Diario de Valladolid

Aperitivos de Añavieja (Soria)

Un snack soriano para tomar el mundo

Aperitivos de Añavieja es una empresa familiar nacida de la agricultura para transformar sus productos en fritos de calidad que llegan a los 5 continentes

Aperitivos de Añavieja surgió como una idea para rentabilizar la patata en un momento bajo. Hoy llega a 17 países, transforma dos millones de kilos, suma premios y pronto doblará capacidad.

Aperitivos de Añavieja surgió como una idea para rentabilizar la patata en un momento bajo. Hoy llega a 17 países, transforma dos millones de kilos, suma premios y pronto doblará capacidad.MARIO TEJEDOR

Publicado por
Antonio Carrillo
Valladolid

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Hay pocos productos más humildes que la patata, pero las de Añavieja ya llegan a los cinco continentes. La idea de una familia de agricultores en un momento en el que la cosecha se pagaba mal cristalizó en una industria transformadora. El mimo por mantener el sabor de lo que habían cocinado en casa toda la vida hizo que profesionales y público se fuesen rindiendo a sus productos. Hoy, aquella idea en un rincón poco poblado de Soria campea su ‘Ñ’ y la silueta del Moncayo por medio mundo. Esta es su historia y su futuro.

Aperitivos de Añavieja nació hace 26 años de la mano de Emilio Zamora y Pilar García, una familia de agricultores que vio que «la patata no pasaba por su mejor momento», según relata Francisco Pérez, responsable de marketing de la empresa. La patatas de su tierra eran de excelente calidad pero los precios bajaban. Por otro lado, cuando las freían en casa sólo recibían parabienes. ¿Por qué no poner en marcha una planta para comercializarlas y crear así un valor añadido? Se pusieron manos a la obra en «una historia de superación».

Hoy las cifras despejan cualquier atisbo de duda. Sus snacks se comercializan en 17 países; la empresa trabaja cada año cerca de dos millones de kilos, la mayoría de cultivo propio y kilómetro cero; tiene 20 trabajadores estables en la planta y en temporada de labor agraria «se triplican o cuadruplican»; la vitrina para los premios nacionales e internacionales de la entrada se ha quedado pequeña tanto para los de alimentación como para los de agricultura; el departamento de I+D sigue trabajando en nuevos productos; y a finales de año comenzarán los trabajos para duplicar su capacidad. Todo esto en un pueblo que añora la barrera de los 100 habitantes desde hace décadas. A la luz de los datos tenían razón.

Selección de las patatas antes de su envasado, uno de los muchos procesos manuales que van desde sacar el tubérculo de la tierra uno a uno hasta echarles la sal.

Selección de las patatas antes de su envasado, uno de los muchos procesos manuales que van desde sacar el tubérculo de la tierra uno a uno hasta echarles la sal.Mario Tejedor

Con los años se han ido sumando a su gama nuevos productos tanto en su gama ‘convencional’ como en la ecológica que les llevó a ser pioneros en Europa. Patatas fritas con y sin sal, al toque de paprika, con crema agria y cebolla o con trufa; cortezas elaboradas «desde cero»; palomitas dulces y saladas; o chips vegetales de boniato, zanahoria, chirivía y remolacha. Pero el método sigue siendo el mismo: «Buen vegetal, buen aceite y buena sal».

De hecho los orígenes están bien presentes. Emilio, el ‘padre’ de Aperitivos de Añavieja, no está en un despacho de traje y corbata. Hay que bajar a buscarlo con sus vaqueros polvorientos a la nave donde se preparan la siembra de la cosecha de 2024. Allí tiene aparcado su tractor –que maneja con la destreza del agricultor veterano– cargado de cascos seleccionados y cortados a mano. Empresario de proyección internacional, sí, pero agricultor militante. «Ya venía de varias generaciones de la patata», explica desde el departamento comercial Daniel Zamora.

