Diario de Valladolid

FEYCE

Un ‘rey’ en el dulce mundo de las abejas

La familia Redondo se dejó ‘picar’ por el aguijón de las abejas. Lo que comenzó como un hobby hace un siglo hoy , cuatro generaciones después, se ha convertido en la mayor envasadora y exportadora de miel de España. Los néctares de Feyce dan la vuelta al mundo por los cinco continentes.

César Redondo sujeta un tarro de miel producido por Feyce.-ENRIQUE CARRASCAL

César Redondo sujeta un tarro de miel producido por Feyce.-ENRIQUE CARRASCAL

Publicado por
Mar Peláez

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Un panal de rica miel... atrajo a la familia Redondo. Eran los arranques del siglo pasado cuando César y su mujer quedaron hechizados por ese ‘oro derretido’, al que cantaría Federico García Lorca; por esa ‘miel de romero’, a la que se refería Antonio Machado, o por esa ‘miel misteriosa’ de Pablo Neruda. Ellos, como hobby, ‘polinizaron’ en Salamanca un negocio que, tres generaciones más tarde, ‘vuela’ alrededor de todo el mundo. Su bisnieto César Redondo es el que ‘pilota’ hoy Feyce –a partir de enero Maes Honey–, el negocio ‘rey’ de las mieles: la mayor envasadora, productora y exportadora de miel de España, y dentro de las 25 mayores de Europa.

Aquellos maestros mieleros, asentados en el municipio serrano de Valero con su puñado de abejas, extraían miel para el consumo familiar y el de sus amigos. Y así se ‘engancharon’ al dulce néctar. Esa pasión fue transmitida a su hija Manuela y a su yerno Esteban, que transformaron aquella afición en profesión en los años 60.

A ese ‘enjambre’ se subió su hijo Cecilio, que ideó un ingenioso sistema de apicultura trashumante: transportaba las colmenas desde Salamanca a Badajoz o a Cáceres para aprovechar la temprana floración y, con ella, obtener una primera cosecha de miel. De vuelta a Salamanca, de un tardío florecimiento lograba una nueva producción. Las 2.000 abejas que llegaron a revolotear en las colmenas de la familia producían 20.000 kilos de miel, lo que les convirtió en los principales apicultores de la zona.

Y de productores a vendedores. De Cecilio surgió la venta de miel a granel en el comercio local. A medida que el negocio florecía y comenzaba a ‘recolectar’ ventas ventajosas, la familia fue inclinándose hacia la compraventa. Tres o cuatro años estuvo compaginando el ‘zumbido’ de las colmenas con el bullicio del mercado, hasta que en los inicios de los años 80 deja la producción, abandona el campo y se traslada de la sierra a Aldeatejada, a cuatro kilómetros de la capital salmantina.

Allí Cecilio levantó en 1983 su primer almacén y creó una línea de envasado artesanal para ‘endulzar’ la demanda local y regional. Seis años más tarde, en 1989, pasó de lo artesanal a lo automático e inauguró una planta de pasteurización. Su objetivo: impedir que la miel cristalizara y pudiese así permanecer líquida más de nueve meses. Nació, de esta forma, la empresa Feyce, a la que se incorporaron sus hijos Felisa y César (de ahí su nombre). Su razón de ser: comprar miel a granel, almacenarla y producir su propio producto, envasarlo en diferentes formatos y venderlo.

Sin embargo, corrió pronto el riesgo de ‘extinguirse’. La llegada de las grandes cadenas de supermercados, en la década de los 90, amenazó su supervivencia. «Casi cada semana perdíamos alguno de nuestros clientes, pequeños negocios que eran absorbidos y reabsorbidos», recuerda hoy en día César Redondo, el actual director general de Feyce desde que hace dos años su padre le diera el relevo.

