Al pastor rogando y con el cuarto dando
Este mesón , que forma parte de la hostelería ribereña, es un buen ejemplo de esa oferta gastronómica subterránea que, por fortuna, es tan abundante en esta región . Y es que las cavas atemperadas que un día excavaron nuestros ascendientes hoy ya no fermentan mostos, pero sí gestos tan solidarios como el que protagoniza Goyo de la Fuente, su propietario y maestro asador.
No podía apagarse el horno de El Corralillo cuando los ganaderos de la comarca lo estaban pasando realmente mal. Y por eso, Goyo decidió ponerse a asar para los vecinos de Peñafiel y, durante el fin de semana, sirve a domicilio cuartos de lechazo en determinadas horas del día. Eso sí, el cuarto siempre llega caliente, listo para comer, y no está envasado al vacío. Por ahora. Goyo lo único que ha querido es que los ganaderos de ovino, que le suministran los lechazos a su carnicero, amortiguaran el golpe que están recibiendo.
Goyo dice que los asadores están «obligados a dar la cara por ellos, más que otro tipo de establecimientos» . Los cuartos del Corralillo llegan a los domicilios a unos 22 euros y todavía queda margen para destinar una parte a la Asociación Vallisoletana de Esclerosis Múltiple. Espero que, pronto, vuelva a su cauce el sector. No sé cómo nos sentaremos en la vieja cava centenaria del Corralillo ni a qué distancia. Pero estoy deseando volver a comer un cuarto, unas chuletillas, una ración de bacalao, un queso de oveja o los magníficos pimientos rellenos de lechazo, por una media a la carta de unos 35-40 euros.
Ah, una tarta al whisky de las de helado de toda la vida, que, por cierto, todavía no la han superado los del colorín. Pero, sobre todo, recordaremos siempre que Goyo estuvo a la altura y dio la cara por los pastores y los rebaños de su tierra. «Al pastor rogando y con el cuarto dando» . Y eso puntúa más que los juicios dislocados de la famosa guía roja y gala.