocación dicharachera y decidió saltarse el cierre perimetral madrileño para meter el cuezo en lo que se cuece en Castilla y León para decir que la decisión de suspender la AstraZeneca es «prudente y acertada». Lo que tiene hablar de todos, hablar por hablar, sin saber de nada es que a poco quedas como Cagancho en Almagro. En este caso como Edmundo en Vallecas.

Dicho lo cual, y por deducción lógica de silogismo simple, Edmundo, ¿quiere decir que la indecisión de Andalucía, donde también gobiernan los suyos de no suspender la AstraZeneca ayer de forma unilateral es imprudente y desacertada? O el presunto dardo de este hombre serio metido a dicharachero de la mañana a la noche cuando le llamó su antecesor Ignacio Aguado para decirle que había tenido un sueño y que este consistía en que había visto la luz, le había deslumbrado el fogonazo, y había pensado que mejor que se diera Edmundo el topetazo en las elecciones de marzo y así nadie le iba a atribuir a él colocar la lápida y su día sobre lo que un día fue el proyecto naranja de Albert Ribera.

Espabilado que es Aguado, que no le coge el tren ni aunque descarrile. Pues no pensó Edmundo en Andalucía, que será lo poco que quede de su partido cuando a él le pasen por la urnas los madrileños y le inoculen el virus de la inexistencia política. Y para esto no hay vacuna. Es irreversible, como los pantalones de pana. Y si la hay, lo prudente hubiera sido suspender la vacunación de censura de Murcia antes de empezar a inyectársela sin haber comprobado clínicamente los efectos adversos. La política, a veces, sí que es una pandemia.

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