Diario de Valladolid

Las ‘cabrejas’ de Iñaki y el lechazo en horno de leña

Iñaki y Ángeles a la puerta del asador Santa Centola en localidad burgalesa de Valdelateja. LA POSADA

Iñaki y Ángeles a la puerta del asador Santa Centola en localidad burgalesa de Valdelateja. LA POSADA

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Redacción de Valladolid
Valladolid

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El apellido Bombín delata su ascendencia de Peñafiel y su defensa del asado de lechazo en horno de leña. Hace 20 años que Iñaki y Ángeles viven, trabajan y atienden el restaurante asador Santa Centola en Valdelateja.

Es decir, en un paraíso natural donde el Rudrón y el Ebro funden sus aguas. Dos cañones visitados por miles de turistas que encuentran en esta localidad burgalesa, a un kilómetro de la nacional 623, un remanso de paz. Iñaki Bombín y Ángela García son del oficio.

Ambos abrieron el asador Santa Centola, conscientes de dónde iniciaban su apuesta gastronómica. En invierno, apenas seis casas abiertas, en verano, se dispara la población, excepto ahora que la pandemia todo lo frena.

Aun así, con una previa llamada, y siempre que las restricciones lo permitan, la mesa está libre. Sorprende en este confín burgalés que en un asador con el nombre de la santa local (Santa Centola y Elena) se mantenga un horno de leña que garantice el lechazo en su punto.

Más sorprenden las “cabrejas”, su plato estrella, nomenclatura de acuñación propia pues se trata de unas bolitas, a modo de croquetas, de queso fresco de cabra rebozadas con sésamo y especias y acompañadas de una salsa de vinagreta con higos. Alucinante el resultado, por sabor y textura.

Carnes rojas, ensaladas, setas, buena anchoa y bonito y pimientos asados al horno. De agradecer, la sopa castellana y la morcilla de Burgos. Se puede comer por 35 a 40 euros a la carta, no hay menú del día. Iñaki asegura que tampoco hay clientela para ello.

Un postre de helado de higo con chocolate caliente o la tarta de manzana templada con helado de queso, entre otros elaborados por Ángeles, convencen al comensal que decide llegar a este pequeño paraíso del norte de Burgos.

Mucho Ribera, Rueda y Rioja en la carta. Sin duda, otro ejemplo de cocina rural burgalesa heroico. A pesar de todo, siguen al pie del horno que aromatiza el comedor con su leña de encina. Deseando que vuelva la libertad a su comanda para sentarme y disfrutar de esas ‘cabrejas’ de queso fresco de cabra en el asombroso espectáculo de las loras burgalesas.

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