Diario de Valladolid

BALONCESTO / LEB-ORO

Real Valladolid Baloncesto: nacido para sufrir

Un UEMC Real Valladolid taquicárdico se empeña en vivir en la noria para encomendarse a Devin Schmidt y Mike Torres ante un Lleida que remontó 15 puntos

Devin Schmidt lanza ante el punteo lejano de Javi Vega. / J. M. LOSTAU

Partido UEMC Real Valladolid-Força Lleida de la 8ª jornada de la LEB-Oro

Publicado por
Guillermo Velasco
Valladolid

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Jugar mal para acabar ganando. O incluso no jugar bien para ganar. Como se quiera leer e interpretar. Es el sino de un UEMC Real Valladolid construido para ganar y para agradar aunque solo una de las dos incógnitas de la ecuación, la primera,  sirve como ocurrió ayer, o días atrás en Torrelavega, para sacar el partido adelante.

Adelante aunque sea  al borde del colapso, al borde de un ataque de nervios para un entrenador, Paco García, que se desgañita en el banquillo con las incomprensibles desconexiones de su equipo a lo largo de los partidos en la presente temporada, en casa o fuera.

EL MUNDO

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Porque el UEMC Real Valladolid era muy superior, en presupuesto, en calidad de jugadores de entrenador y en experiencia que su rival, Lleida, diezmado además con la baja de última hora de uno de sus artilleros, Lobo. Porque el conjunto blanquivioleta le sacó hasta 33 puntos de valoración a su adversario de ayer (88-55). Porque gozó de ventajas de 15 puntos a su favor en el tercer cuarto (57-42). Porque el final de partido de Lleida fue esperpéntico después de remar y remar...

Pero... sufrió, volvió a sufrir y volvió a meter su corazón en la coctelera de la dependencia. Si en Torrelavega fue Kovacevic desde la más pura anarquía en un concurso de casetas de tiro el que salió al rescate, ante un Lleida muy mal gobernado y gestionado desde el banquillo, fue Schmidt y Torres, héroes salvadores de otras tardes, los que evitaron el sonrojo. Su calidad incuestionable en un baloncesto de ‘yo contra el mundo’ evitó que Lleida se subiera a las barbas cuando parecía noqueado en el segundo cuarto con un parcial de 27-13 y en el tercer cuarto cuando se vio 15 puntos abajo.

Pero la taquicardia del Real Valladolid, desgobernado en la cancha cuando goza de descanso Mike Torres (con Costa o como ayer sin él por lesión) le lleva a estar al borde de un ataque de nervios en apenas unos suspiros. Los que la gracia de la caótica defensa en la línea exterior (algo que se sigue repitiendo) y la lentitud de reflejos para parar el partido (se recibió un parcial de 0-11) para pasar del reflejado y aparentemente cómodo 57-42 a un inquietante 57-53, devolvió a la vida a Lleida para meterse en el partido.

Vista parcial de una de las gradas de Pisuerga. / J. M. LOSTAU

Vista parcial de una de las gradas de Pisuerga. / J. M. LOSTAU

Afortunadamente salieron al rescate para poner fin a la empanada mental y el atasco en ataque Mike Torres con sus ya consabidos y... esperado pero fructíferos 1x1 y su seguridad en los tiros libres y Schmidt. 

El Real Valladolid se había complicado la vida de forma innecesaria (72-70) a poco más de tres minutos para el final. Sin embargo el empeño de Lleida de conceder licencia para matar a Hasbrouck, enterrando en el banquillo a Brito, el encargado de devolver a la vida al equipo y con un Javi Vega venido a menos, facilitó las cosas en un final de partido de Lleida digno de estudio por su incapacidad y mala lectura, con  regalos en los tiros libres, pérdida de posesión tras tiempo muerto por no ser capaz de sacar en 5 segundos, una violación de dobles y un fuera de banda increíble. Todo en nada, en los 90 segundos finales.

Ante todo esto el UEMC Real Valladolid, más sereno y encomendado a sus, a día de hoy  dos jugadores franquicia, Mike Torres y Devin Schmidt , logró evitar el infarto. Desde la línea de tiros libres el equipo de Paco García, que resopló en más de una ocasión, salvó el partido in extremis para sumar un nuevo triunfo, el quinto en ocho partidos, que espanta fantasmas a la espera de tiempos mejores. Tiempos que seguro tienen que llegar si realmente se quiere optar al todo. 

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