Real Valladolid Baloncesto: perder así es ganar un poco

Posiblemente es pronto, demasiado pronto para echar las campanas al vuelo pero lo que parece evidente es que este UEMC Real Valladolid Baloncesto en poco o en nada se parece al de versiones anteriores. Parece un equipo hecho de otra pasta y... por ende, hecho con ‘pasta’.

Porque si en el primer envite de pretemporada en Íscar mostró sus hechuras ante un Cantabria mucho más rodado, ayer en el Coliseum Burgos dio otro paso hacia adelante y hacia ese sueño de poder decir ¿por qué no? «Este año, sí, este año sí se puede soñar en el ascenso o cuanto menos competir de tú a tú por los galones ACB».

 

Es una cuestión de sensaciones y de posibilidades y aunque la pretemporada no deja de ser un banco de pruebas de error y acierto por igual, las herramientas que tiene Paco García a su disposición invitan cuanto menos al optimismo. Buena prueba de ello es que ante un rival de entidad mayor como es el recién pasajero ACB Zunder Palencia, mucho más armado y... rodado, no solo logró competir a un gran nivel sino que le pujó el triunfo hasta el segundo final, algo que en otra época hubiera sido mera utopía.

Y lo más esclarecedor es que el miedo que metió al equipo que le borró literalmente del campo en el último playoff de ascenso celebrado en este mismo escenario burgalés, lo hizo con sus dos jugadores referenciales, Nwogbo y Schmidt, con las mirillas de sus escopetas totalmente desviadas (1 de 10 en tiros de campo del alero y 3 de 8 en tiros de 2 y 3 de 6 en tiros libres del ex pívot del Leyma Coruña.

Aún así el UEMC Real Valladolid se subió a las barbas de un Zunder Palencia obsesionado con la línea de tres puntos (32 lanzamientos) y sujetado por el acierto de Yannick Franke en el perímetro y la aparición providencial en momentos puntuales de Chumi Ortega.

El Real Valladolid perdió pero ganó un poco. Cayó tras una agónica prórroga (79-79; minuto 40)  en la que acabó totalmente desfondado. El equipo de Paco García mostró sus credenciales con un Mike torres desinhibido tras soltarse el corsé de tener a su lado a un jugador como Pantzar el pasado año.

Torres no dudó en ejercer de timón del equipo y también de líder   en un partido en el que el UEMC llegó a mandar por 14 puntos (18-32) con reparto de minutos para todos aunque con suerte dispar. Porque el brillo y lucidez aportado por  Torres, Nwogbo, N’Guessan o Jaime Fernández, se contrapuso con la espesura y ansiedad de Belemene, Sergi Costa o Royo, que además coincidieron en cancha.