La Fundación Siglo y los chiringuitos indescifrables
Estábamos en esto es de la pandemia y sus consecuencias y de repente descubrimos que lo que hace un año en campaña y negociaciones de pactos eras chiringuitos ahora resulta que son instrumentos políticos útiles. Es el caso de la Fundación Villalar que hace un puñado de meses se iba arrojar por el retrete de la regeneración y estaban a punto de tirar de la cadena y resulta que el problema era el nombre. Ahora se llamará Fundación Castilla y Léon y dejará de ser un chiringuito, o así. Pero más llamativo es el caso de la Fundación Siglo, cuya defensa numantina ejerció ayer su director, el controvertido Juan Gonález-Posada, sin saber que el grupo que lo colocó en el cargo, Ciudadanos la demonizó antes de acceder al gobierno como uno de los sumideros de enchufismo y chollos varios armados por el PP en sus 36 años de gobierno. Y resulta que ahora no sólo es útil, sino que es imprescindible. Claro que lo que no se sabe es qué defendió ayer el director, si su empleo o la viabilidad de la Fundación, denostada unánimemente por la oposición. La conexión de González-Posada para llegar al cargo, tiene más que ver con el viceconsejero que con el consejero, Javier Ortega, al que, por cierto ayer González-Posadas desautorizó en sede parlamentaria cambiando todos los planes exhibido no hace mucho por el consejero. En sede parlamentaria y ante el asombro de la bancada de PP y Ciudadanos, que hacía tiempo que no asistían a una intervención con tanta esquizofrenia política. Dicho lo cual no estaría de más que en esa consejería los altos cargos empezaran a ganarse el sueldo. Y todavía no se sabe qué ocurre en ese departamento abarrotado directivos que no deciden nada. Tal vez estén un poco alienados, como dijo González-Posada en un lapsus que dio lugar al lucimiento del procurador de Podemos Pablo Fernández.