Diario de Valladolid

Creado:

Actualizado:

LA trascendencia social y sentimental que ha tenido la inesperada muerte de José Pinto ha puesto de manifiesto, no solo el cariño de la gente, sino también una lectura que conviene repasar. Para los que no conozcan a José Pinto, su historia empieza en el 61. Hijo de maestra portuguesa y ganadero, aprendió a leer a los tres años. Dejó los estudios de veterinaria para quedarse con sus padres en el pueblo Casillas de Flores. Ganadero a título principal durante 22 años. Sin abandonar su pueblo, su sonrisa y sus vacas, y sin renunciar a la comarca del Rebollar que le vio nacer, José Pinto trasladó a la opinión pública la mejor imagen que se ha dado sobre el medio rural y la vida en un pueblo. Durante una década irrumpió en buena parte de los programas, de los denominados culturales, de la televisión nacional. ‘Jóse’, con acento en la o, como le llaman los de Casillas de Flores, los mismos que en el bar Las Peñitas seguían fieles sus apariciones en televisión a la hora del café, fue un campeón. ‘Saber y ganar’, el veterano programa de La 2, ‘Pasapalabra’ y, últimamente, ‘¡Boom!’ con sus lobos fueron, entre otros, los escenarios donde alcanzó cotas de popularidad extraordinarias por su simpatía, su nivel cultural y sus permanentes guiños a Salamanca, a los ganaderos, a los pueblos y a toda la tierra de Ciudad Rodrigo, que el otro día le despedía con un enorme «Gracias» sobre la fachada del ayuntamiento y lágrimas en los ojos, por el pregonero del Carnaval del Toro que no pudo acudir a la cita porque se fue con todas las respuestas y sin despedirse. Jamás un paisano normal, sin sangre azul, sin finca en la dehesa ni escaño en el poder, había conseguido dignificar de la forma que él lo hizo, al medio rural, a El Rebollar, su tierra rayana con lengua propia, la palra. De ahí que estos días le llorásemos toda España y Portugal.

Tuve el privilegio de compartir muchos sentimientos con José y algunos sueños que no van a quedar en tierra baldía. Pero nos va a costar hacerlo sin el mejor agente secreto: «Pinto, José Pinto», como muy acertadamente plasmó Caja Rural de Salamanca. Por fin alguien entiende el márquetin de verdad. Un banco de pueblo como Pinto. No es hora de reproches. Faltaría más. Pero tiene uno la pena de no haber visto en Casillas de Flores a consejeros y presidentes implicados en el territorio tomando un vino con Pinto, alguien que, con una sonrisa, superaba a las campañas de la Fundación Villalar por mucho.

tracking