Diario de Valladolid

El quinto mejor profesor de España

PERSONAJES ÚNICOS / JOSÉ IGNACIO GAGO ALONSO Este salmantino estudió Ingeniería Química en su ciudad natal, pero siempre tuvo la inquietud de dedicarse a la docencia / Trabaja en el proyecto ‘No tenemos planeta B’, que tiene como objetivo la recogida de basura en las orillas de los ríos que pasan por Valladolid.

José Ignacio Gago

José Ignacio Gago

Publicado por
Estibaliz Lera

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Del análisis de laboratorio al aula. José Ignacio Gago Alonso estudió Ingeniería Química en Salamanca, su ciudad natal, sin embargo, desde pequeño tenía la inquietud de dedicarse a la docencia. Un anhelo que cumplió tras licenciarse y cursar el máster de Formación del Profesorado. Este título le abrió las puertas a una nueva vida llena de retos. 

«Hay gente que me dice que tengo que estar loco para ser profesor, que la enseñanza no es como antes, los alumnos tampoco, que ya no hay respeto, que no atienden a las normas… Cuando escucho este tipo de frases hechas no puedo evitar recordar las palabras que oía de boca de mis padres, muy parecidas en casi todo. Es cierto que muchas cosas han cambiado, pero, en el fondo, el mundo de la enseñanza sigue siendo el mismo: jóvenes de su época a los que los educadores debemos acompañar en su aprendizaje vital, en su camino para ser las personas que nosotros deseamos que sean en el futuro», sostiene Gago Alonso, que ha sido reconocido como el quinto mejor profesor de España. 

En esta línea, insiste en que es necesario no vacilar en ese empeño, ser firmes y a la vez flexibles, tenaces, reflexivos, pacientes y confiados en lo que se hace. Por este motivo, se declara orgulloso y feliz de dedicarse a esta profesión de enseñar. Cada paso que da lo realiza acompañado del compromiso y la disposición para afrontar nuevas oportunidades. «Estoy ilusionado por la seguridad de ver en cada uno de esos chicos una esperanza de futuro». Una señal que le empuja a aportar lo mejor de sí mismo para que sus sueños puedan llegar a convertirse en realidad. 

Orgulloso de su profesión busca proyectos que, además, aporten su granito de arena a la sociedad. Una de las iniciativas en las que está inmerso se llama No tenemos planeta B, que tiene como meta la recogida de basura en las orillas de los ríos que pasan por Valladolid. En colaboración con la Concejalía de Medio Ambiente y la empresa Aquavall busca concienciar a los jóvenes de la importancia que tiene cuidar el entorno.

El proyecto, según explica, es un APS, un tipo de aprendizaje basado en trabajos que tienen un beneficio para Castilla y León, ya sea algo local, nacional o mundial, pero que, además de aprender conocimientos del currículo, realizan una acción que beneficia al entorno. «Los alumnos van a aprender la flora y la fauna de los ríos, la composición del agua, a hacer herramientas para reciclar y recoger basura, a recogerla, a reciclar diferentes sustancias y darle una nueva vida, entre otras muchas cosas».

En esta línea, añade que es una iniciativa que le entusiasma y le apasiona. «Ver como los chicos se involucran e implican también a su familia y hacen que la familia educativa sea más grande al juntar padres con profesores. La idea de trabajar por proyectos me parece muy interesante y enriquecedora para el futuro de nuestros alumnos porque les pone en la tesitura de tener que resolver problemas, y a eso se enfrentarán en su vida adulta. Toda inversión que se realice hoy en educación es invertir en futuro para un país», explica el salmantino. 

En su opinión, para ser una región puntera en I+D+I debería haber una mayor dotación de recursos, ya que el talento muchas veces se marcha por falta de empleos para personal cualificado en la región y tienen que salir al extranjero o a otras ciudades más industrializadas. «Esto perjudica a nuestro país, ya que pudiendo desarrollar proyectos innovadores, al final los tenemos que comprar a otros países con el consecuente aumento de coste, retraso para obtener esa tecnología y fuga de cerebros», lamenta para, a renglón seguido, añadir que España no es un país que se caracterice por ser puntero en innovación y desarrollo, y eso, según indica, deberían pensarlo e invertir en sus talentos locales sin perderlos. «Tenemos y debemos ser pioneros, porque es nuestro futuro el que está en juego». 

En este punto, José Ignacio Gago Alonso señala que las administraciones públicas están «poniendo toda la carne en el asador», si bien, a su juicio, se debería apostar mucho más por el futuro de nuestros jóvenes. «Es crucial que toda la sociedad se convenza de que la educación no es un gasto sino una inversión en futuro, por tanto, si esta no se hace esto repercute en todos nosotros. Sería fundamental invertir en orientación académica y profesional, ofrecer a los alumnos programas formativos de calidad y reforzar la FP, además de invertir en la formación del profesorado. También fortalecer la relación entre el sistema educativo y el mercado laboral. Toda inversión en educación es una inversión de calidad y de vida», insiste el profesor que en la actualidad trabaja como docente en el Colegio Santa Teresa de Jesús de Valladolid. 

Apunta que los jóvenes son uno de los colectivos más perjudicados, puesto que, cuando una economía se resiente siempre se acaba recortando en educación, y los jóvenes que estén en ese momento en su etapa educativa sufren esa crisis, que arrastran el resto de su vida. Este hecho hará, tal y como explica, que podrán optar a trabajos menos cualificados y, por consiguiente, peor pagados, en vez del abanico de posibilidades que se te abre cuando realizas una carrera o te formas en un módulo superior. «La crisis obliga a trabajar por peores salarios y a edades más tempranas, lo que perjudica de una forma muy seria al país, porque nuestros jóvenes no pueden elegir su proyecto de vida y desarrollarse plenamente». 

Para Gago Alonso, en la sociedad es más conocida una persona de la prensa del corazón que un buen investigador. «Obviamente los medios de comunicación muestran lo más demandado por el público, y ahí entramos todos nosotros, reconociendo a las personas que trabajan en innovación y desarrollo, en el progreso tecnológico y en la calidad y desarrollo educativo. Debemos cuidar a nuestros talentos y apoyarlos, a la vez que premiarlos. Está en nuestra mano hacerlo y es nuestra obligación», sentencia el profesor salmantino. 

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