Diario de Valladolid

MEDIO AMBIENTE

La Junta sigue alerta pese a que la plaga de topillos «ha remitido»

Es el cultivo más afectado, «sobre todo en Tierra de Campos», con daños de hasta el 80% en algunas parcelas / Itacyl defiende la «lucha integrada» dada la efectividad de las cajas nido

Voluntarios de Grefa instalan cajas nido en Villafruela (Burgos) para frenar la expansión del topillo.-GREFA

Voluntarios de Grefa instalan cajas nido en Villafruela (Burgos) para frenar la expansión del topillo.-GREFA

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Diego Santamaría

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Un año después de que la consejera de Agricultura, Milagros Marcos, declarase una nueva plaga de topillos en siete zonas de la Comunidad, el director del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl), Jorge Llorente, asegura que la explosión demográfica que puso en jaque al campo regional «ha remitido». Aún con todo, «seguimos estando atentos», agrega en referencia al mantenimiento de los sistemas de vigilancia a través de «prospecciones» sobre los terrenos afectados.

«No los abandonamos nunca», insiste en referencia a los métodos de control que nunca bajan la guardia a pesar de que en estos momentos «el problema se ha solventado». En este sentido, recuerda que el topillo «no se puede erradicar», de ahí que la prioridad del Gobierno regional sea frenar las «ondas de expansión» de sus ciclos reproductivos, ya que «aumentan exponencialmente las poblaciones» y generar numerosos quebraderos de cabeza en áreas de cultivo estratégicas como Tierra de Campos.

Para llevar a cabo estos trabajos, el Itacyl cuenta con la «colaboración» de las organizaciones profesionales agrarias (Opas) y las juntas agropecuarias locales. También juega un papel fundamental el Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (Grefa), que gestiona el control biológico de esta plaga mediante la instalación de más de 2.000 cajas nido en diferentes puntos de la Comunidad.

Precisamente, Llorente considera que la «lucha integrada» constituye el método más efectivo para frenar la proliferación del topillo sin alterar la estructura de los suelos. Por ello, señala que las instrucciones del Itacyl para actuar ante estas inesperadas visitas «se centran en la construcción de cajas nido» para lechuzas y cernícalos.

En cualquier caso, la plaga anunciada por Marcos el 1 de diciembre del año pasado obligó a establecer protocolos «de carácter excepcional» que abarcaban diferentes procedimientos, también fitosanitarios. «Se dieron todas las herramientas porque no hay ninguna medida que por sí sola sea efectiva», puntualiza.

Así pues, en colaboración con el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama), comités científicos y diversas comisiones a nivel nacional, el Ejecutivo autonómico dio luz verde a las quemas en cuentas, linderas o arroyos en las zonas afectadas por la plaga. Al mismo tiempo, se procedió al reparto de bromadiolona, que en su opinión «se ha aplicado correctamente». En total, según confirmó la consejera de Agricultura a finales del mes pasado, se emplearon alrededor de 19 toneladas de este veneno en las áreas regionales donde se registraron las explosiones demográficas.

Volviendo a los métodos no tóxicos, el director general del Itacyl precisa que también se han establecido zonas de seguridad y trampas, amén de recomendar la «rotación de cultivos» y «remover los terrenos» a los agricultores para evitar, en la medida de lo posible, que los topillos se reproduzcan sin control hasta el punto de causar daños graves a los cultivos.

Pero ha sido inevitable. La plaga se expandió «sobre todo en Tierra de Campos», aunque también generó múltiples problemas en la comarca burgalesa de Odra-Pisuerga debido a su «orografía y tipo de cultivos». Por lo tanto, se trata de un territorio «a vigilar intensamente». Según explica Llorente, las alfalfas de secano se llevaron la peor parte. En segundo plano, pero también con pérdidas relevantes, se sitúan el girasol y la veza. Respecto al balance de daños, aún no existen datos concretos en el cómputo regional, aunque subraya que el grado de afectación en algunas zonas se sitúa entre el 50 y el 80%.

A modo de conclusión, Llorente destaca que «entre todos» se ha logrado solventar una «situación de mucho riesgo» que encendió las alarmas del campo. Sea como fuere, pese a la «vigilancia continua», nunca se sabe cuándo volverá a registrarse otro incremento del censo.

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