CULTIVOS
La cosecha de patata se marca un listón de 350 millones en Castilla y León
La escasez de tubérculo en el mercado por la floja cosecha en el sur y lo poco disponible de Francia elevan el valor / Los agricultores reciben más de 50 céntimos, el precio más alto de la serie histórica
La cosecha de patata en Castilla y León se barrunta histórica no en producción, pues se espera alrededor de un 10% menos que el año pasado, pero sí en el valor de esa producción. Y es que la corta recogida en el sur de España y las cifras bastante justas de Francia causan cierta escasez de patata en el mercado, lo que empuja los precios hacia arriba con fuerza. Los productores apuntan a que se está pagando al agricultor «a más de 50 céntimos el kilo», más todavía que el año pasado y el año anterior, que anotaron el segundo y primer mejor precio del siglo con una media de 30,83 y 34,65 céntimos el kilo, respectivamente.
Si uno quiere precisar más el precio dicho por los agricultores y acude a las cifras oficiales, se encuentra con que el precio medio del tubérculo en la segunda semana de julio, última con datos disponibles, es ciertamente mayor, en concreto a 55,09 céntimos el kilo. Se trata de un precio que, de mantenerse, será el más elevado de la serie histórica, muy lejos de los 10,04 céntimos de 2017 o de los rácanos 7,21 céntimos de 2014. Una tarifa definitivamente alejada de los 6,40 céntimos el kilo que cobró el agricultor en 2009, el año con el precio más arrastrado en lo que va de siglo.
Eso sí, la disminución de cosecha respecto al año anterior será sensible, pese a que se han cultivado 362 hectáreas más, hasta un total de 17.290. Las lluvias parecen no haber mejorado lo suficiente la producción y la planta se ha resentido con el intenso calor, por lo que se estima una producción entre un 10 y un 15% menor. Eso significaría bajar de las 807.269 toneladas cosechadas el año pasado en las nueve provincias de la Comunidad a unas 726.542, pero mientras la cosecha de 2023 podría valorarse en unos 250 millones de euros, la de 2024, si los precios se mantienen por encima de los cincuenta céntimos, podría repuntar hasta superar los 360 millones –400 en el caso de mantenerse el último precio oficial—.
La superficie de patata sembrada en Castilla y León —primera comunidad autónoma productora de España, con más del doble que la segunda de la lista, Galicia—, ha subido en esta campaña un 2,14% respecto a la campaña anterior, de 16.929 hectáreas a las ya mencionadas 17.290. Aun así, la superficie sembrada está lejos del récord en lo que va de siglo, el año 2001, que anotó 26.628 hectáreas de patata distribuidas en las nueve provincias de la Comunidad. El año 2017 fue el último en el que se superaron las 20.000 hectáreas (20.433). La cosecha tampoco será de plusmarca, el primer puesto del siglo lo ocupa la de 2009, con más de 1.036.000 toneladas. Precisamente ese año de récord fue en el que peor se pagó el tubérculo, solo 6,40 céntimos el kilo, lo que lleva a un valor global aproximado de algo más de 66 millones de euros, más de cinco veces menos de lo que apunta la campaña en curso.
La fluctuación de precios ha sido siempre la peor amenaza para los productores de patata que, en algunos años, ha sido considerada «cultivo de riesgo», siempre en función de su abundancia o escasez en el mercado. Por eso las asociaciones del sector han intentado que se cultive progresivamente, para que no se produzcan picos de producción que provoquen caídas de precio.
Ejemplo de esa fluctuación fueron los años posteriores a ese 2009, con 16,41 céntimos en 2012; 9,83 en 2011, 17,30 en 2012 y 21,22 en 2013. Los dos últimos ejercicios, que encadenan los dos precios más altos, estuvieron precedidos de dos a bajo precio, con 14,39 céntimos el kilo en 2020 y 15,31 en 2021. Esas fluctuaciones, y el desastre de 2017, que volvió a las andadas con 10,04, han propiciado que la superficie de cultivo no haya vuelto a alcanzar el listón de las 20.000 hectáreas desde ese año.
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Aun así, la tradición de cultivar patata continúa firme en los agricultores de Castilla y León. Las principales provincias productoras son Valladolid, con 4.714 hectáreas cultivadas en esta campaña según datos de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural; muy cerca Salamanca, con 4.707; Segovia, con 1.819; Burgos, con 1.677 y Ávila, con 1.333. Ya a distancia siguen Zamora, con 853 hectáreas; Palencia, con 726 y en último lugar Soria, con 281.
