Diario de Valladolid

El Real Valladolid por fin compite

La solidez del conjunto blanquivioleta gracias al trabajo colectivo en defensa y un equipo que ya no se rompe, con una alineación por fin reconocible, impulsan al colíder

Tárrega despeja ante el mirandesista Carlos Martín.

Tárrega despeja ante el mirandesista Carlos Martín.REAL VALLADOLID

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Tras la derrota por 2-0 ante el Racing de Ferrol, el cielo parecía haberse desplomado sobre la cabeza del Real Valladolid, como en la peor pesadilla de Abraracúrcix, el jefe de la aldea de Astérix.

No era para menos. El equipo vagaba por la Segunda División con una plantilla que sólo podía palidecer en la comparación con la del Espanyol, pero carente de personalidad, de un patrón claro de juego y con puestos de entrada y salida, como los de un tiovivo.

Siete partidos después, el equipo de Pezzolano sigue sin ser brillante. Aparque esta idea de la cabeza, pues ya no va a serlo hasta final de temporada. A cambio, se ha mostrado como tremendamente eficaz. Justo lo que espera del mismo el entrenador uruguayo. No quiere una maleta de Vuitton, quiere una que no se rompa, aunque sea fea.

Este principio ha conducido al conjunto pucelano a obtener 19 de los últimos 21 puntos. Una salvajada. No se ha apoyado en el preciosismo para este éxito sino en la eficacia. Una solvencia a prueba de bomba con varios apartados dignos de analizar.

El primero y básico son las porterías a cero. Masip acumula 628 minutos sin recibir un gol (casi siete partidos completos) y esa es la base para que, a poco que se consiga en ataque, la victoria caiga del lado pucelano.

La fortaleza defensiva se ha edificado en torno a un Tárrega imperial, el mejor fichaje de invierno. Boyomo y Javi Sánchez, cuando ha podido, han estado a su altura. Pero no sólo se defiende con dos centrales. Ni siquiera con la línea de retaguardia. El equipo ha logrado automatismos en el repliegue de los que carecía durante casi toda la Liga, en parte gracias a Oliveira. Ya no existen esas zonas vacías entre líneas que permitían al rival pensar y construir. Se ha logrado a costa de sacrificar el aspecto ofensivo, pero está funcionando. Este Pucela ya no se parte.

En ataque es cierto que el déficit de goles de delanteros es evidente, pero hay tanta calidad en la plantilla, que ocupan su lugar en la faceta realizadora extremos o centrocampistas que suplen el porcentaje de goles que debería cubrir un punta. Aun así, hay seis equipos que han marcado más goles que el Pucela. Y dos que han recibido menos. La estadística en la que nadie supera a los castellanos es la de partidos ganados: 20 de 38. El Éibar suma 19 y el Leganés se queda en 18.

Otro punto que explica la mejora, engarzado al de los automatismos, es que la alineación ha dejado de ser una puerta giratoria. El once pucelano es por fin reconocible, guste más o menos. Los cambios llegan por lesión o sanción, y no porque haya que tapar las posibles subidas del lateral izquierdo rival, por ejemplo.

Pezzolano ha logrado centrarse y centrar el once del Real Valladolid tanto en formación como en componentes. Su estilo de juego es discutible. Mucho. Pero su resultados le avalan. Y, sobre todo, los de sus rivales en una Liga de medio pelo.

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