Diario de Valladolid

A la cabeza en riego por aspersión

Castilla y León es la Comunidad líder con más de 300.000 hectáreas equipadas con este sistema de las 573.000 irrigadas, mientras la Administración autonómica prevé iniciar la extensión de la red en otras 30.000 hectáreas con horizonte en 2026

Aspersores en funcionamiento en un cultivo de regadío.

Aspersores en funcionamiento en un cultivo de regadío.PQS / CCO

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Castilla y León es la Comunidad líder en España de riego por aspersión, con más de 159.000 hectáreas con este sistema, y también en cobertura automotriz, con 148.000, lo que suma más de 300.000 hectáreas, el 36% del total nacional. Así lo corrobora el último informe sobre regadío publicado por Cajamar, con el título 'Regadío y seguridad alimentaria. La situación en España.' El estudio, de 316 páginas, concluye que las comunidades autónomas dominantes en los diferentes tipos de riego son, además de Castilla y León con los sistemas mencionados, Aragón, con 185.000 por gravedad y Andalucía, con 879.000 hectáreas por riego localizado. «Es evidente que las 888.000 hectáreas de gravedad hay que reconducirlas a sistemas de riego más eficientes», apuntan los catedráticos Jaime Lamo de Espinosa y Alberto Garrido, coordinadores del estudio.

Por otro lado, Castilla y León está en el vagón de cabeza en cuanto a extensión de regadío, en tercer lugar de una tabla que lidera Andalucía, con 1.066.593 hectáreas (28% del total nacional), a la que siguen Castilla y León, con 573.002 hectáreas (15%) y Castilla-La Mancha, con 488.455 hectáreas (13%); y Aragón, con 415.998 (11%), según los datos de la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos Cultivos (Esyrce) del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Mapa), referido a 2020. La superficie irrigada total en España suma 3.815.446 hectáreas.

Tras ellas se sitúan Extremadura, Comunidad Valenciana, Cataluña y Región de Murcia. En conjunto, todas ellas representan el 93% de la superficie regada en España. Además, Canarias no posee una gran superficie de riego (19.641 hectáreas), pero destaca por su alta proporción de superficie de cultivo regada, que alcanza el 57% del total.

Castilla y León es, también, la cuarta autonomía que más ha incrementado su superficie de regadío en el periodo 2004-2021. La primera es Andalucía, con 183.240 hectáreas (ha). Le sigue Castilla-La Mancha (119.132 ha), Extremadura (80.810 ha), Castilla y León (32.221 ha), Aragón (32.999 ha) y Cataluña (26.538 ha). Navarra, La Rioja, la Región de Murcia, Canarias, Baleares y Cantabria también han experimentado variaciones positivas, aumentando su superficie regada en menos de 20.000 ha.

Mientas en Andalucía, el aumento de la superficie regada se explicaría en gran medida por el incremento del olivar, el cultivo predominante, y los frutales no cítricos, especialmente el almendro; en cambio, los cereales grano y los cultivos industriales son los que más la han disminuido. En Aragón se observa un crecimiento del regadío en los cereales de invierno (cultivo predominante) y un descenso en las forrajeras. En Castilla y León, comunidad predominantemente cerealista, destaca el aumento de la superficie regada de cereales de invierno y viñedo y la disminución en prados y pastizales, cultivos industriales y tubérculos.

En Castilla-La Mancha, el viñedo (cultivo leñoso predominante), olivar y los frutales no cítricos (almendro) han incrementado su superficie regada, mientras que los cereales grano y las leguminosas la han reducido. Por último, en Extremadura, se observa más superficie regada de olivar, viñedo, frutales no cítricos (almendro), cultivos industriales y forrajeras, sin embargo las hortalizas y los cereales grano la han disminuido.

Regiones como Castilla y León, Aragón y Navarra han incrementado la superficie regada por aspersión (72.064, 53.822 y 32.893 ha, respectivamente). En otras como Andalucía y Castilla-La Mancha ha disminuido (-46.111 y -24.388 ha, respectivamente), según el informe de Cajamar.

Es muy destacable el incremento del rendimiento del agua de riego en los últimos años. Los catedráticos Lamo de Espinosa y Garrido señalan que el aumento de la superficie regada ha ido en paralelo a una evolución decreciente del consumo de agua en términos totales y también por hectárea en toda España. Así, mientras en 2004 el volumen de agua consumida por el regadío fue de 17.807 hectómetros cúbicos (hm3), en 2018, último dato disponible, se situó en 15.494 hm3, lo que implica una contracción del 13%.

