Diario de Valladolid

EL CANTO DE LA ALONDRA (VALBUENA DE DUERO, VALLADOLID)

Autenticidad con sello femenino

Hace cinco años la enóloga Silvia González emprendió su proyecto vital, la elaboración de un vino de autor de edición limitada en el corazón de la Ribera del Duero

La enóloga Silvia González con algunas botellas de su  elaboración, el Canto de la Alondra.-LA POSADA

La enóloga Silvia González con algunas botellas de su elaboración, el Canto de la Alondra.-LA POSADA

Publicado por
Henar Martín Puentes

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En cada sorbo de vino se refleja la personalidad de quien se encuentra detrás de esa elaboración. Un espejo en el que se puede conocer cómo es el alma que se esconde detrás de su botella. Es lo que podemos decir de El Canto de la Alondra. Un vino de autor que en cinco años ha conquistado los paladares de restauradores, enólogos y entendidos en la materia. Silvia González es la mente inquieta que está detrás de este proyecto. Salmantina de nacimiento, se formó como química, estudios que completó con un doctorado en Química Orgánica. Pero el sueño de esta apasionada se encontraba lejos del mundo de las batas y las probetas, sino entre cepas y barricas. Tras realizar los estudios de Enología en Palencia, descubrió un mundo donde se ha encontrado a sí misma.

omenzó asesorando a pequeñas bodegas de Ribera del Duero, Rueda, Arribes del Duero y Toro. En 2014 decidió dar el salto con su propio vino. Para ello emprendió un proyecto en el corazón ribereño con una elaboración de ‘edición limitada’: 2.800 botellas, cifra que ha incrementado en este tiempo hasta alcanzar las 4.000. Elaborado con tinto fino procedente de un pago en un páramo en Olmos de Peñafiel de tierras calizas de donde la uva se recoge manualmente, Silvia ha encontrado en esta bodega su ilusión personal que cuida con gusto en cada detalle.

El Canto de la Alondra, un tinto fino y 12 meses de crianza, es la máxima expresión de un vino madurado en barricas francesas excepto una americana que proceden de diferentes tonelerías con las que le gusta trabajar. «Cuido mucho este aspecto, me gusta la riqueza de distintas tonelerías», comenta. «Una madera de grano fino, seleccionada, los fondos sin tostar, ése es mi coupage».

Silvia es una mujer con alma libre. Un verso suelto con personalidad propia donde busca la autenticidad. Esa es su principal conquista. Huye de imitaciones, simplemente, ser natural. Sus ojos denotan el brillo de quien tiene entre las manos una joya única que han sabido apreciar sus clientes.

El nombre –El Canto de la Alondra– es un homenaje a una novela del mismo nombre de Willa Cather. «Es la recompensa a un sacrificio, a esa tenacidad. Es el éxito de la confianza», asegura con entusiasmo. Cuando la gente lo prueba me dicen que se nota ese cariño. De su última añada (la de 2017) se ha quedado sin existencias lo que genera aún más expectativas entre su público.

AROMAS PRIMARIOS

Y es que su vino no deja indiferente a quien lo prueba. Expresivo en nariz y elegante en boca, Silvia ha querido mostrar sus gustos personales. «Lo que pretendo hacer es que tenga un carácter diferente. Me gustan que los vinos mantengan los aromas primarios de la variedad pero sobretodo, le doy importancia a la boca, que sea goloso», señala.

Junto al Canto de la Alondraconvive su otra etiqueta, El Sueño de la Alondra, un vino muy especial criado durante 22 meses y del que sólo elaboró 300 botellas, es decir, tan sólo una barrica.

Silvia abarca todo el proceso de principio a fin. «Es como un hijo, me gusta cuidarlo personalmente, me gusta ser yo quien lo presente». Por ello es la encargada de llevar sus dos creaciones directamente a su cliente entre la que se encuentra una larga lista de Estrellas Michelin como Víctor Gutiérrez (Salamanca), Le Domaine (Valladolid), Casa Gerardo (Asturias), El Serbal, Cenador de Amós, La Solana (estos últimos en Cantabria), Abantal (Sevilla), Sollo (Fuengirola) o Akelarre (País Vasco), con tres estrellas Michelin, entre otros muchos. Sus botellas conviven en las mejores mesas de España como el restaurante Kabuki o Saint Celoni, ambos de Madrid y también en otros lugares señeros como Dámaso o Fuente la Aceña, ‘templos’ de la gastronomía de la provincia de Valladolid. «Me gusta dejar el vino en buenas manos», dice. Ella no olvida la confianza que en ella depositó desde el principio Alberto de la Cruz, sumiller de La Botica de Matapozuelos y Ramón del Lera, quienes fueron sus primeros contactos. Fuera de España su vino está presente en diversos países como Suiza, Hong Kong o Dinamarca.

NUEVA BODEGA

Ahora está enfrascada en la construcción de su nueva bodega en Valbuena de Duero que dentro de muy poco será su nueva casa y donde también ha plantado una nueva viña.

Cinco años, cuatro añadas y nuevos vuelos que seguirán conquistando proyectos e ilusiones.

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