Diario de Valladolid

Félix Lorenzo Cachazo (POZALDEZ, VALLADOLID)

Pioneros en la denominación Rueda

Lorenzo Cachazo es una de las familias sobre las que se sostiene la historia de la DO Rueda / Sus vinos son un homenaje a la historia de la verdejo

Rita y Félix Lorenzo Cachazo flanqueados por sus hijos Eduardo (director comercial de la bodega) y Ángela (enóloga).  / LA POSADA

Rita y Félix Lorenzo Cachazo flanqueados por sus hijos Eduardo (director comercial de la bodega) y Ángela (enóloga). / LA POSADA

Publicado por
Henar Martín Puentes

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Podría decirse que Rueda es una de las zonas que ha vivido en los últimos tiempos toda una revolución en la elaboración de sus vinos. Si antaño se contaban con los dedos de una mano los viticultores que cultivaban la verdejo o la palomino en estas tierras para elaborar vinos para autoconsumo, hoy son ochenta bodegas las que conforman este territorio vinícola. Sin embargo, todavía muchos recuerdan aquellos orígenes, allá por la década de los ochenta, cuando ocho bodegas, o mejor dicho ocho valientes, se adelantaron en el tiempo, abriendo el camino a generaciones posteriores, poniendo la primera piedra de lo que hoy es la DO Rueda, primera denominación de Origen de Castilla y León. Y allí estaba Félix Lorenzo Cachazo, una de las figuras clave para entender aquella época. 

Fueron precursores o, mejor dicho, visionarios, a la hora de hacer entender las bondades de una uva, la verdejo, por aquella época desconocida en otros lugares de España. «No tenían los conocimientos técnicos de ahora pero habían visto desde niños la tradición en la elaboración de vinos. Lo habían mamado. Eran personas hechas a así mismas, valientes, emprendedores, que no tuvieron remilgos a la hora de hacer las maletas y salir de casa a vender y defender una uva que es historia y tradición», afirma Eduardo Lorenzo, hijo de uno de uno de los ‘padres’ de esta denominación que ha sabido evolucionar en el tiempo

Hoy es él el que realiza los viajes a ferias comerciales, el que acude a reunirse con los clientes y exportadores como Director Comercial de una bodega que ha sido testigo directo de ese cambio de rumbo. Esta variedad autóctona que ya se empleaba en tiempos de Isabel la Católica ha ido evolucionando, reinventándose, no solo en superficie de cultivo, que se ha  multiplicado año a año (son segundos productores nacionales), sino en la forma de elaboración y en el tipo de consumidor final, convirtiéndose en el blanco con más éxito de ventas en nuestro país y uno de los vinos más aclamados por el público femenino y joven. «Mi padre y otros bodegueros de la DO Rueda crearon un nuevo tipo de verdejo hacia un nuevo consumidor. Los verdejos fueron evolucionando hacia vinos frescos y afrutados, pero antiguamente eran más amontillados, con mayor grado alcohólico mezcla de verdejo y palomino», explica Eduardo.

Él y su hermana Ángela, enóloga de la bodega, representan la sexta generación de una familia que siempre ha estado apegada a Pozaldez, su terruño. «Defendemos nuestros valores y nuestro arraigo. No estamos aquí por capricho sino por tradición. Nuestros orígenes están aquí. Es nuestra historia», remarca. En este tiempo solo ha cambiado la ubicación de la bodega, que por motivos logísticos se desplazó a principios de los noventa de la bodega subterránea que se encontraba en el centro del pueblo, a la carretera que conduce a Medina del Campo, a la entrada del municipio. Una casa de estilo castellano que ha sido testigo del devenir de esta evolución constante. «Somos una empresa dinámica, hemos ido creciendo año a año. En la actualidad la bodega ya lleva distintas ampliaciones pero conserva el poso de la tradición», resume Eduardo. En la actualidad tienen una capacidad de producción que alcanza los dos millones de litros al año de los cuales, la mitad, se dirigen a la exportación. «Estamos presentes en prácticamente toda Europa y nos estamos centrando en Estados Unidos, país donde somos líderes de la DO Rueda».

La reinvención del verdejo

Sus vinos ofrecen un repertorio que homenajea su origen, su historia, con la verdejo como protagonista en todo su repertorio que abarca 12 etiquetas que nos hablan desde los verdejos elaborados a la antigua usanza hasta los más modernos, frescos y actuales. Es el guiño al pasado de una bodega que produce casi millón y medio de botellas al año bajo las marcas Larrúa, Caballero de Olmedo, Gran Cardiel, Manía. La mayoría son monovarietales de verdejo.

Su Carrasviñas es más que una etiqueta. Es una institución en el mundo de los blancos de Rueda. «Lo comenzó a elaborar mi abuelo hace más de 75 años», explica.

Junto al clásico Carrasviñas Verdejo (entre 600.000 y 700.000 botellas) convive el Carrasviñas Fermentado en Barrica, galardonado como el Vino con la mejor relación calidad-precio de la Denominación de Origen Rueda. También elaboran un espumoso de verdejo del que se hacen entre 10.000 y 12.000 botellas.

Cuentan con 35 hectáreas de viñedo propio con una edad media de 20 años. Pero la verdadera joya de su bodega son 9 hectáreas de viñedos prefiloxéiricos, con cepas que en algunos casos suman 120 años, siendo de las más antiguas de Europa, que se encuentran en el municipio de Alcazarén en distintas parcelas.

Junto a ello conservan 3 hectáreas de palomino fino para la elaboración de sus ‘Dorados’, un tipo de vino que vinifica a la intemperie, como se hacía antiguamente, en damajuanas de vidrio, desafiando la climatología.

Una de sus señas de identidad es la colaboración estrecha que mantienen con viticultores de la zona a quienes adquieren uva para la elaboración de sus vinos. «Llevamos 80 años. Es una relación de mucha confianza. Más que proveedores son amigos, familia. Nosotros lo entendemos como nuestra forma de fijar población en el medio rural y devolverles todo lo que esta tierra nos ha aportado. Nuestro compromiso social es ese. Es una deuda con nuestro entorno», sostienen.

Leyenda del vino

Si hay un vino especial, cuidado con mimo y cariño desde su elaboración hasta su etiqueta es el ‘Casrraviñas Félix’, elaborado uvas procedente de esas viñas en el 80 cumpleaños del fundador de la bodega. Representa un retorno a las raíces del verdejo procedente de los viñedos preliloxéricos más antiguos. «Se vinifica un año en ánfora de barro y un año en botella. La fermentación es espontánea sin uso de levaduras. Se asemeja a la personalidad de mi padre: castellano, duro, recio», apostilla. El vino obtuvo 93 puntos Parker, una de las mejores puntuaciones para un vino blanco. Un vino especial para una figura especial, Félix Lorenzo Cachazo, que acaba de ser reconocida como ’Leyenda del Vino’ por el prestigioso Master of Wine británico, Tim Atkin.

Carraviñas representa la historia viva de la tradición apegada a los orígenes, Pozaldez, Rueda, que mira al futuro del verdejo.

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