FLORICULTURA
Las flores comestibles de Borobia, sello de buenas prácticas agrícolas
Industria agroalimentaria. Innoflower consigue el certificado Global GAP, y se convierte en la primera empresa productora de este sector en Castilla y León en obtener esta garantía
La empresa Innoflower de la soriana Laura Carrera García ha superado las auditorías del Global GAP , la norma mundial para las buenas prácticas agrícolas, y se convierte así en la primera firma de Castilla y León que consigue este certificado . De hecho, en todo el país sólo hay dos firmas de flores comestibles con este sello, tal y como constata el propio Global GAP.
Para Laura supone un reconocimiento a los cuatro pilares en los que se fundamenta la empresa, ya que abarca desde la producción sostenible, el control de la calidad y la trazabilidad, el compromiso social y la diversificación, con más de 300 referencias.
A su juicio, la parada de las ventas en el canal de la restauración ha sido clave porque ha provocado que Innoflower desempolve los proyectos que tenía parados en un cajón por falta de tiempo. «Hemos conseguido materializar nuestro objetivo de buenas prácticas agrícolas y hemos superado con creces todas las auditorías de Global GAP» , confiesa la CEO de Innoflower, después de dos años de trabajo para finalmente lograr estar dentro de los mejores del mundo en buenas prácticas agrícolas.
Y es que la empresa cuenta con una cartera de clientes entre los que hay algunos que exigen este certificado para adquirir el producto. Además, es una carta a favor de cara a la exportación porque es la mejor forma de demostrar el trabajo bien hecho que no es otro que la trazabilidad desde la finca y los cultivos, pasando por la recolección y la selección, hasta que llega al obrador y se empaqueta. «Con el Global GAP el consumidor tiene la garantía de nuestras buenas prácticas agrícolas» , añade esta productora que se embarcó en el mundo de las flores comestibles hace muchos años, a raíz de su proyecto de fin de carrera. Su último proyecto, Innoflower, que fundó hace ya cinco años.
De hecho, Innoflower dispone de sello ecológico en algunos de sus productos y los que no lo tienen aun así proceden de cultivos que se realizan siguiendo los criterios de agricultura ecológica y sostenible, asegura Laura Carrera García.
Su ‘niño bonito’ es el vivero de Borobia, un espacio de 600 metros cuadrados con plantas de invierno para aprovechar su altitud y climatología , de donde salen 100.000 flores a la semana en plena campaña, debido a que las plantaciones se realizan en marzo o abril, y cubren el mercado de los meses de verano.
Desde el obrador de Zaragoza se centraliza la recepción de flores comestibles que llegan de sus fincas de Zaragoza y de Soria, y se produce el envasado y la transformación de las flores en los diferentes formatos: flor fresca, cristalizada, deshidratada y liofilizada; y se realizan las expediciones a los diferentes mercados.
Toda una gran diversificación. Cuenta con cuatro marcas: Montañita, Flores en la Mesa (las cristalizadas), Innoflower, y ahora Aflorita, la mayor gama de flores deshidratadas y liofilizadas del mundo. «Tenemos más de 300 referencias en el mercado entre productos y formatos que elaboramos en nuestro propio obrador. Con una disponibilidad de 52 semanas al año», explica esta soriana residente en Zaragoza.
Así, de un 2020 convulso por el parón de la hostelería y la restauración, ha nacido Aflorita, una marca especializada dentro de Innoflower. «Nos hemos basado en la mitología griega y en la diosa Afrodita, conocida como la diosa del amor, la belleza y la sensualidad. En nuestro caso, contamos la verdadera historia de Aflorita, la diosa de las flores comestibles. Es bella, sensual, divertida, coqueta y amante de la belleza y todo lo que implica buen gusto. Agrada a todo el mundo», manifiesta Laura.
Una gama de casi 30 variedades de flores deshidratadas cuya «belleza despierta los sentidos y nos transporta a un mundo mágico. Así nace Aflorita, cuyo propósito es llenar el mundo de flores comestibles» . Y es que se pueden usar para dar color a las creaciones culinarias como elemento decorativo, por ejemplo, en una tarta o en un postre, pero también se pueden cocinar, horneando unas pastas de té.
Una producción de calidad y sostenible ya a disposición no solo de los mercados más gourmets sino al alcance de cualquiera que desee innovar en sus platos.