Jacobeos por el Duero
El Camino de Santiago Castellano-Aragonés o Soriano recupera su memoria tras caer en desuso, pero aún trufado de historia, leyenda y patrimonio que arrancan con el viaje del propio apóstol
Todos los caminos conducen a Roma, pero Santiago de Compostela no se queda atrás. Los peregrinos han utilizado durante siglos ramales y rutas alternativas para alcanzar o bien la gracia del apóstol o bien ese eje vertebrador del norte de Castilla y León que es el Camino Francés. Algunas de estas rutas jacobeas fueron cayendo en desuso pero en el caso de la soriana se vuelve a recordar con una carga histórica y monumental que evidencia que no es ‘una más’ en el mapa. De hecho, en los últimos años han surgido iniciativas públicas y privadas para reivindicarlo.
Esta ruta se conoce como el Camino de Santiago Soriano o Castellano-Aragonés y conecta las zonas más cercanas de la Comunidad vecina con el Camino Francés a través de Santo Domingo de Silos, vía Mamolar. Antes, atraviesa toda la provincia de Soria de este a oeste y entra en la de Burgos salpicando la ruta de pequeños detalles que recuerdan su pretérita importancia. Suma casi 240 kilómetros y ofrece una ‘carretera’ para pasar del Camino del Ebro a la Ruta de la Lana... y de allí a Santiago por Burgos, Palencia y León, claro está. No obstante hay estudios que sostienen que fueron hasta tres los itinerarios que surcaron la provincia.
El Camino Soriano pasa por tres provincias aunque realmente sólo cruza de extremo a extremo la que le da nombre. En Zaragoza pasa por los términos de Gallur, Magallón, Borja, El Buste, Cunchillos, Tarazona y Torrellas. Ya en Soria cruza puntos de interés como Ágreda, Muro de Ágreda (Ólvega), Villar del Campo, Aldealpozo, Omeñaca (Arancón), Tozalmoro, Fuensaúco (Renieblas, con parte del cerco de Numancia emplazado en este término), Soria capital, Fuentetoba (Golmayo), Abejar, Cabrejas del Pinar, Navaleno y San Leonardo de Yagüe. Finalmente entra en Burgos por Hontoria del Pinar para enfilar la Ermita de San Andrés, La Gallega, Pinilla de los Barruecos, Mamolar, Peñacoba y Santo Domingo de Silos. Mecerreyes y Burgos son el ‘puente final’ al Camino Francés.
Del carácter jacobeo de la ruta quedan vestigios, aunque no tan visibles como en otros caminos. Restos de monasterios que atendieron peregrinos, leyendas de santos atravesando esta ruta, alguna concha tallada, tradiciones y la constatación de diversos hospitales para los fieles van mostrando el entramado de un camino que durante años estuvo casi perdido, pero que ha vuelto a la vida. La capital soriana es quizás uno de los puntos con más detalles hitos de todo este camino.
La ruta permitía a los peregrinos sorianos y de las zonas cercanas de Zaragoza no tener que ‘subir’ hasta Navarra para realizar su camino, pero sin perder los indudables valores de la ruta principal. La tradición de esta ruta es indudable y hay detalles que apuntan –siempre dentro de la mezcla de leyenda, fe e historia– a que los primeros peregrinos e incluso el propio Santiago la pudiesen utilizar.
Un ejemplo está en que la tradición católica señala que el apóstol andaba por Zaragoza cuando se le apareció la Virgen del Pilar. Una de las vías más lógicas de su periplo pasaría por la conexión con Soria, pero es que además en aquella época la gran vía romana era la calzada que llegaba de Caesar Augusta a Numancia (en las inmediaciones del actual Garray) y Uxama (junto a El Burgo de Osma) antes de repuntar hacia el norte.
Según apunta la Federación de Amigos del Camino de Santiago, las calzadas romanas tuvieron su peso real en los peregrinajes más allá de la fe en la Edad Media. Con el descubrimiento de la tumba de Santiago en el siglo IX, y teniendo en cuenta las circunstancias que se vivían en la península, parece lógico que los peregrinos cristianos buscasen corredores por la zona norte alejados del control geopolítico musulmán.
El Duero era en aquella época una frontera natural y precisamente por su norte pasa el Camino Castellano-Aragonés. «La comarca de Pinares» entre Soria y Burgos «no conserva signo alguno de que hubiera estado dominada por el Islam. Era el territorio de caza de osos y lobos de los monarcas cristianos, desde el tiempo de los visigodos. Por esos lugares discurre el Camino», sostiene la Federación. Con ello, la comarca que une a las dos provincias se presentaba como un corredor más o menos seguro para los peregrinos.
Ya en el siglo XII el rey Alfonso VIII, tan vinculado a Soria que el escudo luce su cabeza, fundó el Hospital de San Leonardo para atender a los peregrinos mientras desde Aragón se animaba a seguir esta ruta. La presencia de Caballeros Templarios y Hospitalarios de San Juan de Jerusalén en la provincia, por ejemplo en la capital o en el Cañón del Río Lobos (entre El Burgo de Osma y San Leonardo de Yagüe) permitía brindar seguridad a quienes optaban por esta ruta a modo de ‘cuartelillos’.
Entre la historia y la leyenda hay un testimonio que corroboraría la importancia de esta ruta, y no es otro que la –muy probable, pero parece que no segura– peregrinación de San Francisco de Asís a Santiago a principios del siglo XIII. Al parecer el santo italiano habría entrado desde Aragón por el Camino Soriano hasta entroncar con el Francés. Obviamente y como es habitual en estas historias, hay cuestiones que no están del todo claras como que pasase un tiempo en Soria y de hecho hay quien apunta a que su viaje se realizó por tierras navarras y riojanas.