El consumo unitario por hectárea ha disminuido incluso de manera más acusada (un 22%), pasando de 5.329 m3/ha en 2004 a 4.163 m3/ha en 2018. A pesar de estos descensos, la agricultura sigue siendo el sector que más agua consume y representa, aproximadamente, un 80% de la demanda total de agua en España.

Según los datos del informe, de los 15.494 hectómetros cúbicos de agua disponibles en España, Castilla y León se anota 2.227, lo que se corresponde con 4.706 metros cúbicos por hectárea y año. Es la tercera Comunidad que más agua distribuye por hectárea, solo por debajo de Extremadura, con 6.291 metros cúbicos por hectárea, y Aragón, con 5.034.

Tamaño

Si se atiende a la estructura de la propiedad, la mayoría de las explotaciones de regadío en Castilla y León, casi una de cada cuatro entre las 27.782 del total, tienen una extensión de más de cien hectáreas (el 24%). La parte menor se la anotan las de menos de cinco hectáreas, solo un 12%. Las fincas de entre 5 y 20 hectáreas suponen el 23% del regadío total de la Comunidad, mientras que las de entre 20 y 50 hectáreas suman otro 23%. Por último, las comprendidas entre 50 y 100 hectáreas se llevan el 19% de la superficie de riego restante, siempre según el mismo informe presentado por Cajamar.

La Administración autonómica se marcó en 2022 el reto de Legislatura de iniciar actuaciones sobre 30.000 hectáreas, con horizonte en 2026. En materia de modernización de regadíos, la previsión es ejecutar las actuaciones ya comprometidas e iniciar las modernizaciones en las zonas del Carracillo en Segovia, Bajo Carrión en Palencia y el Canal de Ines-Eza en Soria. En conjunto, todas estas actuaciones suponen 6.873 hectáreas de riegos modernizados. Por otro lado, la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural apuesta por la modernización de otras 13 zonas, en una superficie cercana a las 51.000 hectáreas.

En cuanto a la transformación de nuevos regadíos, la Junta ha anunciado para las zonas de Aranzuelo y Oteo de Losa en Burgos en Burgos, Valderas y Gordoncillo en León, la ampliación del Valdavia en Palencia y el regadío de Añavieja en Soria. Estas actuaciones suponen la transformación de 3.354 hectáreas. Además, el plan autonómico contempló la finalización de las obras de transformación de la Junta de Castilla y León en Payuelos, y las de la zona de La Armuña.

Especialmente relevante en el desarrollo de nuevos regadíos y en la modernización de los existentes es todo lo referente a la potenciación del uso de energías renovables, por lo que la Junta promueve actuaciones en las zonas de riego con mayores costes, como el de las «aguas subterráneas». Se impulsará la instalación de energías alternativas en más de 60.000 hectáreas de zonas de riego con horizonte en 2026.

La sede del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Mapa) acogió la presentación del nuevo informe de Cajamar, ‘Regadío y seguridad alimentaria. La situación en España’. En el acto intervino, además del ministro Luis Planas, el presidente de Cajamar Eduardo Baamonde. Ambos destacaron la importancia de avanzar en la modernización y mejora de las estructuras de regadío en España, lo que requiere «más inversiones y alejarlo del debate político territorial». Así, recordaron «el carácter estratégico del regadío tanto para el territorio y la economía agroalimentaria como para el ámbito urbano y el turismo», al tiempo que señalaron que «el regadío es compatible con los objetivos ambientales que una sociedad avanzada desea ver cumplidos», informaron fuentes de la entidad financiera.

Aprovechamiento

El estudio contextualiza la modernización que ha experimentado el regadío en España en las últimas décadas y su impacto en el mundo rural. «Un sistema multifuncional donde el control del agua, la agronomía, la genética y la tecnología han permitido un mayor aprovechamiento del agua para producir más alimentos y generar más valor, incidiendo de forma directa en la mejora de las condiciones de vida y la renta de los agricultores», explica la misma fuente. En la publicación han participado una decena de especialistas en economía del agua, sostenibilidad, tecnología hídrica, política agraria y marco legal.

