Diario de Valladolid

BALONCESTO / PONCE VALLADOLID

Princesas de sangre azul... y roja

. Esther Sevilla y Marina Díaz, integrantes de la generación del 2003, acuden a la llamada de España y se concentrarán en Zaragoza con la selección nacional sub 15, que participará en un torneo preparatorio para el Europeo U16

Las jugadoras de Ponce Esther Sevilla y Marina Díaz posan con la bandera de España-J.M. LOSTAU

Las jugadoras de Ponce Esther Sevilla y Marina Díaz posan con la bandera de España-J.M. LOSTAU

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Guillermo Sanz

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La tradición popular aseguraba que por las venas de la realeza circulaba sangre azul, una leyenda urbana popularizada en el siglo IX que servía para diferenciar a los monarcas del resto del pueblo. Más allá de la realidad científica, el color de la sangre lo determina el color del corazón... y no tiene que ser necesariamente monocromo. Si no, que se lo pregunten a Esther Sevilla y Marina Díaz, que tienen su corazón impregnado con el color azul que abandera Ponce Valladolid y que durante la Semana Santa estará pintado de rojo, color que representa a la selección española, de la que forman parte.

Las dos cadetes del Ponce Valladolid escriben su nombre en una estirpe de internacionales que han defendido el escudo del histórico club de baloncesto. En esta ocasión el brillo de la cantera del baloncesto local se exportará hasta Zaragoza, donde Esther y Marina se desplazarán el próximo martes para formar parte de la selección que Elena Lahoz ha confeccionado para una concentración y un torneo amistoso que servirá para ir tomando notas de cara al Europeo U16 que se celebrará en 2019. De esta manera, las dos jugadora de Ponce querrán dejar su huella en la libreta de la seleccionadora nacional.

Marina Díaz ya había experimentado antes el cosquilleo de una llamada internacional. Fue en verano en una concentración en Íscar. En esa ocasión los entrenamientos fueron los únicos cimientos que construyeron la experiencia, en esta ocasión podrá vestirse de corto para sumar una internacionalidad a su currículum deportivo: «Estoy igual de emocionada, pero tal vez con menos nervios. Yo voy con muchas ganas y espero hacerlo bien para que me sigan llamando», reconoce la pívot, que compagina su papel en el cadete B con su rol en el equipo júnior.

Acudir con la selección es un sueño que la pívot «no se lo podía ni imaginar» cuando comenzó a los 10 años debajo de la canasta motivada por su padre, Jesús: «Me apunté en sexto de Primaria porque mi padre me llevaba a ver partidos y me gustaba el baloncesto», reconoce. Así, después de un año en el Jesús y María, Ponce lanzó las redes sobre una jugadora que destaca por su físico (mide 1,86), por su juego de ataque y, sobre todo, por su capacidad de trabajo, llave que, según asegura, le ha abierto la puerta de la selección cuatro años después de coger por primera vez un balón naranja: «El secreto es pasar mucho tiempo entrenando, dar todo lo que puedes y tomártelo en serio», analiza.

Igual que Marina, su compañera Esther Sevilla es la otra ‘Torre del Oro’ de la que presume la cantera de Ponce Valladolid, que acudirá por primera vez a una concentración con España después de recibir una llamada que no se esperaba: «Me lo dijeron mis padres en casa y no me lo creía, pensé que era una broma», admite la joven pívot vallisoletana, que espera exprimir todo el jugo de la experiencia: «Espero aprovechar la oportunidad y pasarlo lo mejor posible. Lo afronto con algo de presión. No deja de ser la selección española. Sabes que tienes que dar lo mejor si quieres volver», advierte.

Como pasó con su compañera de equipo y de selección, Esther comenzó con 10 años en la aventura del baloncesto. Dejó atrás la gimnasia rítmica y recibió el flechazo de la canasta, que la llevó a practicar un nuevo deporte. Lo hizo en su colegio, Ponce de León, a las órdenes de Álex Arenas, cuyo papel destaca la jugadora. Su talento despertó el interés de Tató Martínez, que la reclutó para Ponce Valladolid, donde juega desde infantil. En la actualidad multiplica esfuerzos para jugar en el cadete A, el cadete B y el juvenil.

Tras cinco años de trabajo, Esther Sevilla, que explica qué motivos le han podido sellar un billete de Ponce a la selección nacional: «Yo creo que más que algo táctico ha sido por el sacrificio de estos años. Me lo estoy trabajando mucho», confiesa la pívot, que reconoce que su altura «da puntos. Creo que jugando soy más de equipo que individual y se me da mejor la defensa que el ataque», analiza la vallisoletana, que apunta como ‘responsables’ de este sueño a sus «se lo agradezco a mis padres y a mi hermana Sara por todo el apoyo que me han dado y por todos los partidos que se han comido», bromea Sevilla.

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