Sea como fuere, aún hoy es posible seguir el Camino Castellano-Aragonés con cierta facilidad y disfrutar de algunas de sus huellas. La propia entrada de la ruta a Castilla y León muestra parte de esta historia. Ágreda es conocida como ‘La Villa de las Tres Culturas’ por su ejemplo de convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos, pero también como un cruce de caminos desde tiempos inmemoriales.
Hoy en día conserva el Torreón de la Muela, bereber en su origen, que marcaba la frontera. Alfonso I el Batallador la reconquistó en los primeros compases del siglo XII y se repobló en buena medida con cruzados franceses que bien pudieron ayudar a la consolidación de este camino.
JACOBEO... Y ROMANO
La calzada romana prosigue hacia Muro de Ágreda, posiblemente la antigua ciudad de Augustóbriga y también englobada dentro de la ruta ‘lógica’ para el peregrinaje, incluso el iniciático del propio apóstol. El camino avanza por los ricos campos de cereal dejando atrás el Moncayo y acercándose al Duero.
Primero lo hace en la zona de Fuentesaúco, a escasa distancia de las ruinas de Numancia y de la calzada romana que conectaba la ciudad una vez romanizada con el resto de Hispania. Pero es el la capital donde hay una mayor constancia incluso física de esta ruta jacobea.
Santo Domingo de Silos marca en cruce de caminos e hito obligado entre la ruta jacobea soriana, la De la Lana y El Camino del Cid ya cerca de entroncar con el Camino Francés en Burgos. / HDS
Allí se encuentran, por ejemplo, las ruinas del convento de San Francisco. La tradición de la propia Orden Franciscana atribuye su fundación a la peregrinación realizada por el santo en 1214 por esta ruta. Él mismo habría marcado los puntos que delimitarían el nuevo convento antes de retomar el paso. Hoy se pueden ver sus ruinas consolidadas junto a una iglesia anexa en el corazón de la ciudad.
Junto a la moderna iglesia del Salvador se fundó en el siglo XV un hospital de peregrinos del que ya no quedan restos y hubo una encomienda de Santa Cristina destinada a estos mismos fines. Lo que sí se puede disfrutar todavía es el monasterio de San Juan de Duero, de los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén; o la encomienda templaria de San Polo. Ambos pegados al Duero aún se erigen como parte de aquella red que, entre otras cosas, amparaba al peregrino todavía a más de 600 kilómetros de Santiago. Los orígenes románicos del claustro en la cercana concatedral de San Pedro, coincidentes en fechas con los testimonios sobre el origen de este camino, hacen que también sea de visita obligada. Para Gaya Nuño era el más bello de España, algo que ayuda sea de visita o de peregrinación.
Retomando ruta ya hacia Burgos se llega a la localidad de Abejar, donde está constatada la creación de un hospital para consolidar esta vía y se conserva el que se cree fue dintel del centro. Además del primigenio Hospital de San Leonardo en la localidad homónima y ya al otro lado de la frontera provincial queda evidencias de que hubo una auténtica red de atención.
De allí, a la provincia de Burgos a través de Mamolar para tomar la Ruta de la Lana y recalar en un hito del patrimonio castellano y leonés, Santo Domingo de Silos. Atrás quedarán las tierras que desde el Moncayo y por el norte del Duero brindaron seguridad en los tiempos más complicados.
MAMOLAR Y SILOS PARA ALCANZAR BURGOS
Aunque el Camino Soriano recibe su nombre de la provincia que más kilómetros aporta, también tiene un fuerte acento burgalés. De hecho en la octava y última de las etapas propuestas se avanza desde San Leonardo de Yagüe (Soria) a Mamolar (Burgos), opero aún quedará un trecho antes de poder conectar con el Camino Francés en Santo Domingo de Silos, a través de Mecerreyes y Burgos. No obstante, en este tramo todavía se habla del Camino Soriano y hay detalles que lo recuerdan, como el Puente de Soria que permite al peregrino adentrarse en tierras burgalesas y que al parecer recibe su nombre de la ruta originaria desde tiempos ancestrales.
En tierras burgalesas las referencias jacobeas se multiplican. La propia Ruta de la Lana es una de las principales vías de peregrinación, en este caso desde el Levante hasta conectar con la ruta ‘principal’ cruzando también territorio de ambas provincias castellanas y leonesas. Mamolar marca ese entronque en el que peregrinos aragoneses, levantinos, conquenses o sorianos unían sus pasos hacia Santiago. Desde allí, un corto trecho hasta Silos permite disfrutar de una parada que, si bien no forma parte del Camino Francés, bien merece la pena una parada y una reflexión.
Poco más se puede escribir del claustro de Santo Domingo de Silos, su paz, su belleza y el ambiente que transmite. No obstante, el monasterio atesora pequeños detalles, como las conchas talladas que simbolizan el peregrinaje, que ponen de manifiesto que también tiene un pasado, un presente y un futuro jacobeo. Al ser cruce de varias rutas incluyendo también el Camino del Cid, el pequeño tamaño de la localidad no le impide mantener la vitalidad de los viajeros de todas las partes del mundo que dejan y reciben la huella del lugar.
Mecerreyes y Burgos aguardan como los dos siguientes hitos para alcanzar ya el Camino Francés. De la ribera del Ebro se habrá pasado a la del Duero, a la del Arlanza y finalmente a la del Arlanzón en una ruta que, sin desembocar directamente en Santiago, constituye por sí misma todo un viaje interior por tierras castellanas y leonesas. A partir de Burgos y a la sombra de su imponente catedral comienza otra ruta, menos recóndita, para alcanzar la plaza del Obradoiro. Ya ‘sólo’ quedarán 485 kilómetros.