La última cosecha con datos cerrados, la de 2023, que alcanzó, como se ha dicho, 807.269 toneladas, se distribuyó en 69.604 recogidas en Ávila, 72.545 en Burgos, 56.266 en León, 28.688 en Palencia, 200.358 en Salamanca, 83.520 en Segovia, 12.920 en Soria, 241.953 en Valladolid y 41.415 en Zamora.
Superficie
«Estamos poco más o menos con las mismas hectáreas que el año pasado, apenas un 2% más. Se han escalonado muchísimo las siembras este año, porque hubo mucha lluvia al terminar el invierno, con lo cual se ordenaron gradualmente las variedades tempranas con las de ciclo medio o un poquito más tardío», explica en respuesta a este periódico el presidente de la Asociación de Productores de Patata de Castilla y León (Appacyl), Eduardo Arroyo.
«Esto lo que ha supuesto es que se está arrancando ya la patata en Castilla y León desde hace casi 15 días, pero sobre todo desde la última semana ya hay bastantes parcelas que se están arrancando. Se está intentando dar abasto a los embolsadores y a los operadores, a pesar de que no se llega a abastecerles, porque el mercado ha llegado muy vacío de Andalucía y de Cartagena, hasta el punto de que casi hemos tenido miedo de que hubiera habido un corte, de no haber empezado aquí y haber terminado allí, que normalmente no suele pasar. Pero veníamos de unos arranques con muy poca producción en Sevilla y en Andalucía. Las lluvias les han perjudicado a la hora de la producción», añade Arroyo. «A pesar de que era una calidad bastante buena, ha producido muchísimo menos que otros años».
Esa circunstancia ha supuesto dejar el mercado «casi vacío», de tal manera que cuando ha entrado Castilla y León a arrancar «hay unas necesidades muy grandes por parte de los operadores y de los embolsadores, con lo cual se están secando patatares, quemándoles para adelantar la cosecha y poder arrancar antes, y también estamos viendo que no viene la producción que venía el año pasado. Viene entre un 10 y un 15% menos de producción que el año pasado en los patatares de Castilla y León. Esto supone que no abastecemos todo lo que queremos el mercado, sino que abastecemos todo lo que podemos», precisa.
Esa falta de abastecimiento también está propiciando que los precios no se caigan, sino todo lo contrario, apunta el presidente de los productores de patata de la Comunidad. «Están firmes, están manteniéndose y pensamos que se pueda alargar a medida que vaya avanzando la cosecha y la campaña aquí en Castilla y León. Porque, claro, no hay mucha cosecha de patata, porque un 10 o un 15% se pierde bastantes kilos por el camino. Las necesidades son máximas porque hay que abastecer un mercado que está vacío, a diferencia del año pasado».
Concreta Arroyo que los precios que se barajan en Castilla y León «están por encima de los 50 céntimos. Creo que son unos precios muy buenos, sin duda, para el agricultor, pero sí es verdad que tiene menos producción, no obtendrá tanto como aparenta», subraya.
«A pesar de eso, los agricultores están cómodos, están contentos y, prueba de ello es que se ha sembrado alguna hectárea más este año, porque los agricultores vienen de un año que bastante cómodo también en precios, y este año apunta a que también, puesto que las necesidades de producto son muy grandes, cada vez más». Por otro lado, otros países de Europa «tampoco están presionando mucho con cantidades grandes, porque tampoco tienen mucha producción. Y, sin embargo, sí que tienen unas grandes necesidades por las enormes industrias que se han abierto al norte de Francia». Todo ello forma «un cóctel» que «pone al cultivo de la patata en los primeros puestos de apetencia al agricultor», a juicio del presidente de Appacyl.
Rendimientos
En cuanto a los rendimientos, lo que se sabe con más certidumbre es sobre una variedad temprana que es prácticamente todo lo que se está arrancando estos días. «Se trata de la variedad colomba, que tiene un ciclo de 90 días y, por eso mismo, ya se está arrancando. Esta está produciendo en torno a unas 40 o 45 toneladas por hectárea, cuando siempre estaba en torno a las 50 esta variedad», remarca Arroyo.
Sobre las otras variedades, que empezarán a arrancarse en los próximos días como las lucinda, las soprano o las rojas, «lo que se ve ahora mismo, con algún arranque puntual en alguna mata, es que la producción va a ser similar, no van a ser grandes producciones. Va a ser un año de producción más bajo que el año pasado, porque las temperaturas altas bloquean los cultivos, y claro, ahora mismo tenemos unas temperaturas muy altas y posiblemente se pare el cultivo. Un cultivo en una variedad que es más de ciclo medio, más tardía, si se para, pues deja de producir», señala Arroyo. «Por eso estamos ante una producción entre un 10 y un 15% menor».
