Diario de Valladolid

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Pezzolano ante su laberinto

El míster llega a su partido decisivo sin repetir once en cinco partidos y con tres formaciones diferentes de salida

Corro del Real Valladolid.

Corro del Real Valladolid.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Los maestros dicen que el dominio de una materia se obtiene a base de la repetición  y la profundización sobre el concepto en cuestión. Después, a partir de ese exhaustivo control, aparecen las variantes que lo enriquecen. Esta noción es aplicable a todo. No se puede pintar sin saber dibujar y no se puede construir un gran puente sin saber ingeniería. Luego vienen los distintos estilos para ejecutar la obra.

El Real Valladolid de Pezzolano intenta buscar esta variedad en la ejecución cuando aún no ha asimilado la base sobre la que desarrollarla: un concepto de juego. Cinco jornadas no han sido suficientes para saber a qué quiere jugar el Pucela. 

Cuando tiene el balón parece un limpiaparabrisas: lo mueve de lado a lado sin profundidad. Cuando lo pierde, sus repliegues son espantosos:  lentos, sin capacidad de hacer faltas tácticas y con jugadores fuera de sitio que dejan enormes huecos. Véase el choque ante el Alcorcón. Y en defensa le falta contundencia y cuenta con muchos problemas a balón parado... acrecentados por su endeble portería.

Pezzolano no ha sido capaz de corregir errores, refugiándose en la falta de partidos y el mejorable estado físico de los recién llegados. Un problema de la dirección deportiva y de la falta de inversión  de los dueños, en el que no han caído rivales con mucho menos dinero. Pero el míster no ha puesto parches, sino ha acrecentado el agujero.

Dos puntos hablan de la evidente falta de estabilidad del equipo. El Real Valladolid ha presentado cinco alineaciones diferentes en los cinco partidos de Liga. Un práctica que no ayuda a la cohesión del juego, como tampoco lo hace el presentar tres dibujos diferentes en estos cinco choques. Un modo de supeditarse al  rival más que de imponer variantes de juego, ya que en este Real Valladolid todo esta cogido con alfileres. 

Pezzolano presentó ante el Sporting un once compuesto por Masip; Luis Pérez, Víctor, Boyomo y Escudero en defensa; Monchu y De la Hoz como mediocentros; Moro y Tunde en los extremos, con Iván Sánchez e mediapunta y Cédric arriba. Una formación 4-2-3-1 que respetó hasta el final para sumar con el 2-0 la única victoria de la Liga.

En Zaragoza (1-0) llegó un cambio,  respetando el mismo dibujo táctico. Quintana, mediocentro del Promesas, entró por el dubitativo Víctor Rofino, que no está listo para el primer equipo y jugó por la carencia de centrales.

Frente al Alcorcón (0-2) comenzó el delirio. El Pucela, pese  a la derrota, no  había dado una mala imagen en Zaragoza pero Pezzolano se vio impelido a meter fichajes para justificarlos. John ocupó la meta. De la Hoz bajó al central, para hacer pareja con Henrique. Dos novedades simultáneas en el eje de la zaga, zona obligada de automatismos y conocimiento. El hueco al lado de Monchu en  el mediocentro lo ocupó Meseguer, mientas que Kenedy, sin razón aparente tras su salida frustrada a Olympiakos , apartó al rápido Tunde del extremo zurdo. Cuatro novedades en el once. Todos, menos el portero, fueron sustituidos para acabar con un 4-4-2... y un vergonzoso 0-2 en contra.

En Albacete la cosa incluso empeoró, lo que ya parecía difícil. El charrúa introdujo dos cambios, pero dio la vuelta al equipo para componer una formación 4-4-2. Quintana volvió a la defensa y De la Hoz pasó de nuevo al mediocentro, con Meseguer sacrificado. Rosa apareció... de extremo izquierdo. Como pareja de delanteros, dos que no lo son: Iván Sánchez y Kenedy. La derrota por 2-0 comenzó a escribir el desastre cincelado en piedra.

Y llegó el Elche a Zorrilla. Nuevo cambio táctico para pasar a un dibujo 3-5-2 con más de 5-3-2 y  nada menos que cuatro novedades: Boyomo, Torres, Juric (obligada por la lesión de De la Hoz) y Marcos André.  La debilidad defensiva empujó al míster a colocar tres centrales y a Rosa y Escudero como laterales largos. Kenedy jugó de nuevo arriba, esta vez junto a su compatriota Marcos André. 

El Pucela jugó casi toda la segunda parte contra diez pero ni el paso por el 4-2-3-1 o el 4-4-2 supo mudar el signo del partido. Tampoco los cambios. El 1-1 final, con una levísima mejoría, deja a Pezzolano ante un examen final con el Cartagena.

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