Diario de Valladolid

EDITORIAL

Los muertos son ya más de lo que dicen las estadísticas

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Es posible que todavía no seamos conscientes, al menos numéricamente, de la dimensión de la tragedia a la que nos enfrentamos. Es posible que haya que esperar a que pase este infierno inesperado para que comprobemos el calado numérico del dolor que nos está dejando esta guerra, que cada día es más cercana e inmediata para cualquier ciudadano. 

Pero de momento, lo que está claro es que las estadísticas de mortalidad no engloban todos los fallecidos. Lo aclaró ayer la Junta a preguntas de este periódico con la misma transparencia que ha ejercido durante toda la crisis. No todos los fallecidos procedentes de residencias de ancianos se contabilizan en los datos globales que incorpora la Junta en su espléndido portal de datos abiertos. Sólo se están contabilizando los que viviendo en una residencia han fallecido en un hospital. Es decir, la cifra total es superior ¿En cuánto? No se sabe. La cuantía mayor corresponde a los que han perecido por Covid-19 en las residencias. Pero esa especificación todavía no es conocida. De momento, la Consejería de Familia no establece este criterio que arrojaría más exactitud a la mortalidad total y que, en cualquier caso,  va a ser superior a la que conocemos.

Es normal que el aluvión de datos y el descomunal trabajo que está suponiendo la gestión de la crisis no haya permitido toda la claridad necesaria. Pero es oportuno que Familia aclare con la mayor celeridad, a ser posible desde hoy mismo, los fallecidos en la residencia y en el hospital porque de esta forma se ofrecerá una imagen más acercada a la realidad de la tragedia que vivimos, que principalmente se traduce en pérdida de vidas humanas. La tragedia social y económica, que ya se está germinando, llegará después. Cuando aparezca el desolador panorama económico que va a dejar esta pandemia tras de sí.

La alta mortalidad, como también deja claro el análisis de las cifras generales de fallecidos en Castilla y León por cualquier caso durante el primer trimestre y que hoy publica este periódico, es la mejor evidencia de la imperiosa necesidad de cumplir las normas, el confinamiento y las directrices de nuestras autoridades. Las normas se cumplen (a rajatabla) o la gente muere. Parece que estamos en el momento de cambio de tendencia de la curva de contagios.La de muertos sigue en proceso ascendente. Cualquier relajación ahora podría ocasionar un cambio en esa tendencia de la curva. Y por tanto un cambio a peor todavía en la tendencia de la mortalidad.

Toda contundencia es poca y toda exigencia es escasa ahora. Por eso también es oportuno disponer de los datos más reales posibles para hacer consciente a la población de que lo que nos jugamos es seguir viviendo. Imprescindible para, tras esta pesadilla, volver a levantarnos y reconstruir la devastación social, laboral y económica que dejará el virus a su paso.

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