Rueda de botarates
QUIZÁ sea casualidad, o acaso que seguimos una insaciable deriva bellaca. Lo cierto es que este otoño nos acechan las historias abyectas. De los cabestros de San Fermín, que quisieron ser manada olvidando que el marraneo hace rebaño en piaras, a los excursionistas del Cares, que para entretenerse arrojaron a un jabalí enfermo al precipicio, y a los cazadores que en una montería de la Pernía palentina dispararon a un oso pardo, como si el plantígrado entrara en la puja. Los remató Rodera con la contundencia del humor en su Décima Provincia, donde un alipende escopetado reflexiona: «Acusarnos precisamente a nosotros de poco ecologistas…Nosotros. Que estamos con los animales a muerte».
También un botarate de Tragsa se hizo retratar sujetando por las orejas a un lobo muerto. Tragsa es una empresa pública instrumental, que preside la ministra de Medio Ambiente de Aznar, Elvira Rodríguez, y pregona su dedicación a transformaciones agrarias, servicios de emergencia, acciones de desarrollo rural y conservación de la naturaleza. Así que andaba orientado el colgador.
Pero no concluye ahí la baraja de pesadillas otoñales. Enseguida asoma el gobernador palentino del aznarato Luis Vicente Moro, quien se revela como experto palanganero y bocazas en la cháchara de delincuentes con el granuja Ignacio González. Su sapiencia putera evocó el esplendor de Monzón, así como la ruta golfa de los legionarios romanos en camino de Tarragona a León, y en una fabada con el obispo Palmero, delató a las rubias espectaculares que ingresaban en los conventos y a los dos meses, ya con permiso de residencia, decían hasta siempre a la celda.
Semejantes revelaciones del poncio Moro demuestran que el aznarato colapsó de podredumbre, porque traficaban Correa y Rato, pero también el perillán González y este Moro, ascendido en 1998 a delegado del gobierno en Ceuta. Aunque tampoco su temporada ceutí (1998-2004) fue de sosiego. Ni la estancia palentina fue su primer contacto con nosotros, pues ya había ejercido como capo de los sindicatos verticales en Segovia, en los amenes del franquismo.