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Y es que, aunque el año pasado las lluvias favorecieron bastante la producción, este año no ha ocurrido lo mismo. «Venía ya el ciclo de tempranas prácticamente terminado, pero tampoco vemos en el ciclo medio que venga con una producción alta, todo lo contrario. Estamos viendo que quizá viene hasta un poco retrasada el ciclo medio y el ciclo tardío», precisa.
Por otro lado, «como tenemos ya muy escalonada la siembra, si se nos retrasa un poco, posiblemente incluso pueda quedar algún puente de vacío. Esperemos que no, porque siempre hay mucha gente en Castilla y León que unos siembran antes, otros después, otros al medio, y se va a poder ir abasteciendo. Pero no creo que tengamos picos de exceso de producto en el mercado en ningún momento», añade.
Eduardo Arroyo hace hincapié en que ese escalonamiento es clave para mantener un precio que «a día de hoy está por encima de los 50 céntimos. Esos 50 céntimos son un punto de referencia. No sabemos cuánto va a durar, pero por los datos que tenemos a día de hoy, todo apunta a que no se caerá este precio de la noche a la mañana, y si baja, bajará muy poquito, porque no hay producto».
El presidente de Appacyl pone de manifiesto que en los dos años anteriores el precio de la patata fue bueno para el agricultor. «Por eso creemos que la patata empieza a colocarse en la parrilla de salida como uno de los primeros cultivos que tiene más aceptación para el agricultor de regadío de Castilla y León». Y es que «está teniendo muchísima aceptación, a pesar de que sabemos que es un cultivo que exige mucha mano de obra, por una parte, y tiene unos costes elevadísimos de producción, por encima de los 10.000 euros por hectárea».
Mano de obra
En efecto, el cultivo de la patata es uno de los que más mano de obra necesitan, sobre todo en el momento de la recogida. Los productores apuntan, lo mismo que en otros cultivos similares, que últimamente es complicado encontrar jornaleros. «Ahora mismo estamos trabajando. Yo tengo abiertos dos cortes, uno aquí en Ataquines (Valladolid), y otro en Madrid, donde estamos arrancando también. Estamos abastecidos con jornaleros de Marruecos, y también hay bastantes cuadrillas de rumanos y de búlgaros», relata Arroyo.
«Pero, efectivamente, hay muchas dificultades, con muchos esfuerzos para que todo se haga conforme a la ley, puesto que en muchas ocasiones esas cuadrillas llegan rozando la ilegalidad, intentando no cumplir con los trámites contractuales y los derechos de los trabajadores», señala el presidente de Appacyl.
«Se está intentando hacer cada vez mejor, ellos tienen buenos márgenes, ganan bastante para sacar buenas peonadas de los días que recogen patatas, lo que les permite a ellos cumplir con la normativa, y a nosotros ir mucho más tranquilos con gente que está legal, porque siempre les pedimos y les exigimos que estén legales porque si no, no les contratamos», relata.
El tradicionalísimo cultivo de la patata presenta unas características propias que ha llevado a los productores, durante décadas, a luchar unos contra otros en el mercado para ver quién arrancaba antes para vender el tubérculo, pensaban, a precios mejores, ya que una vez abastecido el mercado caía la cotización. Durante décadas algunos productores intentaron crear entidades que coordinaran, de alguna manera, el ritmo de salida al mercado del tubérculo, ya que eso sería lo que realmente pudiera mantener unos precios razonables para el agricultor.
Esa coordinación que logre efectuar siembras de forma paulatina se va logrando poco a poco. Por poner algunos ejemplos, aparte de la labor de la Asociación de Productores de Patata de Castilla y León, hace pocos años se creó en la Comunidad la largamente esperada Interprofesional de la Patata, integrada por organizaciones representativas de la producción, la transformación y en su caso, la comercialización de un producto concreto.
Las iniciativas no dejan de sucederse. Por poner otro ejemplo, a principios de este año la localidad vallisoletana de Medina del Campo se integró en la Asociación de Pueblos Productores de Patata, donde ya estaban representados los municipios de El Carpio (Valladolid), Soto de Cerrato (Palencia), La Bañeza (León) y Valle de Losa (Burgos).