Diario de Valladolid

FÚTBOL / REAL VALLADOLID

Amath sujeta al Pucela

Dos goles fabricados por el jugador senegalés dan la victoria al Real Valladolid en un gris partido frente a un inocuo Zaragoza / Más gritos contra Pezzolano pese a ganar

Amath celebra su primer gol.

Amath celebra su primer gol.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

Creado:

Actualizado:

Este Real Valladolid 23-24 está empeñado en escribir su historia con nombres propios en lugar  de colectivos. Acuérdese del colegio: rebaño, bosque, ejército... son nombres colectivos. Y Monchu, Marcos André, Amath... son nombres propios. 

Esto no es una lección de lengua, pero no hay que ser un lince para comprobar que los contados éxitos de este equipo los escriben individuos y no grupos. Apenas se recuerda alguna jugada coral con desmarques, engaños y diferentes alternativas de futbolistas ejecutando un plan asociado para acabar en gol. Los tantos del Pucela de Pezzolano llevan firma propia del fabricante, con cambio de protagonista.

Ante el Zaragoza le tocó el turno a Amath, que repitió el doblete firmado frente al Oviedo. Junto al gol que hizo al Sporting, suma cinco en seis  partidos, todos ellos obtenidos en los cuatro últimos encuentros. Una barbaridad.

Llegados a este punto, habría que preguntarse qué sería del Pucela sin estos arranques de euforia individual, debidos a la calidad del futbolista. Dónde queda su juego de conjunto, ése que hace a los malos, decentes; a los decentes, buenos; y a los buenos, protagonistas de ascensos. 

Este Pucela no es una orquesta. Es una sucesión de solistas. Se comprueba en que, después de un año, no existe un estilo Pezzolano. Sólo una declaración de intenciones que rara vez casa con la realidad. Esa rara conjunción ocurrió ante el Oviedo pero, como ocurre con las de los planetas, apenas se dan. 

Si existiesen con más continuidad, quizá la grada no cantaría como ayer, antes, durante y después del partido ese: «¡Pezzolano dimisión!». Ni ganando se apagan las voces. El grito parece haber llegado para quedarse, como el televisivo «¡Váyase, señor Cuesta!» y convierte a ambas partes en irreconciliables, a no ser que se obre el milagro y en las doce jornadas restantes aparezca el fútbol... colectivo.  

A expensas de que se teja la malla, apareció el solitario alambre senegalés,  quien se guisó y comió ambos tantos, logrados a un minuto del final oficial de cada tiempo. En el primero, entró en el área con una sucesión de caracoleos burlando defensas y disparó de remate cruzado, cuando parecía estorbarse con Marcos André. En realidad el brasileño le sirvió de pantalla.

El segundo fue otro manjar. Realizó un control orientado a recibir el balón y se metió en el área sentando a su marcador. Cuando la línea de cal amenazaba y se esperaba su pase de la muerte, descargó con furia un disparo sin ángulo, directo a gol.

Mereció la pena el frío por ver ambos tantos.

¿Qué fue el Real Valladolid aparte de eso? Poco, pero el Zaragoza fue aún menos. Los maños son un cadáver ambulante que se exhibe por las ferias que forman la categoría, incluida la maña. El equipo de Velázquez dio todas las facilidades al Pucela para ganar, y las aprovechó. Con su novedoso 4-3-3 para crear superioridades por las bandas, en el que Escudero fue lateral izquierdo, Iván Sánchez y Monchu flanquearon a Juric en la medular, y Biuk y Amath hicieron lo propio con Marcos André. Cinco novedades respecto al once de Andorra.

Monchu demostró el agujero negro (y amarillo) aragonés al plantarse en dos ocasiones solo ante Badía en los cuatro primeros minutos. En la primera se entretuvo con el cuero cuando había que fusilar. En la segunda, cabeceó alto. Mesa dio la única señal de vida visitante con un balón impulsado cerca de la cruceta. No hubo más hasta el 1-0.

La segunda parte nació con un  disparo de Varela. Después, la nada con un fútbol lánguido y predecible hasta dos tiros de Negredo. El Pucela amenazaba con otro andorrazo por su juego de contención floja, pero entonces surgió Amath para certificar el triunfo y, con él, la casi segura destitución de Velázquez. Zaragoza siempre fue más de Goya, que es de los suyos. 

Lo malo para el Pucela es que Valladolid parece cada vez menos de Pezzolano. No existe un acercamiento a Uruguay ni siquiera el año en que triunfa La Sociedad de la Nieve en las pantallas. Aquellos chavales sí que formaron un colectivo.

tracking