Pero «la tradición no va reñida con la innovación», sostiene Francisco. «Tenemos nuestro propio departamento de I+D+I y siempre estamos a la vanguardia de sacar nuevos productos. Lo último que sacamos son las de cebolla y crema agria y sin ningún alérgeno. Son veganas. Nuestro desafío es que toda nuestra planta y todos nuestros productos sean libres de alérgenos y de gluten. Para ello, los sabores que gustan mucho son un reto. Había que darle una vuelta para que los pudiera consumir cualquier persona. Hicimos un desarrollo y conseguimos hacer los sabores exactamente igual que los que se pueden encontrar con proteína de la leche y además con aromas completamente naturales. Eso es una máxima, una línea roja de la empresa. No quiere utilizar ni colorantes, ni potenciadores de sabor, ni ningún conservante. Simplemente aromas naturales». Tampoco se utiliza aceite de palma, «buen estabilizante, pero trabajando hemos encontrado alternativas».

Daniel añade que «fuimos pioneros en patatas fritas ecológicas en España y prácticamente en Europa. Desde hace 25 años estamos elaborando una línea de patatas fritas ecológicas». También se trabajó en un proyecto europeo pionero para reducir la grasa exterior, «que no aporta nada». Gracias a ello Aperitivos de Añavieja comercializa picoteo con un 25% menos de grasa pero todo el sabor del aceite veteado en la propia patata. «Una bolsa de gusanitos tiene más calorías que una bolsa de nuestras patatas» y sólo se nota en la mano, cuando después de probarlas no queda grasienta. El sabor sigue siendo «el mismo que hace 26 años».

Cada país tiene sus matices en cuanto a gustos, pero Francisco explica que «estamos en los cinco continentes. Estamos en 17 países actualmente. Nuestra última aventura fue en Foodex, en Japón, donde fuimos a reforzar ese mercado».

De cara al futuro siguen cavilando. De hecho, dentro de la fábrica hay unas pequeñas instalaciones donde se van probando a escala semi industrial los futuros lanzamientos al mercado. «Estamos trabajando en nuevas líneas de ‘snacks’ saludables. Todavía no podemos decir lo que vamos a ir sacando porque están en desarrollo, pero hay nuevas sorpresas».

Ese equilibrio entre tradición y modernidad se ve por ejemplo en los almacenes, donde las patatas recogidas a mano una por una se mantienen en condiciones reguladas de humedad, temperatura y luz. No es tiempo de patata nueva, pero con ellas en la mano están como si se hubiesen sacado de la tierra la semana pasada.

En la calidad del tubérculo también influye el clima de Soria. «Al final la altitud es fundamental y más que la altitud, la zona en la que nos encontramos. A los pies del Moncayo tenemos una oscilación térmica muy acusada. Eso tanto para el vino como para la patata o la manzana son factores que determinan. Esas oscilaciones hacen que sea mejor la conservación y tenga mejor sabor». Hay una contrapartida. «Se pierde rendimiento. Tenemos muchísimo menos rendimiento que en otras zonas como pueda ser el sur, donde los kilos por hectárea son más altos», indica Francisco.

Es el precio que paga Aperitivos de Añavieja por seguir pegado, literalmente, a la tierra. Incluso en el nombre comercial, que no deja de sorprender por ser el de un pueblo «humilde» que sin embargo se abre mercados. «Lo que nunca se llegaron a imaginar Emilia y Pilar es que iban a poner el nombre del pueblo en tantos sitios».

En el próximo cuarto de siglo «la intención es que pueda estar en la casa de todos los consumidores. Poder seguir llevando los productos de España y concretamente de un pequeño pueblo de Soria a todos los rincones del mundo». Mientras, queda la satisfacción de «que te escriban que son las patatas que más les gustan, las que ponen en su mesa, las que dan a sus hijos... eso al final es un orgullo». Sabrosísimo, por cierto.

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