Diario de Valladolid

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«MUCHO puede la muerte en agosto», repicaba Umbral, antes de agostarse él mismo hace ya una década. Este agosto nos ha birlado a Basilio Martín Patino, decano de los cineastas españoles, que en mayo de 2011 filmó sin apostillas la revuelta pacífica de Sol. Sin escolios ni enmiendas, porque Basilio dominaba como nadie el ejercicio de la libertad. Este año la crónica política ni siquiera decae en agosto, aunque ya no se estilen aquellos estrenos de temporada que Aznar se marcaba en Quintanilla y Zapatero en Rodiezmo.

Tampoco cesan los usos desvirtuados de la guardia civil, que dejó de ser caminera para convertirse en aeroportuaria. Acabamos de contemplar su manejo en el Prat barcelonés, para hacer la cobertura a los empleados de Eulen, empresa de los herederos del marqués de Crémenes, mientras siguen sin averiguarse los causantes de los incendios rurales, porque ese enigma no inquieta el descanso de ningún jerarca principal. Así que el gobierno se lleva a los guardias a inspeccionar pasaportes de vuelo, control asignado aunque cueste creerlo, a los curritos de Eulen.

Donde tampoco se cumplirán las previsiones del coitado Íñigo de la Serna, que es el ministro de rodaduras en turno anunciante, va a ser en la travesía veloz de Pajares, a pesar del tirón presupuestario de Foro Asturias. Nadie duda ya que los asturianos resultaron los más incautos en la negociación de la piñata presupuestaria. De hecho, se comprueba ahora que con sus cuentas y modificados no hay para que el Ave atraviese los túneles antes de que concluya la legislatura.

Tampoco figura en esa escaleta de inversiones el requilorio preciso para reparar el jarreo anual por el boquete de los túneles de ocho millones de litros desde León a Asturias. Así que habrá que afinar más el pellizco en presupuestos sucesivos. Porque, si bien en el trámite participa gente de tronío, nunca hasta ayer pensaron que los derrames iban a tener que ser reparados antes de inaugurar la circulación por los túneles. Ahí no caben disimulos ni invocaciones de tío pásame el río, que me constipo.

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