Diario de Valladolid

«El porcino está en claro declive y revertirlo es imposible con las trabas administrativas que hay»

Pascual López Nuez, director general de la cooperativa soriana Copiso desde 2021

Pascual López Nuez, director general de la cooperativa soriana Copiso desde 2021Mario Tejedor

Publicado por
Irene Llorente Yoldi
Soria

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Es desde el comienzo de 2021 el nuevo director-gerente de Copiso. Pascual López Nuez ha desarrollado, desde que llegó en el año 1990, toda su vida laboral en la que es la empresa de mayor facturación de la provincia. Comenzó como veterinario clínico de campo, cuando la cooperativa iniciaba el desarrollo de la producción en integración, y después tomó las riendas de la dirección técnica de porcino, que abarcaba la nutrición, pero también la modernización de la fábrica de piensos, los sistemas de control de calidad o la formulación de piensos. Por ello, en medio de una ola de protestas del campo y de los agricultores y ganaderos, sale en defensa del sector, que realiza actividades «perfectamente reguladas en Europa, y que han alcanzado unos niveles de eficiencia y seguridad alimentaria sin parangón en ningún otro lugar del mundo». Asegura que «durante muchos años se ha trabajado muy duro desde el sector para compatibilizar estas actividades con el bienestar animal y con minimizar la huella ambiental, pero lamenta que desde diferentes grupos de presión muy bien financiados se esté intentando focalizar de una manera desproporcionada la responsabilidad del cambio climático sobre la actividad agroganadera europea, condicionando a los políticos a implementar leyes cada vez más restrictivas que dificulten e incluso hagan imposible muchas actividades del sector primario».

Pregunta.- ¿Cómo ve Copiso la situación del porcino actual en Castilla y León?

Respuesta.- Creemos que el desarrollo del sector ganadero en general está en claro declive, no solo en Castilla y León sino en toda Europa. Con la aplicación de las medidas derivadas del ‘pacto verde europeo’ se está acabando con todas las pequeñas explotaciones ganaderas familiares que son incapaces de adaptarse a la sobrerregulación; y por otro lado se están implementando todo tipo de trabas administrativas desde todos los estamentos de la administración para el desarrollo de nuevos proyectos más eficientes y con un tamaño suficiente para poder afrontar las enormes inversiones en gestión medioambiental y en bienestar animal que se nos exige. Es un hecho lamentable especialmente en Castilla y León donde una gran parte de su territorio esta destinado al cultivo de secano orientado a la industria de fabricación de piensos, siendo la única comunidad autónoma de España que produce más cereales de los que es capaz de consumir.

P.- ¿Qué se puede hacer para revertir este descenso?

R.- Revertir esto va a ser imposible, la actividad ganadera es muy sacrificada y las granjas que se están cerrando no se volverán a abrir, además detrás de todas las medidas regulatorias que se están implantando desde Bruselas hay un sesgo ideológico muy claro orientado a hacer imposible la actividad ganadera y la agricultura intensiva, sin haber cuantificado suficientemente los efectos colaterales que estas políticas van a suponer, especialmente en el bolsillo de los consumidores. En muy poco tiempo Europa va a pasar de ser exportadora de alimentos con un gran prestigio internacional a ser netamente importadora.

P.- ¿Por qué está tan denostado este sector?

R.- Tenemos que reconocer que en los años 70 a 90 del siglo pasado el sector creció mucho de manera desordenada en el entorno de ciertos núcleos urbanos, y sin una base agrícola para gestionar los residuos; en el año 2000 se regula el sector porcino en España estableciendo tamaños máximos, distancias mínimas entre granjas y desde las granjas a los pueblos, y normas para la gestión de purines. En Soria hoy casi la totalidad de la estructura productiva que queda es posterior a la regulación del 2000, la mayor parte de las granjas del siglo pasado ya no funcionan, se han reconvertido o han cerrado; y es curiosamente ahora, cuando mejor se están haciendo las cosas sin parar de invertir en gestión ambiental y en bienestar animal, cuando se está orquestando una campaña de desprestigio de la actividad ganadera a todos los niveles, desde los libros de texto de los niños a las redes sociales. Detrás de esta campaña aparentemente liderada por sectores ambientalistas y animalistas subyace la influencia de importantes lobbies económicos con grandes inversiones focalizadas en la reeducación de la población hacia nuevos hábitos de consumo, de manera que la alimentación deje de depender de la agricultura y la ganadería en el medio rural y pase a manos de grandes compañías que elaborarán los alimentos de manera sintética en grandes factorías deslocalizadas.

P.- ¿Qué consecuencias puede tener este descenso de producción?

R.- La consecuencia más inmediata está siendo la subida de precios de la cesta de la compra. El mercado de los alimentos se autorregula en función de la oferta y la demanda, todas las limitaciones a la producción suponen un descenso de la oferta y un incremento de los precios en origen además de una pérdida de competitividad respecto de otros lugares donde no se aplican las mismas restricciones que aquí, si luego para controlar la inflación abrimos la entrada de productos que no tienen las mismas limitaciones a la producción que los nuestros acabamos arruinando a nuestros productores y acabaremos dependiendo para nuestra alimentación de países terceros que no aplican nuestras normas o de las empresas que nos abastecerán de alimentos sintéticos.

P.- ¿Si se pierde este sector del medio rural y que fija población podría ser irreversible?

R.- Los que conocemos bien el medio rural sabemos que el fenómeno de la despoblación hace mucho tiempo que dejó de ser reversible, la actividad ganadera es de las únicas que por la dedicación diaria que requiere mantiene un mínimo de ocupación en los pueblos donde se desarrolla.

P.- ¿Al ser un sector tan vinculado con el medio rural puede haber problema con el relevo generacional?

R.- El relevo generacional en el campo está directamente ligado a la rentabilidad de la explotación, las explotaciones que generan suficientes recursos para mantener dignamente a una familia no tienen problema de relevo generacional, lo que ha cambiado es el tamaño mínimo necesario para que una explotación agrícola o ganadera genere recursos para mantener a una familia, en muchos casos, en los últimos treinta años este umbral mínimo de dimensión de rentabilidad se ha multiplicado por diez.

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