Suya fue entonces la responsabilidad de que la empresa recuperara su ‘aleteo’. Apostó por salir de España –donde hay «poco consumo (700 gramos por persona y año) y muchas empresas»– y ‘volar de flor en flor’ recorriendo mundo. Su primer ‘vuelo’ llevó la miel a Portugal y a Francia y de ahí, en 1992, a Alemania. Poco a poco fue ‘colonizando’ Europa, gracias en parte a la «eliminación de las fronteras y la simplificación de divisas». Pero también países de América, de Asia, del norte de África y hasta llegó a Australia. Sus mieles hoy dan la vuelta al mundo: 30 países, cinco continentes. Tanto es así que la exportación representa ya el 80% de su negocio, y creciendo.

César rememora aquel año 2000 cuando gracias a la creación de un consorcio de exportación y al apoyo del ICEX logró ‘picar’ el mercado de los países árabes. O el momento en el que consiguió romper la ‘muralla’ y penetrar en la cultura china o cuando alcanzó las antípodas españolas, tras «una labor de años» sorteando, «con mucho sudor», la traba de vender en un país al mismo tiempo «productor y exportador de miel».

Su éxito en el extranjero le llevó a ampliar su capacidad de almacenamiento y de producción. En 2012 estrenó, tras invertir siete millones de euros, una nueva planta que, en palabras de César, es la «más moderna del sur de Europa». Cuatro años después de aquel estreno «se ha quedado pequeña», por lo que ya se plantea una nueva ampliación.

Allí recepciona la miel que adquiere en «los dos hemisferios». La compra en España en plena campaña de junio a finales de diciembre, por aquello de apoyar a los apicultores españoles. Pero para lograr «volumen y precio», la miel llega en grandes bidones de 300 kilos también de Bulgaria, Rumanía, Ucrania, hasta de Chile, Brasil, Argentina, e incluso de China. «Va variando, no hay dos años iguales», comenta el director general. Eso le permite tener un stock permanente de 2.000 toneladas de miel que «garantiza la producción».

Y a producir, a mezclar distintos tipos hasta conseguir la ‘rica miel’ e introducirlos en tarros de cristal, en dosificadores o en otro tipo de envases, a gusto del consumidor. De su nave salen cada día 50.000 kilos ya envasados, que es el volumen que, según César, logran la mayor parte de los artesanos «pero en todo un año». Con ello, Feyce alcanza 8.000 toneladas al año, aunque la empresa tiene una capacidad de producción y de envasado que ronda las 12.000 toneladas anuales. «Somos un Ferrari que circula a 50 kilómetros por hora y queremos alcanzar velocidad punta».

Toda su producción encontró en 2015 comprador: 60% envasado, 40% a granel. Sus clientes son de los más «variopinto»: supermercados, el sector pastelero, el farmacéutico... y otros envasadores.

Aunque se ha especializado en marcas blancas, Feyce posee su propia miel, que comercializa con el nombre Las Abejas, Bonapi Miel y Mil Colmenas. Miel con sabor a flores (la más demandada), a brezo y a encina, (más fuerte), a romero y a tomillo (más suave).

Sus números hablan de un crecimiento sostenido en la última década del 15% anual. Ni siquiera han notado con fuerza el ‘aguijón’ de la crisis. El nivel de facturación del grupo alcanza los 30 millones de euros, muy lejos de aquellos 500.000 euros (80 millones de pesetas) que facturaba su padre.

Hasta aquí la historia de Feyce. En enero empezará a escribir un nuevo capítulo. Esta vez como Maes Honey, en honor a Manuela y Esteban, sus abuelos que les inculcaron el amor por las abejas. Un nombre «más internacional» para tratar de colarse en 2020 entre los diez gigantes de Europa.

La ficha de la empresa

Historia . En 1910 César y su mujer empezaron como apicultores por afición. La segunda generación se convirtió ya en productora. En 1989 Cecilio Redondo funda Feyce en Aldeatejada (Salamanca) y su hijo César comienza en la década de los 90 con la exportación.

Instalaciones. En 2012 estrenó nueva planta, la «más moderna» del sur de Europa.

Facturación. El grupo factura 30 millones de euros anuales y crece a un ritmo del 15% anual. Tiene una plantilla de 30 trabajadores.

Producto . Elabora 500 referencias de productos con miel.

Mercado. El 80% de su producción viaja al extranjero. Exporta a 30 países.

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