Planas, por su parte, subrayó la importancia de llevar a cabo una gestión más eficiente del agua, un elemento fundamental para el desarrollo sostenible de la agricultura en un contexto de cambio climático, y de seguir consolidando esta forma de producción, en línea con las demandas del conjunto de la sociedad. Aseguró que el Mapa «trabaja con el convencimiento de que la modernización de regadíos contribuye a garantizar la autonomía y seguridad alimentaria, al producir más alimentos con un uso más racional de los recursos naturales». Un regadío eficiente, además de ofrecer mayor rentabilidad a los productores de alimentos, dinamiza otros sectores de la economía, fija población en los territorios rurales y produce beneficios medioambientales. El regadío, el relevo generacional y la innovación y la digitalización «forman un triángulo fundamental para asegurar el futuro de la agricultura».

El mismo día la presentación del informe, reunido con los responsables de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España (Fenacore), el ministro situó la modernización de regadíos como una prioridad estratégica para la producción agroalimentaria de España, y resaltó «la apuesta del Gobierno de España por la modernización de regadíos».

El plan para la modernización de regadíos que está en marcha permitirá, según las previsiones del Mapa, movilizar en el periodo comprendido entre el pasado 2022 y 2027 una inversión público-privada superior a los 2.400 millones de euros, tras haber incorporado nuevos fondos. Este presupuesto procede de diferentes fuentes de financiación públicas, como el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) o los fondos europeos Feader, entre otros, y de las aportaciones de las comunidades de regantes españolas.

El objetivo pasa por modernizar los sistemas de riego de más de 700.000 hectáreas agrícolas en toda España, de las que 200.000 se modernizarán por primera vez. Las inversiones previstas para mejorar los sistemas y estructuras de riego permitirán un ahorro de agua mínimo del 10% respecto a la situación de partida. La utilización de fuentes de aguas no convencionales, como las regeneradas o las desaladas, así como la promoción del empleo de energías de origen renovable en sus sistemas de producción, serán otros de los recursos utilizados en la estrategia nacional.

Observatorio

El Mapa ha avanzado que, a partir de este año, los integrantes de la Mesa Nacional de Regadío contarán con los primeros resultados del Observatorio de la Sostenibilidad del Regadío. Su finalidad es proporcionar información objetiva y relevante para todos los agentes del sector. La Mesa Nacional del Regadío, constituida en diciembre de 2022, está formada por todos los agentes interesados del sector como administraciones públicas, comunidades de regantes, organizaciones profesionales agrarias, organismos de investigación y asociaciones de protección del medio ambiente, entre otras. Se trata de un organismo de análisis y comunicación sobre el regadío sostenible.

El Ministerio apunta también que la menor disponibilidad de recursos hídricos como consecuencia del cambio climático «hace necesario más que nunca promover una política de regadíos basada en la modernización sostenible de sus infraestructuras, así como en la incorporación de nuevas tecnologías digitales y la instalación de fuentes de energía renovables». Los regadíos sostenibles se convierten, así, en «una herramienta imprescindible para garantizar la seguridad alimentaria y fortalecer al sector, ya que genera riqueza y oportunidades de desarrollo socioeconómico para la población y los territorios rurales».

Precisamente el cambio climático es uno de los factores analizados en el libro presentado por Cajamar. Así, en sus páginas se pone de manifiesto que en España se superaron los veranos de 2022 y 2023 con valores que alcanzaron los máximos de sequía –al que denominan ‘el peligro silencioso’– y de calor extremo, a un tiempo que ha llevado a nuestros embalses a una reducida ratio de capacidad embalsada en años.

Esa escasez, «esa dura y asfixiante sequía», continuó viva y agudizada a las puertas del verano de 2023 y prosiguió en el año. Todo ello generó la necesidad de racionar el agua, incluso en zonas del norte, lo que no se había visto en décadas. Una situación que vio agravada en Cataluña interior, donde sus presas registraron mínimos, así como en la cuenca del Guadalquivir.

Por su parte, la situación de sequía en Castilla y León llevó a recoger la peor cosecha de la década, poco más de la mitad que una cosecha normal. Y la Comunidad ha encadenado tres sequías en los últimos cinco años. Está claro que la proliferación de los denominados ‘fenómenos climatológicos adversos’ obliga a dar un vuelco a los usos de la agricultura tradicional.

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