La cocina de Ascensión
Hotel San Martín (Frómista, Palencia)
No podía tener un nombre más rotundo. San Martín, la joya del románico en el Camino de Santiago y uno de los monumentos más emblemáticos del arte español. Y así comenzó la historia de este pequeño hotel familiar que hace 24 años Lucio y su hijo Sergio construyeran en Frómista. Todo un acierto la andadura hostelera de la familia Montes Llamas. Frómista necesitaba infraestructura, pues ya entonces se había convertido en uno de los destinos turísticos más sólidos de Palencia.
Y así nació el restaurante y el hotel familiar. 24 años después, Ascensión en la cocina y Laura y Daniel en la barra y en el comedor, han mantenido una comanda de cocina popular contribuyendo así a la gastronomía local. Ascensión todavía mantiene algunos de sus platos de siempre: trucha escabechada, el revuelto de setas y las setas a la plancha. Además de las cocochas de bacalao, el lechazo, la brocheta de langostinos y un buen reparto de ensaladas y sartenes con huevos, gulas, jamón, beicon o morcilla.
Cuando un restaurante se mantiene medio siglo abierto, ya ha logrado el aplauso de sus comensales. Hoy, su menú de 13 euros con seis platos a elegir, contribuye a dar servicio tanto al peregrino como al local y al visitante. A la carta con raciones se puede comer por una media de 20-25 euros. Cada día estoy más convencido de que el valor de un restaurante reside, además de en el servicio y la amabilidad, en mantener siempre un estilo de cocina y, en este caso, la que Ascensión Llamas ha mantenido al mismo tiempo que ha cuidado de su familia y del hotel. Todo un logro. El hostal San Martín cierra dos meses en el invierno, pero el resto del año permanece siempre abierto y en sus comedores interiores y en la terraza se observa ese enjambre jacobeo mezclado entre los comensales de peregrinos y peregrinas procedentes de medio mundo.
Un clima que se agradece cuando te sientas a comer en el San Martín de Frómista después de disfrutar del más bello románico palentino.