Diario de Valladolid

PREMIOS INNOVADORES 2025

Jesús San Miguel: «Nos han educado para no ser innovadores y esto hay que cambiarlo»

El hematólogo soriano defendió la relevancia que tiene la innovación en la sociedad: «El mundo cambia cuando somos capaces de innovar porque es el progreso»

Jesús San Miguel, Premios Innovadores al Personaje ÚnicoPHOTOGENIC

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Maria Bausela

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El soriano Jesús San Miguel, fue el gran protagonista de la gala de los Premios Innovadores de EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN al recibir el reconocimiento al Personaje Único de esta 15.ª edición a manos del consejero de Economía y Hacienda de Castilla y León, Carlos Fernández Carriedo. Un galardón que destaca la labor que ha realizado este hematólogo que lleva desde los años 70 luchando contra el mieloma múltiple, trabajando para lograr la supervivencia de los pacientes realizando aportaciones al diagnóstico y tratamiento de este tipo de cáncer. Algo que le ha hecho estar al frente de la Clínica Universidad de Navarra, como director médico, -lugar donde actualmente trabaja como investigador- y fue también director científico del Centro de Investigación Médica Aplicada de la Universidad de Navarra (CIMA).

«No sé a quién de El Mundo de Castilla, León, se le ocurrió esta iniciativa, pero a esa persona habría que darle el premio, pues una sociedad que apoya la innovación es una sociedad que siempre estará viva y en vanguardia. En nuestra cultura se habla muy poco de innovación, nos han educado para no ser innovadores, y esto hay que cambiarlo. Me gustaría que en nuestras escuelas, en nuestras universidades, nos inculcaran el afán por la innovación. El mundo cambia cuando somos capaces de innovar, porque la innovación es el progreso y supera con creces las otras etiquetas que a veces nos dividen», remarcó el hematólogo.

«Deberían de aprenderse de memoria frases como la atribuida a Gustav Mahler, cuando dice que ‘la tradición no es la adoración de las cenizas, sino la transmisión del fuego’, o esa frase de Unamuno, que dice que ‘es el presente el esfuerzo del pasado por hacerse porvenir y lo que al mañana no tienda en el olvido del ayer debe quedarse’. Es decir, lo que vivimos hoy es el esfuerzo del pasado, pero tenemos que mirar hacia adelante. El mundo cambia cuando somos capaces de innovar, porque la innovación es el progreso y supera con creces las otras etiquetas que a veces nos dividen», remarcó el hematólogo.

«La sociedad española no solo tiene que inculcar la palabra innovación en las escuelas, sino que también tiene que lograr que la palabra innovación salga de esa seña de identidad que hemos oído hoy de las empresas, del mundo biomédico, y forme parte de cada ser humano que quiera ser innovador».

«Me gusta pensar que la innovación se basa en cinco pilares. El primero exige apasionamiento, concurrencia de dos factores, el afán por conocer y el sentido de misión en la vida. Buscar conceptos nuevos no es un modo de ganarse la vida, es un modo de vivir la vida, y es incompatible con la terapia ocupacional. El segundo pilar, es exigirse más a uno mismo que a los demás. El tercero es el inconformismo y la ambición. Tener envidia sana de otros. Salir de la zona de confort es el cuarto pilar para entrar en una zona de incertidumbre. Pero esto es muy difícil, porque nos educan para vivir en la zona de confort. El mensaje de ‘Más vale pájaro en mano que ciento volando’. Más vale lo malo conocido y me quede como estoy. Nos han educado para no ser innovadores, y esto hay que cambiarlo».

«Por último, el quinto pilar es oír la sabiduría del corazón. El orgullo nos dice que es imposible un proyecto, la experiencia nos dice que es arriesgado, la razón nos dice que muchas veces no tiene sentido abordar ese proyecto, pero el corazón nos dice, inténtalo. Por eso hay que seguir la sabiduría del corazón en la vida».

«Hemos nacido para hacer un mundo mejor, para nuestros iguales, y eso se basa en la innovación, que, como he señalado, exige vivir la vida con pasión, vivir la vida con exigencia, vivir la vida con inconformismo y vivir la vida con ambición. Y estoy seguro de que cada castellano leonés tiene en su ADN estas potencias. Simplemente tenemos que activarlas. Para conseguir que nuestra tierra alcance la mejor versión de sí misma».

«Gracias por permitirme volver a mi tierra. Nací en Soria, concretamente en Almarza, donde viví hasta los siete años. Poco tiempo, pero Soria siempre ha formado una parte muy especial en mi corazón, y siempre digo que soy soriano. Después nos trasladamos a Burgos, donde viví hasta los 23 años, con el intervalo de mis estudios en Pamplona, y nada más acabar la carrera me trasladé a Salamanca, donde viví 37 años. Aquí, en esta tierra de Castilla y León, he tenido las raíces, el tallo y los frutos de mi vida», remarcó emocionado Jesús San Miguel.

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