El Real Valladolid duerme líder

El Real Valladolid no es ese galán hollywoodiense que ofrece un anillo de diamante o un viaje relámpago en avión para cenar en Nueva York. Es ese padre de familia de traje gris, inexpresivo y aburrido que todos los meses trae el dinero a casa. Los vicios le llevaron en el pasado a entregar sólo una parte de lo ganado. Ahora no desperdicia ni un euro.

Quizá para subir a Primera hay que ser serio y triste, huyendo de los epatantes de efecto gaseosa. Pero está claro que cuando no se puede ser como Mendilibar o Djukic, ni siquiera como Pacheta, hay que ser como Pezzolano. El tipo que lleva su sueldo íntegro, aunque sea escaso en juego, a la afición de Zorrilla.

Su equipo dormirá a pierna suelta en la noche del sábado, ya que lo hará como líder provisional de la Segunda División con 67 puntos. Si el Leganés no gana en Elda esta tarde, el Pucela logrará por primera vez en la temporada, a cuatro jornadas del final, colocarse como líder en solitario.

Los de Pezzolano suman su quinta victoria consecutiva y su sexto partido seguido sin recibir gol. Son ya 628 minutos los que suma Masip sin ver su portería perforada. El catalán está a 19 de superar el récord fijado por él mismo hace dos temporadas.

Cifras que hablan de la resurrección de un equipo con fuertes problemas para competir hace sólo mes y medio. Ahora funciona a arreones guadianescos, sin un guión constante de juego, pero con esa virtud de que incluso en sus peores momentos es casi invulnerable.

Esa solidez atrás es la que le está otorgando sus buenos resultados, con un fútbol más eficaz que preciosista pero de indudable rendimiento, que al final es lo que se le exige a un equipo que no opta, sino que necesita, el ascenso.

El partido se puso de cara desde el principio. Un pase paralelo a la banda de Luis Pérez a Moro fue aprovechado por el extremo para marcharse de Juan María y fusilar con un tiro cruzado y raso a Ramón Juan. Era sólo el minuto 3 y las pulsaciones bajaron de golpe.

En el 6 llegó la otra gran ocasión pucelana. Una falta botada por Escudero fue rematada de cabeza por Oliveira a la escuadra. El portero mirandesista voló para sacar el balón en un plástico escorzo.

En los seis primeros minutos se vio lo mejor del Pucela en Anduva. El Mirandés, diezmado por el episodio de gastroenteritis, tomó paulatinamente el balón pero sin crear peligro hasta un testarazo al palo de Chaira tras una mala salida de Masip. Era el minuto 23 y el marroquí repetiría en el 35 con un chut desde fuera del área. El cancerbero albivioleta rechazó el cuero mediante un paradón.

Los locales se habían hecho con el control pero el Pucela defendía sin agobios. Un tiro flojo y centrado de Luis Pérez desde fuera del área puso fin a la primera parte.

En la segunda apenas pasó nada durante la primera media hora, con imprecisiones generales, un Mirandés que quería pero no podía y un Real Valladolid con problemas para manejar el control del balón y del partido.

Reactivó el encuentro la expulsión de Lachuer en el minuto 72 por doble amarilla. El cuadro rojillo quemó sus naves con los cambios para lanzarse al ataque a la desesperada y el Pucela esperó para asestar a la contra la estocada definitiva, bien resguardado. Marcos André pudo hundir el acero con un cabezazo sacado por un defensa, y Lautaro puso el último susto en la parroquia pucelana con otro testarazo en el minuto 93, blocado por Masip.

El Real Valladolid cada vez ve más cerca el ascenso directo. De hecho, nadie lo ve desde tan arriba.